El alemán Andreas Martens, nacido en 1951, cursó estudios en la Academia de Artes de Düsseldorf antes de mudarse a Bruselas, uno de los principales centros europeos del cómic, atraído por su amor a ese medio.
Allí estudia en el prestigioso Instituto Saint Luc para luego completar su formación básica como ayudante de Eddy Paape. En 1978, inicia en el seno de la conservadora revista belga Tintín la serialización de una peculiar aventura de corte fantástico–terrorífico: Rork, cuyos episodios irán apareciendo de forma muy espaciada para ser recopilados posteriormente en dos álbumes editados por Lombard, que constituirán el primer ciclo de la saga.
Desde el principio, el autor nos deja claro que Rork es un individuo especial. Alto, de rasgos aquilinos y pelo blanco que contrasta con sus ropajes negros, es un entendido en lo oculto y lo insólito, al que recurren otros en busca de consejo o ayuda. El primer álbum, Fragmentos, es un conjunto de relatos cortos ambientados en los Estados Unidos de principios del siglo XX que constituye la carta de presentación del personaje y la introducción de algunos de los secundarios que jugarían un papel relevante más avanzada la saga.
Desde el punto de vista temático, este primer álbum es todavía fuertemente deudor de la imaginería terrorífica americana: August Derleth, William Hope Hodgson y, especialmente, H.P. Lovecraft y sus mitos de Cthulhu: casas aisladas de extraña arquitectura, el mar como fuente de amenazas, templos de arcanas religiones custodiados por siniestros guardianes, seres alienígenas de inteligencia inhumana que nos vigilan o que toman posesión de nuestros cuerpos y voluntades con oscuros propósitos… Las dos primeras historias son autoconclusivas, pero a partir de la tercera se establece ya una continuidad de temas y personajes: el rescate de una amnésica mujer a la que Rork bautiza como Low Valley inicia una serie de acontecimientos que culminarán en un clímax no resuelto con el protagonista a punto de morir aplastado por un tren.
Gráficamente, Andreas busca también inspiración en los maestros americanos del comic-book, como Mike Kaluta, Barry Smith y, muy especialmente, Neal Adams y Bernie Wrightson, a los que rinde cumplido homenaje en los dos primeros relatos del álbum, bautizando con variaciones de sus nombres a sendos personajes, Bernard Wright y Adam Neels. Sus escorzos, posturas retorcidas, manos huesudas, angulaciones extremas, atención por el detalle, ambientación decimonónica y utilización minuciosa del rayado como forma de sombrear y matizar la iluminación, remiten directamente a Wrightson, si bien no tardará el alemán en hacer suyas esas técnicas, adaptándolas de forma magistral a su propio estilo.
La evolución gráfica del autor resulta espectacular ya en esta primera etapa. En el segundo álbum, Pasajes, ya se encuentra experimentando con osadía con la composición de página, la forma de las viñetas como marcapasos temporal y emocional y una iluminación de gran poder expresivo, hasta el punto de que uno de los capítulos de este volumen, «La muerte gris», no requiere de texto de ningún tipo para transmitir el contenido de la historia y su carga terrorífica.
Ya en este punto, Andreas se configura como un autor complejo en forma y fondo que parecía casar mal con la tradición historietística francobelga, caracterizada por su estructura lineal y su mensaje nítido expresado en estilos gráficos amables y de sencilla asimilación. De hecho, las trece historias que componen estos dos álbumes fueron publicadas en Tintin a lo largo de un periodo inusualmente largo, tres años y medio, lo que indica el poco entusiasmo de la revista por una obra a la que no consideraba en armonía con su tradicional línea editorial. El excesivo intervalo entre episodio y episodio –que llegó a ser de un año–, achacable tanto a la redacción de la editorial como al creciente perfeccionismo de Andreas, no contribuyó precisamente a que Rork acumulara un nutrido grupo de seguidores.
Pasajes es básicamente la historia de Rork, al menos la que él mismo conoce y que dista mucho de aclarar el misterio sobre su verdadero origen y su inmortalidad. Abandonado trescientos años atrás cuando era un bebé en el hogar familiar de un humilde herrero, sus padres adoptivos pronto se dan cuenta de que es un muchacho muy especial.
Al iniciar su tránsito hacia la adolescencia, les abandona para convertirse en pupilo de un mago que le inicia en un conocimiento que sólo está al alcance de unos pocos: la capacidad para viajar entre mundos situados en diferentes dimensiones. Ese poder, sin embargo, tiene una severa limitación: sólo se puede utilizar dos veces. Cualquiera que trate de rebasar ese número habrá de enfrentarse a Pharas, una especie de guardián del secreto que borrará tal conocimiento de la mente del infractor.
Por supuesto, sucede lo inevitable: Rork excede el límite establecido y es perseguido por Pharas. Éste se lleva consigo el recuerdo de ese secreto y su capacidad para el salto dimensional, pero no impide que Rork intente cruzar una vez más y quede atrapado entre ambos mundos. Esta es la información que nos proporcionan los dos primeros álbumes de la serie, Fragmentos y Pasajes, la introducción al ciclo de Rork.
Como hemos dicho, Lombard, la editorial de Tintín, no estaba muy conforme con Rork. Le había exigido a Andreas que introdujera cierta continuidad en las historias de cara a su publicación en formato álbum, pero aún así, ante el poco interés del editor, el alemán optó por poner punto y final a la serie en 1982. Andreas creó entonces Cromwell Stone –en el que se evocaban muchos de los temas de Rork–, Cyrrus y Mil, alcanzando ya una notable madurez como autor.
Al mismo tiempo, Lombard publicó, dentro de su colección Cuentos y Leyendas, los álbumes Fragmentos y Pasajes. Ambos se vendieron inesperadamente bien y ello, junto con el evidente progreso en la calidad de las obras firmadas por Andreas, convenció en 1988 a la editorial para reanudar la serie de Rork. Así la segunda etapa del personaje regresó a las páginas de Tintín. Pero en ese interludio, el cambio que el autor había experimentado tanto en la construcción conceptual de sus universos como en el dibujo es muy notable. Andreas muestra ya un estilo asentado, más limpio y pulido tras haber interiorizado y adaptado a su dibujo de corte clásico las influencias americanas antes indicadas. Sus páginas ahora no son sólo expresivas, sino que ofrecen escenas de gran belleza plástica.
Este ciclo, además, introduce una mayor ambición conceptual, complejidad iconográfica y sentido de la continuidad frente a la estructura algo fragmentaria del primero. La separación entre ambos ciclos se formaliza al numerar la siguiente aventura, El cementerio de catedrales, como primer volumen. A partir de ese álbum, todos cuentan claramente con una apertura y cierre en forma de conversación entre dos búhos, símbolo de la sabiduría, pero también de la muerte, conceptos ambos que, junto a otros, permean toda la saga. En cada álbum, Rork visita un centro de poder esotérico, místico o religioso, donde contacta con un personaje al que convoca a reunirse con él unos meses después en Nueva York.
El cementerio de catedrales nos lleva a lo más profundo de la selva amazónica, donde Rork se materializa tras haber permanecido décadas cautivo en otra dimensión acusado de perturbar el equilibrio de su universo y, por afinidad, los de otras dimensiones. Por tanto, según se le dice, Rork será enviado de vuelta a su propio mundo para que restaure el orden. Su memoria se halla aún algo dañada y no acaba de creer lo que le han dicho sus captores, pero aún así decide seguir la corriente. Se une a un estrafalario y mal avenido trío de exploradores que buscan el lugar mítico del título, enclave que Andreas desvela en una doble página de sorprendente belleza en la que la arquitectura gótica de piedra gris se abre camino entre la espesura de la jungla. En esa selva de piedra tallada, Rork hallará de nuevo su fuerza perdida a costa de uno de los miembros de la expedición, así como también un aliado en la figura del extraño arquitecto que ideó aquel extraordinario lugar y que ha permanecido en animación suspendida durante siglos.
Si El cementerio de catedrales visualizaba la idea medieval occidental de la religión trasladada al Nuevo Mundo, Luz de estrella remite a los dioses primitivos de la Naturaleza. En los desérticos parajes de Nuevo México, Rork se reencuentra con Low Valley, la mujer amnésica que conoció en sus primeras aventuras y con la que saltó hacia otra dimensión separándose ambos en el proceso. Durante su estancia en ese otro plano, Low Valley aprendió los conocimientos que ahora, de vuelta en nuestro mundo, le han permitido erigirse en sacerdotisa de una tribu de indios. Sin embargo, a diferencia del inmortal Rork, el paso del tiempo sí ha hecho mella en su cuerpo. La proximidad de un evento cósmico que incidirá directamente sobre la vida del poblado, unida a la aparición de Rork y la lucha por el poder y el liderazgo en el seno de la tribu, aumentará de tal forma la tensión que no tardarán en producirse víctimas. Rork finalizará esta etapa de su periplo acompañado de la hija de Low, Sy-Ra, atrapada, como una vez lo estuvo él, entre dos mundos.
En Luz de estrella, el tono de la historia se desliza de la religión al esoterismo. La astrología se apoya en la creencia de que estamos unidos al resto del cosmos, que los sucesos del universo hallan su reflejo en nuestro mundo; en definitiva, que lo que está arriba influye en lo que está abajo. Así, la lejana alineación planetaria que acontece en el álbum surte un efecto directo sobre una porción del desierto terrestre, cambiando dramáticamente la vida de algunos de los que en ese momento se encuentran próximos.
Desde el punto de vista gráfico, cabe destacar los violentos contrastes narrativos de los que se sirve Andreas, utilizando viñetas-página de dibujo limpio pero muy detallado para representar los grandes espacios desérticos, seguidas de densas planchas con veinte viñetas.
El siguiente álbum, Capricornio, continúa el enfoque astrológico de la entrega anterior, pero introduciendo acusados contrastes gráficos y temáticos: de los espacios abiertos de Luz de estrella al abigarrado mundo urbano de Nueva York, de la deslumbradora luz del desierto a la noche de la gran ciudad. Pero, además, en esta aventura Andreas rinde un magnífico homenaje a la literatura pulp de comienzos del siglo XX, aquellas novelitas baratas en las que enigmáticos héroes de inagotables recursos (La Sombra, El Hombre de Bronce, El Vengador …) acompañados de sus leales ayudantes se enfrentaban a recurrentes villanos.
Rork, acompañado de Sy-Ra, acude a la Gran Manzana para recabar la ayuda de un multimillonario astrólogo, Capricornio, quien también lleva una doble y secreta vida como aventurero y justiciero en una inacabable lucha contra su particular némesis, el genio del mal conocido como Mordor Gott (cuyo apellido, por cierto, signfiica Dios en alemán, lo que añade una capa más de significado a la historia) y que ya había aparecido en El cementerio de catedrales. Sus ayudantes son la atractiva y competente Ash, y Astor, un ratón de biblioteca capaz de encontrar el dato más recóndito en sus innumerables libros. Será precisamente él quien descubra viejos volúmenes que revelan algunas pistas sobre la identidad de Rork y de quienes le han enviado a la Tierra, así como de las mentiras que le han hecho creer.
El objetivo es liberar el espíritu de Sy-Ra y devolverla a nuestro mundo, pero para ello Capricornio debe encontrar y obligar a Gott a ayudarles. Los protagonistas emprenden una búsqueda de la guarida del villano por el subsuelo de Nueva york sin saber que éste, utilizando un artefacto místico llamado Cubo Numérico, ha hecho un pacto con las misteriosas fuerzas que tratan de controlar el destino de Rork.
Andreas realiza un trabajo sobresaliente a la hora de adaptar la forma al fondo. Capricornio se abre con un conjunto de ilustraciones a página completa en blanco y negro que corresponden a aventuras ficticias (ficticias dentro de la propia ficción que es Rork) e imitan en su estilo a las que antaño acompañaron aquellas viejas revistas pulp. El dibujo despejado y luminoso de Luz de estrella deja paso al predominio de las sombras como debe ocurrir en una aventura que transcurre en su totalidad de noche y en los subterráneos de la ciudad. Pero además, Andreas establece dos narraciones paralelas, independientes pero que discurren acompasadas hasta coincidir en su clímax: una, la principal, es la peripecia de Rork y Capricornio; la otra, inserta en la anterior, es una de esas aventuras ficticias, supuestamente extraída de una revista pulp protagonizada por Capricornio, narrada a base de viñetas singulares en blanco y negro acompañadas de un denso texto redactado con el lenguaje florido y grandilocuente propio de aquellas publicaciones.
Descenso se abre con una magistral escena en la que cinco científicos que se hallan en el Polo Norte investigando un meteorito sufren el ataque de una misteriosa entidad. No tarda en llegar Rork atraído por la noticia. Pero lo que encuentra en el cráter del supuesto meteorito es una gigantesca nave que, haciendo uso de curiosas señales, lo atrae al interior. El ingenio resulta tener una profundidad inmensa y Rork debe llegar a las entrañas para descifrar el enigma que le plantea: ¿está viva la nave o es sólo una máquina? ¿para qué ha leído su cerebro? ¿qué le pretende decir?
Tradicionalmente, el descenso a las profundidades de la Tierra se ha identificado como el camino al infierno: pero en este caso, y aunque no sin tribulaciones, para Rork ese periplo hacia lo desconocido culmina en la revelación del misterio de su propia identidad (si bien ésta aún permanecerá oculta para el lector hasta el siguiente y último álbum). Recordará quién es, sí, pero no logrará desentrañar la naturaleza de la nave o su propósito. Si en álbumes anteriores se había hecho hincapié en conocimientos herméticos como la religión, la astrología o el misticismo, ahora entramos en el terreno de la ciencia: una nave construida con metal, tubos y cables, una estructura que teóricamente podría ser desentrañada. Sin embargo, la inteligencia que se oculta tras ella es tan diferente a la humana que resulta inaprensible.
Andreas conecta el esoterismo con la ciencia de acuerdo con aquella máxima expuesta por Arthur C. Clarke y según la cual si la tecnología es lo suficientemente avanzada, resulta indistinguible de la magia.
Descenso es también un ejemplo de virtuosismo gráfico y narrativo. Para reflejar ese viaje a las profundidades de la Tierra y hacia el corazón de ingenio extraterrestre, Andreas se sirve de todos los recursos imaginables: viñetas–página, planchas con cientos de diminutas viñetas, raccords espaciales y temporales, elipsis, primeros planos, planos generales, angulaciones extremas, viñetas de diferentes tamaños y formas…Un auténtico despliegue de talento que quizá pueda resultar confuso para el lector novel, pero que el más veterano lo apreciará como un experimento rompedor, refrescante, atrevido y desafiante.
La saga llega a su clímax final en Retorno, donde Andreas trata de atar los cabos sueltos de una forma un tanto apresurada. En realidad, dada la complejidad que había ido acumulando la trama, Andreas propuso añadir un álbum a los cinco inicialmente previstos, o bien finalizar la serie con un volumen doble, pero Lombard rechazó ambas propuestas. El resultado es un álbum denso y en exceso confuso. Abundan las páginas con pequeñas viñetas y continuos saltos geográficos y temporales que intentan cubrir las pesquisas y aventuras de los numerosos personajes que ahora se dan cita para ayudar a Rork, sobre cuyo origen se ofrecen por primera vez respuestas. Nos enteramos, por ejemplo, que proviene de un mundo en el que gobiernan la inmovilidad, los símbolos y las ideas. Rork significa símbolo o pensamiento en el sentido de idea, de creación (pista que ya se había aportado en Capricornio); simboliza, pues algo universal, un pensamiento universal.
Rork es una saga que se centra en la aventura con tintes mágicos y la exploración iconográfica y el propio Andreas admitió que no le interesaban demasiado los personajes. Éstos son siempre opacos, con personalidades apenas bosquejadas a grandes rasgos, que se mueven por la historia como peones empequeñecidos por la sensación de grandeza y misticismo que destila el mundo que habitan, ya sea la selva, el desierto, la ciudad o las desolaciones árticas.
El propio protagonista, Rork, es el más insulso de todos los personajes de la saga, pero su búsqueda de la propia identidad y su papel en el multiverso está contada de una forma tan original y dinámica que consigue mantener el interés del lector. El objeto de su misión en nuestro mundo nunca queda lo suficientemente claro aunque algunas conversaciones apuntan a que es la salvación de nuestro universo. La amenaza a la que se enfrenta nuestro mundo, paradójicamente, es que el hombre tenga éxito a la hora de alcanzar los dos extremos universales: la perfección o el caos. De acuerdo con Rork, es la línea que separa ambos estados por la que debe transitar el hombre. Él mismo se define en Retorno como salvador de una posible deriva hacia el infierno y el demonio.
Entre los temas que se tocan en Rork encontramos lo mítico, expresado ya sea mediante los hombres submarinos (trasuntos de atlanteanos), alienígenas de incomprensible inteligencia o fuerzas geománticas, pero también mitos modernos, como Capricornio, que representa al héroe popular contemporáneo.
Otro tipo de mitología, aunque esta vez todavía vigente, la religión, también tiene significativa presencia en la serie desde el principio, cuando en Fragmentos Rork entra en un templo subterráneo. Las referencias religiosas se hacen aún más videntes en El cementerio de catedrales, en la que los guardianes del lugar (Mordor Gott, que viste como un fraile), los Mentirosos de Vree (ataviados como sacerdotes) y las propias catedrales, sirven de elementos religiosos. En Luz de estrella, Low Valley es una sacerdotisa para los nativos y los fenómenos cósmicos que contemplan son interpretados por ellos como acciones divinas; en Capricornio reencontramos a Mordor Gott de nuevo vestido de monje y custodiando su templo cúbico; y en Retorno se describen tanto algunos rituales como diversas localizaciones geográficas singulares de especial significación mística.
La religión y la magia sostienen la existencia de una multiplicidad de mundos. Uno de ellos es el nuestro, claro está, pero otros están poblados por espíritus, dioses o demonios. Las religiones a menudo creen en el tránsito de un mundo a otro, aunque este pasaje se suele realizar al morir. Efectivamente, en Rork esos tránsitos a menudo están asociados con la muerte. Por ejemplo, el primer pasaje comienza con la muerte del capitán que le inicia en el misterio, y el segundo viene acompañado de la asfixia de Rork. En el tercero, el protagonista es literalmente aplastado y cuando es enviado de vuelta a nuestro mundo por los Mentirosos de Vree, su viaje coincide otra vez con el fin de una vida (la del joven Levec). Luego está el pasaje del emisario de Vree en Capricornio (el hombre muere nada más llegar) y el tránsito de Rork en Descenso le salva de una muerte segura.
Finalmente, los pasajes de Retorno pueden igualmente vincularse con la muerte. Parece obvio que Andreas utiliza estos viajes como símbolo de una muerte controlada: el último que realiza Rork en Retorno es un suicido que en realidad lo devuelve a su mundo de origen adoptando ya su auténtica forma. Los pasajes también son una puerta al Cosmos (Pasajes o Descenso), a una nueva vida (la huida de Rork del polvo mortal en Pasajes), hacia el infierno (El cementerio de catedrales) o hacia el sueño (Retorno).
También presente está el tema de la dualidad ilusión/realidad. Desde la era de la Ilustración, el hombre ha tratado de encontrar explicaciones racionales a asuntos que no tienen cabida dentro de la ciencia conocida, ignorando deliberadamente cualquier explicación de tipo místico o sobrenatural.
En cambio, el mundo de Rork no ha desmitificado el misterio, lo extraño, lo inhumano. El enfrentamiento del hombre racional con lo irracional aparece evidenciado por primera vez en el álbum Pasajes, cuando el detective Raffington Event experimenta un desconcertante fenómeno que desafía la lógica. La explicación de Rork ante el desconcierto de Event es: «Digamos que usted y sus contemporáneos se apresuran a asumir lo que ven… Tan pronto como uno sabe lo que usted quiere ver, puede hacérsele creer lo que sea. Esté atento».
El hombre, por tanto, no vive en la auténtica realidad, sino en una que él mismo se fabrica. Desde ese momento, Andreas propone un gran juego para el lector atento, moviendo la serie entre la realidad y la fantasía. Por ejemplo, en el álbum Capricornio, ¿no es la revista pulp que narra sus aventuras sino un exquisito ejemplo de escapismo de la realidad al tiempo que de fusión entre lo que es real y lo que es ficticio?
Lo que sí parece ser auténtico es la interminable lucha entre el bien y el mal que se describe en Capricornio y que forma parte del espíritu más íntimo de las novelas pulp. Es una lucha con tintes místicos que tiene lugar entre diferentes personajes en varios momentos y a distintos niveles en la saga y que culmina en el combate entre Rork y Dahmaloch. Resulta novedoso asimismo que dos antagonistas que representan el Bien y el Mal vistan de una manera opuesta a como normalmente se suele representar esta dicotomía: Rork viste de negro y Pharas de Blanco.
El quinto y último tema y nexo común entre todos los demás es el Tiempo. El período que ha pasado dormido el arquitecto de El cementerio de catedrales, el tiempo que Low Valley vive exiliada en otra dimensión… En Retorno este aspecto se desarrolla de forma expresa, con una narración que retrocede y avanza en el tiempo y una aventura que se desarrolla en localizaciones situadas de tal manera que sobre el mapa forman la esfera del reloj.
Entonces, teniendo en cuenta todos estos temas, ¿de qué va Rork? Rork no es simplemente la historia de un alma de otro universo perdida en el nuestro que trata de hallar el camino de regreso. Eso sería demasiado sencillo para Andreas. Lo único que se puede sacar en claro tras el apresurado clímax final es que el hombre no comprende el mundo en el que habita, la vida es inexplicable y siempre quedará una pregunta más por responder.
Rork finalizó en 1992, pero regresó en 2002 y 2012 con la publicación de historias de complemento y un nuevo álbum, Fantasmas, que no era tanto una continuación como un acompañamiento de los anteriores. Asimismo, Capricornio, el carismático detective que ayudaba a Rork en el quinto álbum de la saga, obtuvo serie propia en 1997, contabilizando hasta la fecha nada menos que 17 álbumes.
Rork no es una obra fácil ni recomendable para quien busque una lectura sencilla y sin complicaciones. Andreas es un autor muy personal que no toma atajos gráficos ni conceptuales. Abordar sus álbumes requiere concentración y reflexión. Sus extraños universos, su original dibujo y su narrativa rupturista le han granjeado elogios por parte de la crítica y de un núcleo de aficionados relativamente pequeño pero de gran fidelidad, al tiempo que le han alienado del gran público y, consecuentemente, de las editoriales más generalistas. En resumen, que se ha convertido en lo que se suele conocer como autor de culto.
Con todo, si buscas un cómic diferente, que te sorprenda, en el que cada álbum ofrezca algo nuevo, del que no sepas qué esperar al volver la página y en el que descubras nuevos significados con cada lectura, Rork es una buena elección.
Álbumes publicados
Fragments (Fragmentos) (Lombard, 1984)
Passages (Pasajes) (Lombard, 1984)
Le Cimetière des Cathédrales (El cementerio de catedrales) (Lombard, 1988)
Lumière d’Etoile (Luz de estrella) (Lombard, 1988)
Capricorne (Capricornio) (Lombard, 1990)
Descente (Descenso) (Lombard, 1992)
Retour (Regreso) (Lombard, 1993)
Les Fantômes (Los fantasmas) (Lombard, 2012)
Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus entradas aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.