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¿Tienen cultura los chimpancés?

«Mucho se ha discutido, desde siempre, sobre cómo hay que definir la cultura y si se debe considerar exclusiva de los seres humanos. Si solo nosotros tenemos cultura, entonces sus primeras manifestaciones materiales nos pondrían delante de los más antiguos seres humanos. Hasta ese momento solo podría hablarse de paleontología pura y dura, y en ese preciso instante nacería la arqueología», escribe Juan Luis Arsuaga. «Los humanos nos caracterizamos por la fabricación de instrumentos, que se emplean con fines diversos. Los más antiguos se han encontrado en Gona (Etiopía); son toscos utensilios hechos de piedra, apenas modificada, que se remontan a dos millones y medio de años. En la actualidad, los chimpancés emplean piedras o palos para romper nueces, usando a veces un yunque de roca o de madera contra el que golpean el fruto para cascarlo. También son capaces de limpiar ramitas para aplicarlas a la captura de insectos sociales; para ello las introducen en termiteros y hormigueros y luego se comen a los insectos que se suben al palito o que lo muerden. No todos los autores admiten sin embargo que la tecnología lítica de los primeros homínidos o los instrumentos de los chimpancés impliquen cultura. (…) Hay un comportamiento de los chimpancés que es muy sugerente: la danza de la lluvia. Cuando empieza una de las frecuentes lluvias tropicales, los chimpancés se excitan mucho, nadie sabe por qué. Pues bien, en uno de los grupos estudiados, no se producen estas extrañas exhibiciones».

Hay una corriente de investigación que considera este tipo de manifestaciones una prueba de que entre las comunidades de chimpancés hay una cultura latente, que además se diversifica entre unos grupos y otros.

Los chimpancés (Pan troglodytes) son los animales que usan la gama más diversa de herramientas, después de los seres humanos. Por ejemplo, utilizan palos para ‘pescar’ hormigas y termitas, piedras para romper nueces, así como para el aseo personal y para comunicarse. Por su parte, los bonobos (Pan paniscus) rara vez utilizan herramientas y en ningún caso lo hacen para buscar comida.

«La cuestión de qué hace que un individuo utilice herramientas es clave en la evolución humana», apunta Kathelijne Koops, de la Universidad de Zurich (Suiza), que lideró en 2015 un estudio en colaboración con la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Kioto (Japón). Los científicos de este estudio, que publica la revista Scientific Report, llevaron a cabo un seguimiento minucioso de una comunidad de chimpancés y bonobos salvajes en Uganda y República del Congo (África) durante meses. Para ello, catalogaron no solo el uso que hacían de las herramientas que encontraban, sino también todo el potencial para emplearlas en diferentes ambientes o dentro de su grupo social.

También investigaron la propensión innata para la manipulación de estos objetos en primates jóvenes, con independencia de que dicho objeto se implementara como una herramienta en sí o no.

¿Su uso es innato, depende del entorno o lo aprenden?

Los investigadores encontraron que las oportunidades que les proporciona el ambiente en el que viven no explican las diferencias en el uso entre especies. Los bonobos tienen acceso a más herramientas y oportunidades de forrajeo que los chimpancés: de árboles con nueces a nidos de hormigas, o de piedras a arbustos.

Tampoco es cuestión de roles sociales. De hecho, los bonobos jóvenes pasan más tiempo con sus madres, y tienen a más individuos de su especie en las proximidades durante más tiempo que los chimpancés jóvenes. Estas crías de bonobo jóvenes también tenían parejas más sociales que los chimpancés jóvenes.

Sin embargo, los chimpancés manipularon mucho más los objetos que los bonobos, y jugaron también en mayor medida por su cuenta. “Esta es una diferencia visible en individuos muy jóvenes”, dice Koops. “De hecho –añade– esta es la primera evidencia que muestra esta diferencia en la predisposición innata para el uso de herramientas en nuestros primos evolutivos más cercanos”.

Los chimpancés están predispuestos hacia los objetos de una manera diferente a los bonobos, según Koops, que llevó a cabo el trabajo desde la División de Antropología Biológica de la Universidad de Cambridge, y en el Instituto de Antropología y el Museo de la Universidad de Zurich.

«Dada la estrecha relación evolutiva entre estas dos especies y los seres humanos, la observación de las diferencias en el uso de herramientas entre chimpancés y bonobos puede ayudarnos a identificar las condiciones que llevaron a la evolución de la tecnología humana”, asegura la científica.

«Nuestros hallazgos sugieren que una predisposición innata, o una motivación intrínseca, para manipular objetos fue seleccionada por el linaje homínido y desempeñó un papel clave en la evolución de la tecnología en nuestro propio linaje”, concluye.

Diferencias culturales entre vecinos

Un equipo de investigadores alemanes demostró por primera vez en 2012 que los grupos de chimpancés salvajes (Pan troglodytes) tienen diferencias culturales entre ellos, igual que los seres humanos. Así lo revelaron en la revista Current Biology.

“Chimpancés y humanos compartimos el hecho de que cada comunidad tiene su propia cultura”, afirma Lydia Luncz, primera autora de dicho estudio. En esta investigación, científicos del Instituto Max Planck (Alemania) observaron que cada grupo de primates del Parque Nacional Tai (Costa de Marfil) tenía su propia técnica para romper nueces: utilizaban herramientas de piedra o de madera y de distintos tamaños.

Según los expertos, “cada colectivo tiene su técnica preferida y los individuos la mantienen aunque cambien de grupo”. Para comprobarlo, el equipo de investigación observó tres comunidades vecinas de chimpancés que “no se distinguían genéticamente entre ellas”, señala Luncz.

“Existen estudios previos sobre diferencias culturales en estos primates, pero en todos ellos, las poblaciones analizadas estaban separadas por grandes distancias”, explican los autores del trabajo. Para los científicos, este distanciamiento hace difícil discernir si las distintas culturas son un reflejo de variaciones genéticas o una adaptación a las condiciones ambientales.

Este tipo de trabajos sobre las diferencias y las similitudes entre humanos y chimpancés –nuestros parientes más cercanos– permiten conocer los caminos por los que evolucionó la cultura, “el principal elemento de nuestra identidad”, concluye Christophe Boesch, coordinador de la investigación.

Los chimpancés poseen un sentido de la justicia similar al de los humanos

Un año después, en 2013, un equipo de científicos de las universidades de Emory y Georgia (Atlanta, EE UU) demostró que los chimpancés poseen un sentido de justicia hasta ahora atribuido solo a humanos.

Estos investigadores de Yerkes National Primate Research Center de la Universidad de Emory y de la Universidad de Georgia fueron los primeros en demostrar que los chimpancés poseen un sentido de la justicia que habitualmente se atribuye solo a los humanos.

En su experimento, los investigadores jugaron con los chimpancés a Ultimatum, un juego experimental de economía que intenta mostrar que las elecciones sobre criterios de justicia priman sobre las de beneficio.

Los resultados del estudio, que fueron publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), sugieren que la aversión humana a la injusticia y una preferencia por los finales justos tiene una larga historia evolutiva compartida con el ancestro común de humanos y monos.

Según la autora principal, Darby Proctor, «durante años el juego Ultimatum ha sido considerado como el patrón oro para determinar el sentido de la justicia en humanos”. En el juego, un individuo necesita proponer una recompensa dividida a otro y, después, hacer que ese individuo acepte la propuesta antes de que ambos puedan obtener el premio. Los humanos habitualmente ofrecen generosas porciones, como el 50%, a sus compañeros, “exactamente lo mismo que hemos registrado en el experimento con chimpancés”, señala la científica.

«Los chimpancés se comportan de una manera muy similar a los humanos en este juego, reparten los premios equitativamente. Aunque no podemos explicar qué motiva a estos primates a comportarse así, podemos decir que su comportamiento es justo, como lo es el humano, en el mismo contexto», señala la investigadora.

En su opinión, este comportamiento está relacionado con la supervivencia. «En especies cooperativas es probable que tener un sentido de lo que es justo permita a un individuo seleccionar a los socios más cooperativos – aquellos que se comportan de manera más justa–. Está demostrado que la supervivencia depende en gran medida de cierto grado de colaboración», subraya.

Por su parte Frans de Waal, coautor del trabajo, indica que hasta ahora se había asumido que el juego Ultimatum no podía utilizarse con animales porque se pensaba que elegirían la opción más egoísta al jugar. “Sin embargo, nuestro estudio muestra que los chimpancés no solo tienen un sentido de la justicia similar al de los humanos sino que también tienen las mismas preferencias que nuestra especie”, aclara.

Experimento con niños

En el trabajo también se ha hecho una comparación entre chimpancés y niños. En este experimento se puso a prueba a seis chimpancés adultos (Pan troglodytes) y 20 niños (de edades de dos a siete años de edad) que jugaron una versión modificada de Ultimatum.

En el juego, un individuo eligió entre en dos fichas de colores diferentes que, por su cuenta o en colaboración, podía ser cambiada por recompensas (pequeños trozos de comida para los chimpancés y pegatinas para los niños). Una ficha significaba premios equivalentes para los dos jugadores, mientras que otra favorecía la elección individual a expensas del compañero. Después, el jugador necesitaba dar la ficha a su compañero para que la pudiera cambiar por el premio, de esta forma, ambos tenían que ponerse de acuerdo.

Tanto los chimpancés como los niños, respondieron como lo hacen habitualmente los humanos adultos. Si la cooperación era necesaria, los chimpancés y los niños repartían los premios equitativamente. Sin embargo, con un compañero pasivo, que no tenía oportunidad de rechazar la oferta, los niños y los chimpancés elegían la opción egoísta.

Según los científicos, los chimpancés son altamente cooperativos en su medio y probablemente necesitan ser sensibles en la distribución de las recompensas para así acceder a los beneficios de la cooperación. Este estudio abre la puerta a nuevas investigaciones para comparar otros comportamientos similares entre primates y humanos, llevadas a cabo por Yerkes National Primate Research Center.

Los chimpancés pierden diversidad cultural y de comportamiento

Texto de Lucía Torres

Como gran parte de los organismos que habitan este planeta, los chimpancés se han visto sometidos a una enorme presión por la constante actividad humana, lo que ha provocado un cambio en su entorno natural y, por lo tanto, una pérdida en su biodiversidad. Su hábitat –los bosques tropicales húmedos y la sabana– ha sido reemplazado por tierras agrícolas, plantaciones, asentamientos o se ha degradado por la extracción de recursos naturales.

En 2019, un estudio publicado en Science reveló que esta presión no provoca únicamente una pérdida de diversidad genética y de las funciones de los ecosistemas, sino que también afecta a la diversidad cultural y de comportamiento en los chimpancés, desde los tipos de herramientas que usan hasta los gestos específicos que emplean en la comunicación.

En resumidas cuentas, “la cultura son comportamientos específicos de un grupo que los chimpancés jóvenes aprenden de generación en generación”, explica Ammie Kalan, autora principal del estudio y primatóloga del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania).

Kalan junto con Hjalmar Kühl, también del departamento de Primatología del Instituto Max Planck y el Centro Alemán para la Investigación Integrada de la Biodiversidad (iDiv), dirigió un equipo internacional de investigadores que analizó un conjunto de 31 comportamientos en 144 comunidades diferentes, localizadas a lo largo de todo el área geográfica de distribución de los chimpancés salvajes en el continente africano.

Un patrón fuerte y robusto de reducción cultural

“Los chimpancés son criaturas altamente inteligentes y adaptables”, dice Kevin Lee, coautor del estudio e investigador de la Universidad del Estado de Arizona (EE UU), “ha habido varios reportes de chimpancés en cautiverio o próximos a los humanos que exhiben comportamientos ‘novedosos’ que no se observan en poblaciones más remotas, pero no estaba claro cómo se vería afectada la diversidad de conducta general”.

El equipo llevó a cabo un extenso trabajo de campo en 46 lugares, como parte del Programa Panafricano, en 15 países del área de distribución de los chimpancés durante los últimos nueve años. El conjunto de comportamientos considerados para este estudio incluyó conductas tales como la extracción y el consumo de termitas, hormigas, algas, nueces y miel; el uso de herramientas para la caza o la excavación de tubérculos, y el uso de piedras, piscinas y cuevas entre otros.

La densidad de población humana, las carreteras, los ríos y la cubierta forestal fueron algunos de los indicadores utilizados para determinar el nivel de perturbación y el grado de cambio de la cubierta terrestre del hábitat de los chimpancés. “El análisis reveló un patrón fuerte y robusto: los chimpancés habían reducido la diversidad de comportamiento en sitios donde el impacto humano era alto”, señala Kalan.

Según la investigadora, vemos una pérdida media del 88 % de los comportamientos en las comunidades de chimpancés que viven en áreas con un alto impacto humano, en comparación con las de bajo impacto.

¿Qué actividades perjudican esta diversidad?

El tamaño de una población juega un papel importante en el mantenimiento de los rasgos culturales. Por ello, “la reducción de estas comunidades por amenazas como la caza o la fragmentación del hábitat, causa una interrupción en el proceso de aprendizaje social de los chimpancés”.

La degradación y el agotamiento de los recursos también pueden disminuir las oportunidades y, por lo tanto, impedir la transferencia de las tradiciones locales de una generación a otra.

Esto sumado al cambio climático –que influye en la producción de importantes recursos alimentarios y hace que su disponibilidad sea impredecible– produce una combinación de mecanismos que causan la reducción en la diversidad del comportamiento de los chimpancés.

Imagen de cabecera: un chimpancé joven juega con ramas. / Kathelijne Koops

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