Les aseguro que a estas alturas ya me da igual si David R. Ellis no es un buen director. Si hablamos de tiburones y de 3D, lo único que importa es cómo sacian su hambre esos matarifes flotantes.
¿A toda velocidad y con exhibicionismo gore, en pos del teenager despistado que pasaba por allí? ¿O a conciencia, seleccionando su presa como el gran blanco que retrató Spielberg?
Tendrán razón quienes elijan la primera opción. De hecho, sin tener otros paralelismos en su guión, Shark Night 3D viene a ser el equivalente contemporáneo de Tiburón 3D (Jaws 3-D, 1983), aquel espectáculo de Joe Alves destinado a los amantes de las emociones fuertes y las gafas bipolares.
Ya sé que en la película de Alves participaban actores profesionales –Dennis Quaid, Bess Armstrong, Lea Thompson y Louis Gossett, Jr.–, y que en este montaje de David R. Ellis cuesta encontrar un gramo de talento interpretativo.
También soy consciente de que Tiburón 3D, aun con todos sus defectos, tuvo a Richard Matheson entre sus guionistas, algo que en Shark Night 3D ni siquiera merece ser tenido en cuenta. Pero a pesar de todo ello, en ambos casos hablamos de productos diseñados para divertir al público juvenil con escualos, chicas monas y los sustos de toda la vida.
Con todo, no creo que James Cameron se sienta muy feliz con este empleo del cine en tres dimensiones. En realidad, Ellis emplea la fórmula con el mismo sensacionalismo que se destila en los últimos títulos de la saga Destino Final o en Piraña 3D.
Dado que hablamos del director de Serpientes en el avión, no podíamos esperar otra cosa.
Además, para que nadie se olvide de que esto es ficción realista, el encargado de manejar las criaturas animatrónicas es el gran Walt Conti, responsable de este tipo de trucajes en Anaconda, Liberad a Willy y Deep Blue Sea.
¿De verdad quieren conocer el argumento de la película? Juzguen ustedes mismos: siete jóvenes de la Universidad de Tulane veranean en uno de los enclaves más bellos de Louisiana, el lago Pontchartrain. Justo cuando empiezan a divertirse, los tiburones hacen su aparición y eligen un plato de nadadores en su menú.
Lo que ya no está tan claro es si se trata de una casualidad zoológica o de un plan siniestro, ideado con otros fines.
Ellis, que ya experimentó con el 3D en El destino final (2009), es todo un experto en fotografía subacuática desde que dirigió la segunda unidad en los rodajes de La tormenta perfecta y Deep Blue Sea.
Mike Fleiss y Chris Briggs, los productores, ya colaboraron juntos en Hostel y en la nueva versión de La matanza de Texas. Como se pueden imaginar al hilo de dichos títulos, ambos han puesto buen cuidado en que Shark Night 3D se acomode al estilo del subgénero llamado survival horror.
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