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Schubert y Eric Clapton: lágrimas en el cielo

En 1992, tras la trágica muerte de su hijo Connor –que había fallecido el año anterior al precipitarse al vacío desde un rascacielos de Nueva York–, Clapton escribió, en colaboración con Will Jennings, la canción Tears in Heaven (Lágrimas en el cielo), que, inmediatamente, se convirtió en un éxito a nivel mundial: fue incluida en la banda sonora de la película Rush, de Ron Howard, y, en 1993, ganó tres premios Grammy, “Canción del año”, “Grabación del año” y ”Mejor interpretación vocal pop masculina”.

La canción consta de dos partes, típicas del género, estrofa y estribillo, y, mientras la primera responde a una estructura armónica convencional, con un fin de frase en semicadencia, la segunda contiene una progresión realmente interesante, basada en una línea descendente de bajo cromático.

Tradicionalmente y, en especial, durante el período barroco, el bajo ostinato, en sentido descendente y de carácter cromático, adquirió una significación muy particular en la expresión del dolor a través de la música y, más concretamente, del dolor asociado a la idea de la muerte (propia o ajena). Podemos observar distintos ejemplos en el aria de Purcell When I am laid, de la ópera Dido y Eneas, o en el Crucifixus de la Misa en Si menor de J. S. Bach.

Imagen superior: Purcell, When I am laid

Imagen superior: J. S. Bach, Crucifixus

Este bajo lamentoso, que recuperarían, ya en el siglo XX, autores como Ligeti, propició formas musicales como la ciaccona y la passacaglia, y, de hecho, la Chaconne en Re menor de Bach, perteneciente a la Suite para violín BWV 1004, supone un lamento fúnebre a su primera esposa, María Bárbara, que falleció repentinamente en 1720.

Imagen superior: J. S. Bach, Chaconne

Volviendo a la canción de Clapton, en la estrofa encontramos una progresión similar, que viene precedida, en su enlace con el estribillo, por una cadencia rota, propiciando la tonalidad de Fa sostenido menor, relativa de la inicial, La mayor. Observamos, por tanto, el bajo lamentoso ­­–fa#, mi#, mi natural–, elaborado con un acorde de tónica, otro de dominante, en primera inversión, y un tercer acorde, de quinta disminuida, que no tiene labor funcional, creado gracias al deslizamiento cromático de las voces del anterior –marcado con la partitura con un signo de interrogación–. A continuación, el movimiento descendente se torna ascendente hacia la subdominante (Si menor), con su correspondiente dominante secundaria, el acorde de Fa sostenido mayor.

Imagen superior: Clapton/Jennings, Tears in Heaven.

Podemos escuchar una progresión muy parecida a la anteriormente mencionada en el lied de Schubert Linatey auf das Fest Aller Seelen, compuesto en agosto de 1818 –el autor contaba sólo veintiún años–, sobre un texto de Jacobi, que en español traduciríamos como Letanía para el Día de Difuntos.

Sobre la tonalidad de Mi bemol mayor, aparece la misma progresión que en la canción de Clapton, a saber, inicio de la frase sobre el relativo menor, dominante, dos acordes concatenados –en lugar de uno– sin función tonal aparente, fruto de desplazamientos cromáticos, y, para terminar, un acorde de sexta aumentada, es decir, una dominante secundaria sobre el quinto grado, en lugar de sobre el cuarto.

Imagen superior: Schubert, Litaney.

¿Casualidad o…? Curiosamente, si traducimos el texto de la frase que empieza en Do menor en el lied de Schubert, encontramos una frase, con toda probabilidad, muy reveladora en el contexto de Clapton:

die vollbracht ein banges Quälen,

die vollendet süssen Traum,

lebenssatt, geboren kaum,

aus der Welt hinüberschieden.

[quienes concluyeron un tremendo martirio,

quienes consumieron sus dulces sueños,

quienes, satisfechos de la vida, apenas nacidos,

fueron separados del mundo.]

En suma, mientras reflexionamos sobre estos asombrosos parecidos, tanto en temática y como en música, os dejamos con la bellísima interpretación de Linatey auf das Fest Aller Seelen de Schubert, en la voz de Elisabeth Schwarzkopf, acompañada al piano por Gerald Moore.

Copyright del artículo © Marta Vela. Reservados todos los derechos.

Marta Vela

Marta Vela es pianista, escritora y docente en la Universidad Internacional de La Rioja. Junto a una actividad muy intensa en diversos ámbitos artísticos –interpretación, dirección musical, gestión cultural, elaboración de contenidos audiovisuales–, sus líneas de investigación versan sobre música y literatura, interpretación y análisis, música vocal post-tridentina y música instrumental de los siglos XVIII, XIX y XX. Sus artículos han sido publicados en diversas revistas especializadas de España, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, México, Costa Rica y Reino Unido, entre las que destaca la "Revista de Occidente". Sus actividades artísticas han aparecido en medios de alcance nacional, Es.Radio, Cadena Cope, TVE 1, Radio Nacional de España, "El País", "El Mundo", "La Razón". En Radio Clásica ha presentado y dirigido espacios como "Temas de música" y "Música con estilo". Dos de sus libros, "Correspondencias entre música y palabra" (Academia del Hispanismo, 2019) y "Las nueve sinfonías de Beethoven" (Fórcola, 2020) le han valido sendas candidaturas, en 2020 y 2021, al Premio Princesa de Girona, en la modalidad de Artes y Letras. Asimismo, es autora de "La jota, aragonesa y cosmopolita" (Pregunta Ediciones, 2022).