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‘Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street’ (1936)

Me han dicho los modernos que Timoteo Burton, el extravagante oficial de Hollywood, rodó una película que se llama igual que esta que les traigo hoy a colación. Que sale Juanito Profundo, y que cantan y lanzan gorgoritos por doquier. Con lo poco que me gustan estas cosas, mejor me ciño a esta más antigua, que es la de verdad; porque desconfío, y mucho, de semejantes experimentos.

La leyenda del barbero asesino y el pastelero de carne humana es más vieja que la picor, como ya les expliqué hace tiempo aquí. Existen al menos dos producciones rodadas en los años del cine silente; en todo caso esta de don Tod Slaughter es la versión más canónica de cuantas se han difundido.

Y eso que es británica, y como saben ustedes, los censores ingleses son por entonces los más severos del mundo en proscribir todo cuanto signifique horror. El realizador George King debe de hacer virguerías, sugiriendo lo que no puede mostrar, y recreando el clima macabro preciso sin poder filmar en detalle ni uno solo de los asesinatos.

Cuenta para ello con la inestimable ayuda de Tod Slaughter, actor teatral aficionado a los espectáculos granguiñolescos, verdadero divo en su género. Don Tod llegó a adquirir fama enorme en estos papeles de malvado, y viene a ser en las Islas Británicas algo parecido a lo que el inmortal Lugosi representa para los americanos: el icono perfecto de lo perverso. Otros títulos del mismo período –Murder in the Red Barn (1935), The Face at the Window (1939), Crimes at the Dark House (1940), Horror maniacs (1948)- así lo confirman. Ya irán desfilando por este Desván

Sweeney Todd le valió el estrellato, como no podía ser menos. Gran parte del peso del filme recae en su interpretación. Compone Tod un maníaco elegante y atildado, de los que dan mucha grima; llamicoso en su trato, muy proclive a la risa descompuesta, a la gesticulación y al exceso. Da gloria pura verle afilar con veneración y esmero su querida navaja, con esa alegría suya que no presagia nada bueno.

El enarcar una ceja, la forma en que agarra el instrumento de degollar, sus modales serviles, esa sonrisa esbozada a medias, todo delata en él al tipo de persona de la que mejor mantenerse alejado. Finos diálogos, irónicos y macabros, horror de resabios góticos y teatrales en el que Slaughter se mueve como pez en el agua, historia victoriana contada con elevadas dosis de humor negro, este Sweeney Todd es pieza básica del fantástico de la década, representante de modos no por olvidados, menos dignos de subir a los altares. Mi panteón ya tiene un nuevo santo. Lleva chistera y usa navaja de afeitar. Y se ríe siempre como para adentro…

Director: George King. Con Tod Slaughter, Stella Rho, John Singer, Eve Lister, Bruce Seton. Gran Bretaña, 1936.

Copyright del artículo © Pedro Porcel. Tras publicarlo previamente en El Desván del Abuelito, lo edito ahora en este nuevo desván de la revista Cualia. Reservados todos los derechos.

Pedro Porcel

Historiador de mitografías urbanas, lleva más de cuatro décadas navegando por los extensos mares de la cultura de masas. Siempre sin salir de tales aguas, ha dirigido editoriales, colaborado en diversos medios de prensa, impartido conferencias y seminarios universitarios, comisariado exposiciones, ejercido de documentalista en programas televisivos y escrito libros, con el propósito de cartografiar el territorio infinito de la ficción popular.
Ha firmado en solitario libros como ‘Clásicos en Jauja’, premio Romano Calizzi al mejor estudio teórico, ‘Tragados por el abismo’, la historieta de aventuras en España que le valdría el XXXV Premio Diario de Avisos, o ‘Superhombres Ibéricos’. Coautor de 'Karpa' y de 'Historia del tebeo valenciano', sus colaboraciones se extienden a muchos otros títulos, entre ellos ‘Bolsilibro & Cinema Bis’, ‘La bestia en la pantalla: Aleister Crowley y el cine fantástico’, las antologías sobre el cine fantástico español, británico e italiano editadas por la revista 'Quatermass', o los libros publicados por Cinefanía Cine Pulp, Shock TV, Monstruos y Weird Western. Revistas heterodoxas como '2000 maníacos', la argentina 'Cineficción' o 'Mondo Brutto' son otros tantos lugares donde ha encontrado acomodo duradero y confortable. Durante más de seis años su refugio en la red ha sido la página 'El Desván del Abuelito'.
Biografía e imagen © Desfiladero Ediciones.