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Stefania Rossini: «Que seamos felices depende de nuestros valores, pero no del dinero»

Cuando en 2010 Stefania Rossini tomó la decisión de dejar su empleo para cuidar a sus tres hijos, emprendió un camino desafiante. Para lo que quería lograr –mantener a la familia con el único sueldo de su marido, obrero metalúrgico– no necesitaba grandes medios materiales. De hecho, comprendió que podía fabricar buena parte de las cosas que les hacían falta con ingenio, y lo que es más importante, gastando muy pocos euros.

A falta de recursos económicos, Stefania reinventó su estilo de vida. Investigó nuevas posibilidades. Empezó a elaborar cosméticos naturales y limpiadores caseros. Aprendió a cultivar verduras para el consumo familiar y a diseñar objetos usando materiales reciclados. Se trasladó a vivir con los suyos a una casa en el campo. Descubrió la economía del trueque, y a partir de todas estas experiencias, abrió un blog que ahora es enormemente popular. Su vivencia, en cierto modo, recuerda la que desarrolló Dolly Freed en los años setenta.

El primer libro de RossiniVivir 5 personas con 5 € al día (Vivere in 5 con 5 Euro al Giorno, 2012) obtuvo un gran éxito en Italia y luego se tradujo al español. Posteriormente, escribió otros tres títulos acerca de la autoproducción y la autosuficiencia, Cucinare Guadagnando in Soldi e in Salute (2013),  Fare di Necessità Virtù (2014) y Natural Mente. Come fare quasi tutto in casa: dal pane al sapone (2018).

Durante la siguiente charla, descubriremos que Stefania Rossini es mujer perseverante que ha encontrado la felicidad recuperando viejos valores.

Stefania, la crisis económica complicó la vida a numerosas familias. Sin embargo, más allá de las necesidades básicas, hay mucha gente que se siente infeliz por no poder consumir como antes lo hacía.

Creo que debemos mirar el dinero desde otro punto de vista. Debemos valorarlo en su justa medida. Sin duda, es un medio para vivir mejor, pero no es fundamental para alcanzar la felicidad. Por ese mismo motivo, no debe convertirse en el centro de nuestra existencia. Que seamos felices depende de nuestros valores personales, de las personas que nos rodean y de lo que hacemos, pero no del dinero. En realidad, éste debe ser un medio y no un fin en sí mismo.

¿Sientes que el camino que has tomado ha supuesto un sacrificio o más bien una liberación?

Sin duda, ha sido una liberación.

¿Y eres feliz?

Sí.

En tu primer libro, explicas todo tipo de técnicas para vivir de una manera sobria y sostenible. El catálogo de recetas que incluyes en él es tan amplio que ya no sé si te quedan cosas nuevas por probar.

En realidad, es cierto que hemos alcanzado un buen nivel de autoproducción, y con ello, hemos logrado más libertad. Fabricamos nuestros detergentes y nuestros limpiadores. Además, tenemos el huerto. Todo ello nos proporciona una gran independencia. Sin embargo, siempre hay algo nuevo que aprender. No hay que detenerse. Aún quedan muchas cosas por hacer.

Describes fórmulas para elaborar productos de limpieza, cosméticos caseros, platos saludables… Sin embargo, el capítulo que más me ha interesado es el que dedicas al huerto. Sé que tienes una huerta magnífica en tu casa de Pontevico, en la provincia de Brescia, pero me da la impresión de que poco puedo hacer yo en la terraza de mi casa.

Precisamente lo escribí pensando en la gente que habita en la ciudad y que sólo tiene una terraza. De hecho, el noventa por ciento de lo que cuento en el libro se puede hacer en un estudio del centro de Madrid. En la terraza, puedes cultivar las plantas aromáticas y medicinales que luego puedes emplear en la cocina, o para la elaboración de cosméticos. Tampoco se trata de alterar la vida hasta el extremo de hacer como yo, e irse al campo a vivir. En este sentido, la gente que habita en la ciudad tiene ventajas de las que yo carezco. Donde vivo, estoy deslocalizada, lejos de los lugares donde se pueden adquirir las materias primas. Te diría que es mucho más fácil cumplir estos objetivos en la ciudad, porque lo tienes todo mucho más a mano.

Escribes que, en este mundo acostumbrado a comprarlo todo, hemos perdido la costumbre de hacer aquello que necesitamos. Sin duda, una de las ventajas de la autoproducción es el ahorro que supone. Pero también haces mucho énfasis en el hecho de que así conseguimos productos muy saludables. ¿En qué medida este es un factor importante para ti?

Es algo fundamental. En realidad, fue mi punto de partida. Me importa el aspecto económico, pero desde luego, la salud es un elemento decisivo. Con el estilo de vida que propongo, obtienes los productos a partir de materias primas de una calidad excepcional. Todo ello a un precio que puede ser el de un supermercado muy barato. Si quisieras comprar este tipo de artículos en una tienda de productos biológicos, te resultarían muy caros. Además, el método de elaboración contamina mucho menos, con lo cual contribuyes a cuidar el entorno.

Hemos crecido con el convencimiento de que nuestro estilo de vida es superior al de nuestros abuelos. Si embargo, tú recuperas costumbres que para ellos eran algo cotidiano.

Ha sido algo impactante para los propios abuelos. Ellos asocian su vida pasada con la pobreza y el sacrificio, y por eso les parece extraño que los nietos quieran recuperar esos principios. En todo caso, lo importante son los valores, pero no hay que olvidar que disponemos de nuevos medios, como internet y las nuevas tecnologías, que son de gran ayuda en este proceso.

Nuestros abuelos sufrieron muchas privaciones y no tuvieron esa posibilidad de elegir de la que nosotros sí disfrutamos. Gracias al ahorro que suponen estas prácticas, podemos, por ejemplo, dedicar más tiempo a la cultura o a otras actividades enriquecedoras.

Simone Perotti, en el programa Un’altra vita, de la RAI, te preguntó por la aparente contradicción que existe entre las ambiciones de la mujer moderna, independiente, liberada del trabajo doméstico, y tu decisión de retornar al hogar y dedicarte a las tareas más tradicionales.

Este modelo que describo en el libro es mi vida. Debo aclarar que no lo elegí. Mi intención era trabajar a media jornada, y dedicar el resto del tiempo a la familia. Por desgracia, en Italia la legislación es muy restrictiva y tuve que descartar esa posibilidad. En mi país, es muy difícil conciliar la vida familiar y la laboral. Así pues, elegí ser ama de casa.

Hay que intentar encontrar la felicidad dentro de las opciones que el sistema te permite. A veces, hay mujeres que me preguntan si me parece buena idea que dejen el trabajo para dedicarse al hogar. Pienso que cada uno debe tomar sus propias decisiones y elegir su propio modelo de vida.

Antes me dijiste que esta decisión no supuso algo doloroso…

Es que yo no hablaría de sacrificio. Para mí, el auténtico sacrificio era no poder estar el tiempo suficiente con mis hijos.

Quería retomar este tema pensando en lo que decías sobre nuestros abuelos. Da la impresión de que, si nos comparamos con ellos, nos hemos vuelto muy débiles ante las adversidades.

Mi abuelo padeció la Segunda Guerra Mundial, y me contaba muchas cosas sobre esa época. Aquella generación no hablaba de crisis sino de simple supervivencia. Es cierto: comparada con aquellos años, la nuestra es una época de gran bienestar.

Ahora hay quien considera un efecto de la crisis el hecho de no poderse comprar el último modelo de teléfono móvil. En realidad, las verdaderas crisis fueron las del pasado, cuando uno no disponía ni siquiera de comida. Desde luego, ahora también hay muchos padres de familia desesperados porque carecen de trabajo, pero la situación es muy distinta. Lo que hoy predomina es más bien una crisis de valores.

Es muy significativo y muy revelador que la publicidad nos siga creando necesidades más o menos triviales. Precisamente por eso, acaba convirtiéndose en una fuente de infelicidad. ¿Cómo crees que debemos protegernos de esta frustración?

Lo fundamental es usar la cabeza. Sólo de ese modo podremos librarnos de ese efecto esclavizante de los medios y de la publicidad. Tenemos que aprender a seleccionar libremente, y también a no dejarnos condicionar.

Tengo la impresión de que tu jornada de trabajo puede ser agotadora. Sin embargo, una de las lecciones que se extraen de tu libro es que conviene organizar muy bien el tiempo.

Ahora tengo tanto tiempo a mi disposición, que cada día puedo decidir cómo utilizarlo. Por supuesto, sé que todo el trabajo que yo hago en esta línea no es posible cuando estás sometido a unos horarios laborales. Pero por eso mismo, quise que el libro fuera útil para quienes están muchas horas fuera de casa. El secreto es organizarse bien y consumir el mínimo tiempo posible. Cuando fabrico algo, procuro hacerlo en grandes cantidades y lo conservo en envases. Hago lejía casera una vez al año. Preparo las cremas una vez cada cinco meses. Hago pan una vez a la semana, y luego lo congelo… En realidad, yo diría que con tres horas a la semana, es posible poner en práctica muchas de estas recetas.

Estamos hablando de valores tradicionales, y sin embargo, las nuevas tecnologías han sido decisivas en este proceso, ¿no es cierto?

Internet ha sido fundamental para mí. Ha sido, sobre todo, un punto de partida: la herramienta para encontrar todas estas recetas. También es indispensable para el intercambio y la socialización.

En general, muchos libros sobre el decrecimiento como estilo de vida caen en el defecto de los libros de autoayuda: parecen diseñados como una operación de marketing, y se limitan a repetir una filosofía diseñada ex profeso. Sin embargo, tú has escrito textos prácticos, a partir de experiencias personales.

Ni este primer libro mío ni los siguientes parten de una decisión de marketing. Cuando lees algunos libros de autoayuda, te encuentras con palabras muy bonitas, pero cuando los terminas, acabas preguntándote: «Bueno, ¿y ahora qué?». Mi idea era otra. Quería hacer libros útiles y sencillos, con los que allanar el camino a quienes siguen este camino.

A lo largo del tiempo, me han hecho muchas consultas. Vivir 5 personas con 5 € al día reúne las respuestas, siempre con ingredientes baratos y fáciles de encontrar. Quería que fuera lo más práctico posible.

Se nota que has puesto mucha pasión en este plan de vida. ¿Tu familia ha sido igual de entusiasta?

Sí, todos comparten conmigo esta pasión. Sobre todo, los niños. A veces, cuando me quedo sin fuerzas, son ellos los que me animan a hacer cosas nuevas. Es una filosofía de vida que compartimos. Por otro lado, creo que es muy bueno para ellos. Yo tuve una infancia difícil, y por razones familiares, no pude estudiar. Quiero que mis hijos aprendan y tengan la cultura que yo no he podido tener, pero también deseo que sean capaces de valerse por sí mismos. Que sean libres, y que gracias a todas estas técnicas que aplicamos cotidianamente, sean también autosuficientes.

Creo que eres vegetariana.

Sí, es cierto. Lo soy desde hace veinte años.

¿Te has planteado criar animales?

En casa tenemos gallinas y ocas, pero solo por los huevos. Mis hijos no son estrictamente vegetarianos. No quiero imponerles algo que luego puedan rechazar. A veces, una obligación produce el efecto contrario. Quiero que ellos decidan libremente.

Yo no cocino carne, pero si los niños van a casa de sus abuelos, y lo desean, pueden comerla. Si un día les apetece pollo, les explico cómo están criados y qué comen los pollos que se venden en supermercado. Siempre será mejor que coman uno de los que criamos nosotros, porque sabemos de qué se alimentan, y además, estos animales viven felices, con mucho espacio.

Uno de los fundamentos de tu estilo de vida es la economía del trueque. Cuéntame cómo te iniciaste en ese mundo.

La idea surgió cuando descubrí una página donde se intercambian bienes y servicios, Zerorelativo. Allí comencé a ofrecer los productos que yo fabricaba. Como hubo mucha gente que empezó a preguntarme por ellos, abrí un blog para compartir estas experiencias, http://natural-mente-stefy.blogspot.com. Y a raíz de ello, un editor me propuso escribir este libro. Así, pues, el intercambio fue el inicio de toda esta aventura.

¿Crees que un tipo de ciudad, tirando a torpe y sin conocimientos previos, puede ser capaz de crear un huerto o de fabricar los productos que comentas en tus libros?

Desde luego que sí. Hace años, cuando empecé, yo no sabía hacer nada de lo que cuento. Nunca había pensado que era posible elaborar una crema en casa. Precisamente, lo que pretendo es demostrar que todos somos capaces de hacer estas cosas. Solamente hace falta tener ganas y no detenerse ante las dificultades. Cuando alguien me pregunta si se trata de recetas difíciles, yo le digo que hasta mis niños han aprendido a hacerlas. Todas las técnicas que explico son muy sencillas y accesibles.

Copyright de texto y fotografías © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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