Desde fecha temprana, el emplazamiento celtíbero de Obila fue codiciado por los romanos, que cambiaron su nombre por el de Abela. Una vez cristianizada, padeció los vaivenes de la lucha entre los señores castellanos y los caudillos sarracenos.
Alfonso VIII cruzó sus límites en torno a 1085 y acentuó el carácter defensivo de la ciudad. Aún hoy, sus murallas, alzadas durante los siglos XI y XII por deseo de Raimundo de Borgoña , son una seña distintiva del contorno abulense. El establecimiento de familias nobles en su territorio hizo que la llamaran Ávila de los Caballeros.
«Acercarse a Ávila ‒escribe Fernando García de Cortázar‒ es emprender un viaje en el tiempo que nos lleva hasta la Edad Media, cuando la ciudad era un hervidero de caballeros y villanos, de judíos, musulmanes y cristianos que coexistían más o menos pacíficamente. Las sólidas murallas románicas que la protegían en aquel tiempo ‒dos kilómetros y medio de piedra almenada, con ochenta y siete torres circulares y diez piedras formidables‒ siguen guardándola hoy con celo. De lejos semejan una fortificación de cruzados sobre la ladera de un monte oriental. De cerca parecen recién construidas ‒tan increíble es su conservación‒ y obligan a dar por cierto que algo de mucho valor se defendía aquí y que era justificado el esfuerzo de los canteros traídos por Alfonso VI y su yerno Raimundo de Borgoña«.
Qué ver en Ávila
Al igual que las murallas, la bellísima Catedral (siglos XII- XVIII) resume la historia de Ávila y muestra el aire de fortaleza vigente en buena parte de sus construcciones. Con mayor unidad de estilo, el románico queda representado por la basílica de San Vicente y las iglesias de San Andrés, San Nicolás y San Esteban.
Mientras que la transición al gótico se advierte en el templo de San Pedro, el gótico tardío es el estilo triunfante en la capilla de Mosén Rubí de Bracamonte y en el Real Monasterio de Santo Tomás. En lo que concierne a arquitectura civil, destacan las casas señoriales edificadas entre el siglo XIII y el XVI; por ejemplo, los palacios de los Dávila, los Núñez Vela y los Polentinos, a los que se añade el torreón de los Guzmanes o palacio de Oñate.
Fiestas
Las procesiones de Semana Santa y las fiestas patronales de Santa Teresa de Jesús (15 de octubre) son las celebraciones más esperadas por los abulenses, quienes también participan animadamente en las romerías de San Segundo (2 de mayo) y la Virgen de Sonsoles (primer domingo de julio). En julio, tienen lugar las Fiestas de verano.
Qué comer en Cuenca
En el capítulo de las carnes, la gastronomía de Ávila figura entre las mejores. Son famosos el cabrito cocido moragueño, el chuletón de ternera avileña, el cochinillo asado y el hornazo. Otros platos muy divulgados en la capital son las patatas revolconas, los pimientos rellenos y el repollo al ajo arriero. Para completar esta oferta, los reposteros locales preparan amarguillos, empiñonados, huesitos, natillas, torrijas y yemas de Santa Teresa.
Excursiones desde Cuenca
Parque Regional de Sierra de Gredos.
Pinar de Hoyocasero.
Sierras de la Paramera y Serrota.
Valle de Iruelas.
Visitas en los alrededores
Cardeñosa.
Colina Calas de Guisando.
Las Navas del Marqués.
Solosancho.
Monumentos y museos
Basílica de San Vicente.
Catedral.
Convento de la Encarnación.
Convento de Santa Teresa.
Iglesia de San Pedro.
Puerta de San Vicente.
Real Monasterio de Santo Tomás.
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Imagen superior: Wikimedia Commons.
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