Recientemente, he visto una película realizada en 2003, Lejos del cielo (Far from Heaven). El film, dirigido por Todd Haynes, se ambienta en la Norteamérica suburbana de 1957, en Hartford, Connecticut.
Lejos del cielo relata la vida de un matrimonio aparentemente convencional ‒Julianne Moore y Dennis Quaid‒, pero en cuya historia se entremezclan la homosexualidad, el racismo de la época y los cambios en la vida de la protagonista, magistralmente interpretada por Moore. La productora de la película es una compañera de estudios del director, Christine Vachon.
El largometraje está estructurado a la manera de los melodramas de Douglas Sirk, realizados sobre todo en los años 1950. Vistas con perspectiva, las películas de Sirk, pese a que narran vidas normales y tragedias cotidianas, resultan ser auténticas muestras antropológicas de su época. Mediante una puesta en escena minimalista, y huyendo de la grandilocuencia, logran mostrarnos la trastienda del “sueño americano”.
Imagen superior: «Sólo el cielo lo sabe» (Douglas Sirk, 1955).
Curiosamente, Christine Vachon es hija de John Vachon (1914-1975), fotógrafo profesional, que trabajó para la Farm Security Administration (FSA) en los años 1930, y más tarde para la Oficina de Guerra, y las revistas Life y Look.
Imagen superior: «San Augustine County, Texas» (John Vachon, abril 1943).
John Vachon, como toda la generación de fotógrafos norteamericanos fraguada en los trabajos para las Agencias gubernamentales, gozó de libertad creativa. Su obra nos muestra la imagen de personas reales, muy alejada de los convencionalismos.
Imagen superior: «Lincoln, Nebraska» (John Vachon, 1942).
Estos fotógrafos fueron pioneros en la utilización de las primeras películas en color, a escala comercial: las míticas Kodachrome, aparecidas en 1935.
Sus colores son característicos, ligeramente saturados. El estilo que imprimen a las imágenes es el correspondiente a los años 1940 y 1950, e identifica a todos los productos de esa época: las películas, las fotografías e, incluso, los dibujos. Fue así como el Kodachrome se convirtió en un sello distintivo del american way of life.
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