El terreno ocupado por esta capital fue, en tiempos de la invasión romana, un poblado o iruña, al que el general Pompeyo dio por nombre Pompaelo en el 74 a.C. El proceso evangelizador tuvo efecto gracias al empeño de San Saturnino de Tolosa y sus discípulos. Entre los primeros en bautizarse figura San Fermín, prelado, mártir y futuro patrón de la urbe.
Bajo dominio visigodo, la zona entró en un tumultuoso periodo histórico, que la condujo a ser hostigada por los musulmanes y por los francos.
En 1423, Carlos III el Noble dictó el Privilegio de la Unión, que fundió bajo una misma jurisdicción los municipios de la antigua Navarrería, San Cernín (San Saturnino) y San Nicolás.
Cuando en 1512 Navarra se sumó a los dominios de Fernando el Católico, Pamplona entró en el cauce histórico que, a lo largo de los siglos, la llevó hacia lo que es hoy en el conjunto de España: un destino universitario de primer nivel, un núcleo de actividad industrial y un envidiable destino turístico, además de una ciudad con una elevada calidad de vida.
Qué ver en Pamplona
Aunque la construcción del magnífico templo catedralicio se prolongó entre 1390 y 1527, varios elementos de estilo neoclásico son fruto de posteriores reformas. Además de los ornamentos interiores, quedan a la vista del visitante otros tesoros, cuidadosamente ordenados en el Museo Diocesano que se abre en el antiguo refectorio.
La iglesia de San Nicolás, fortificada según el estilo del siglo XIII, comparte el favor de los pamploneses con el templo góticorománico de San Saturnino, la iglesia renacentista de Santo Domingo y la basílica de San Ignacio, edificada de conformidad con el patrón churrigueresco.
La capilla de San Fermín, foco de la devoción local, se halla en la iglesia de San Lorenzo. En lo que concierne a la arquitectura civil, son muchos los palacios y casonas que cabría citar. De todos ellos, el más interesante es el de la Diputación.
Fiestas
Cada 7 de julio, con el preceptivo chupinazo (cohete inaugural), dan comienzo las fiestas de San Fermín, difundidas internacionalmente gracias a Ernest Hemingway, a quien le cautivó la imagen más genuina de los encierros: la de los mozos ataviados de blanco, en animada concurrencia, citando y esquivando a un rebaño de toros de lidia que los persigue por las calles de la ciudad.
Qué comer en Pamplona
El tapeo, llamado en Pamplona poteo o chiquiteo, fomenta las relaciones sociales y permite disfrutar de los buenos oficios culinarios que se demuestran en los bares de la plaza del Castillo y la calle de la Estafeta. No son las únicas zonas donde tapear –en la ciudad abundan este tipo de establecimientos–, pero figuran entre las más recomendables.
La oferta de los restaurantes incluye platos tan suculentos como las alubias de Tolosa, el arroz con almejas, las borrajas rellenas, el cabrito asado, los callos al pilpil, el cogote de merluza, el cordero al chilindrón, la lubina al papillote, la menestra de cogollos de Tudela, el pichón encebollado, los pimientos del piquillo rellenos de txangurro y el salteado de habas.
Excursiones desde Pamplona
Bardenas Reales de Navarra.
Bosque de Orgi.
Embalse de Salobre o de las Cañas.
Encinares de Zigadia-Beroate.
Señorío de Bértiz.
Sotos del Quebrado, El Ramillo y la Mejana.
Valle de Roncal.
Visitas en los alrededores
Cizur Mayor y Cizur Menor.
Estella.
Gazolaz
Monasterio de la Oliva.
Olite.
Tudela.
Monumentos y museos
Catedral.
Palacio de Navarra.
Iglesia de San Saturnino.
Ayuntamiento.
Murallas.
Museo de Navarra.
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Imagen superior: Wikimedia Commons.
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