Uf, qué subidón: ¡hoy acabo de recuperar un trozo inmortal de mi infancia!
Y es que a veces uno olvida que tiene amistades eruditas como el experto en cine asiático Domingo López: en mi novela Baricentro recreo el trauma que de niño me provocó esta película y su villano, capaz de matar a todo quisque a golpes de coleta (sueño húmedo de peso para un alopécico), pero desconocía por completo su identidad.
Pues Domingo ha sido leer mi novela y localizarme la peli al toque: Trenza mortal o Stranger from Canton, filme hongkonés de 1973 que yo vi en el cine de mi pueblo con 8 o 9 añitos.
Y encima me pasa el vídeo. Qué regalazo: ¡ahí, ahí en el minuto 43′ 22» está la tremenda secuencia que me quedó grabada de por vida!
Vale, TAN grabada tampoco. En mi recuerdo, Trenza Mortal finiquitaba a su adversario pisándole la espalda contra el suelo, y no su vientre; y las huellas de sangre las dejaba al caminar en un patio de grava y no sobre una superficie lisa. Pero lo demás sigue ahí: el giro letal de coleta, el chasquido artimarcialero que nos volvía locos a los chavalines del barrio, el terrible crujido de huesos al aplastar con el pie… y, sobre todo, las fantasmales pisadas sanguinolentas.
Lo que no recordaba era que la coleta manchase con un rastro de betún al golpear ni al secuaz lamiendo freudiano la punta de su pipa… detalles muy sutiles para un renacuajo, como podréis entender.
Por suerte, en España no había ya censura y la estrenaron sin cortes, al contrario que en Gran Bretaña. Y en el cine de mi barrio, dios bendiga al taquillero y su afán de hacer negocio, los menores podíamos entrar a ver filmes no aptos.
Películas como ésta fueron mis verdaderos cuentos infantiles: yo no vi un largometraje de Disney hasta que fui mayor de edad, con el estreno de La sirenita, a mis 18 años exactamente. ¡Eso también resultó un shock!
Por cierto, el título original de Trenza mortal en mandarín es Guai ke.
Como seguramente dijo aquel fascinado niño Hernán al salir del cine…
«¡Ké guai!».
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