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Sí pero no / No pero sí

En Primus Inter Pares, diccionario para intelectuales selectos, dediqué una entrada a una de las partículas fundamentales del idioma español, y probablemente de cualquier idioma: “pero”, es decir, la conjunción adversativa más empleada.

pero (del lat. per hoc). Partícula fundamental y conjunción adversativa cuyo uso usted debe dominar a la perfección.

Compare estas frases:

“Es una gran novela, pero tiene fallos imperdonables”.

“Tiene fallos imperdonables, pero es una gran novela”.

Habrá observado que, tras leer la primera frase, uno se queda con la sensación de que no vale la pena leer la novela, mientras que al leer la segunda frase sucede todo lo contrario.

Es decir, lo que usted sitúa a la derecha del “pero” es lo que le interesa que sus lectores u oyentes recuerden, mientras que lo que coloca a la izquierda (o lo que dice antes) del “pero” es lo que quiere que olviden.

Con este sencillo truco, usted puede minimizar o maximizar los fallos y virtudes de cualquier cosa. Sirve indistintamente tanto para la crítica de sus enemigos como para el elogio de sus amigos o de usted mismo. Y nadie podrá reprocharle ser injusto o parcial.

Si ha preferido decir que es una gran novela pero que tiene fallos imperdonables, ante cualquier reproche de injusticia, podrá usted replicar con gesto inocente: “¿Es que acaso no dije nada más empezar que era una gran novela?”.

He traído aquí esta entrada de mi diccionario porque me ha gustado mucho una viñeta de El Roto en la que muestra que, en asuntos como el asesinato, ni siquiera sirve el truco que recomiendo en mi diccionario, o que al menos no sirve siempre, o que al menos en este momento ya no sirve: «Maté a gente indefensa, pero fue por una buena causa» (El País, 4 de enero de 2014).

¿Qué mejor manera de mostrar la sinrazón que respetar la manera de ordenar la frase de los propios asesinos, con el “pero” en el lugar que teóricamente serviría para intentar minimizar el crimen?

Es una estupenda muestra de que hay algo peor que el crimen injustificado: el crimen justificado. Para ser más precisos: la justificación del crimen.

Imagen superior: «El testamento de Orfeo» (1959), de Jean Cocteau.

Copyright del artículo © Daniel Tubau. Reservados todos los derechos.

Daniel Tubau

Daniel Tubau inició su carrera como escritor con el cuento de terror «Los últimos de Yiddi». Le siguieron otros cuentos de terror y libro-juegos hipertextuales, como 'La espada mágica', antes de convertirse en guionista y director, trabajando en decenas de programas y series. Tras estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a la literatura y el ensayo con libros como 'Elogio de la infidelidad' o la antología imaginaria de ciencia ficción 'Recuerdos de la era analógica'. También es autor de 'La verdadera historia de las sociedades secretas', el ensayo acerca de la identidad 'Nada es lo que es', y 'No tan elemental: como ser Sherlock Holmes'.
Sus últimos libros son 'El arte del engaño', sobre la estrategia china; 'Maldita Helena', dedicado a la mujer que lanzo mil barcos contra Troya; 'Cómo triunfar en cualquier discusión', un diccionario para polemistas selectos. Además, ha publicado cuatro libros acerca de narrativa audiovisual y creatividad: 'Las paradojas del guionista', 'El guión del siglo 21', 'El espectador es el protagonista' y 'La musa en el laboratorio'.
Su último libro es 'Sabios ignorantes y felices, lo que los antiguos escépticos nos enseñan', dedicado a una de las tendencias filosóficas más influyentes a lo largo de la historia, pero casi siempre ignorada o silenciada. A este libro ha dedicado una página que se ha convertido en referencia indispensable acerca del escepticismo: 'Sabios ignorantes y felices'.
En la actualidad sigue escribiendo libros y guiones, además de dar cursos de guión, literatura y creatividad en España y América.