Un pueblo y un crimen. ¿De cuántos modos, se preguntarán ustedes, habrá modificado la literatura esta premisa? Y más aún, ¿cuántos investigadores habrán resuelto ese delito en la ficción?
Conviene aclarar que el poeta Ron Rash no plantea este retorno a esa fórmula en los términos que esperan los aficionados a la novela policiaca. Un pie en el paraíso no es, ni mucho menos, la típica narración en la que un investigador convierte su inteligencia o su capacidad deductiva en el material más atractivo del relato.
De hecho, Rash no dedica ninguna de sus páginas a celebrar la sabiduría del protagonista, o a establecer indicios que el lector debe seguir como quien analiza un mecanismo de relojería.
Un pie en el paraíso es otra cosa muy distinta. Para empezar, es buena literatura en el sentido más profundo de la expresión. Rash establece un juego de puntos de vista en el que se entrecruzan viejas costumbres, bastantes secretos y esas pequeñas anomalías en la naturaleza humana que convierten, para bien y para mal, las costumbres de una localidad en un denso cuadro psicológico.
Con unos intereses temáticos, una descripción de ambientes y un estilo que lo emparentan con Larry McMurtry, Ron Rash nos conduce a los años cincuenta y nos deposita en Jocassee, una localidad de Carolina del Sur. Antes les anuncié una desaparición. ¿Que quién es la víctima? Pues un tipo que más de uno desearía tener lejos: un odioso veterano de guerra, Holland Winchester, que no lleva bien la convivencia con sus vecinos, y cuyo destino ha de descubrir el protagonista de la obra, el sheriff Will Alexander.
Los hechos que se narran a partir de la supresión de ese personaje no se ordenan como una fila de fichas de dominó, siguiendo la clásica estrategia narrativa en la cual un enigma es resuelto tras sucesivos tanteos. Como ya dije, esto no es un relato policiaco.
Aquí Rash superpone capas de información a partir de distintas miradas, distintas voces narrativas y perspectivas que van nutriendo el corazón de la novela, de forma que la historia, en lugar de ser lineal, funcione como una panorámica de costumbres y personalidades muy diversas.
Aunque se trata de una novela realista, e incluso diría que sórdida en alguno de sus tramos, hay momentos de Un pie en el paraíso que recuerdan el subgénero del gótico americano, con esos elementos de irracionalidad y extrañeza que van coloreando sutilmente la narración.
Sinopsis
Oconee, condado rural de los Apalaches, principio de los años cincuenta. Un antiguo territorio cheroqui está a punto de ser de nuevo arrebatado a sus legítimos pobladores: la compañía eléctrica Carolina Power ha adquirido todas las tierras del valle para construir una presa, un inmenso lago que anegará por igual granjas y cultivos. Sin embargo, una inclemente sequía castiga ese verano y el maíz y el tabaco crujen bajo los pies en los agostados surcos. El sheriff y veterano de guerra Will Alexander es el único en kilómetros a la redonda en haber pisado una universidad, pero ¿de qué sirve eso si no se es capaz de encontrar un cuerpo? El de Holland Winchester, que no regresó a casa a mediodía y cuya madre oyó un disparo en la propiedad vecina…
Un pie en el paraíso es en esencia, como todas las grandes novelas, una historia de amor y de muerte. Telúrica, elemental, resonante de parábola y símbolo, el relato se despliega ante el lector con la límpida cadencia de una prosa que, desde sus inicios, ha identificado a quien seguramente sea el máximo exponente en activo de esa peculiarísima tradición narrativa que sigue alimentando el sur de los Estados Unidos.
Ron Rash (1953, Chester, Carolina del Sur) imparte clases en la Western Carolina University y es autor de cuatro libros de poemas, seis colecciones de relatos y siete novelas. Escritor de enorme prestigio en su país, donde se ha convertido ya en un clásico moderno de la literatura sureña, ha visto su obra traducida a varios idiomas y laureada con numerosos premios y distinciones. Publicada originalmente en 2002, Un pie en el paraíso fue su ya mítica primera incursión en la narrativa de largo aliento.
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