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Pinacoteca canora (XVIII): Lea Desandre

Se tuvo oportunidad de conocer a esta cantante (o ponerse en contacto con su voz) cuando en 2018 el sello Naxos (digamos de paso que es el más activo actualmente en publicaciones operísticas) distribuyó en imágenes un Orphée et Eurydice de Gluck, en la adaptación realizada por Berlioz en 1859, año que fue el mismo que vio los estrenos del Faust de Gounod con diálogos hablados y la Dinorah de Meyerbeer.

Una adaptación berloziana a favor de su admirada Pauline Viardot, parte que en esta lectura asumió Marianne Crebassa. Desandre se encargaba del personaje del Amor en una producción de Aurélien Bory para la Salle Favart (la Opéra-Comique) parisina en 2018, dirigida musicalmente por Raphaël Pichon y con la Eurydice asimismo francesa de Hélene Guilmette. Todo, pues, quedaba en casa.

Por otro lado, llamó la atención que este personaje mitológico, el Amor, encomendado siempre tanto en la versión original vienesa en italiano (1762 con el castrado Gaetano Guadagni) como la parisina en francés (1774 con el haute-contre Joseph Legros) así como la revisión berloziana, se distribuyera a una soprano ligera y no a una mezzosoprano cual es el caso presente. De hecho, quien acompañó a la Viardot como L’Amour en aquel 1859 fue Marie-Ernestine Marimon, alumna de dos celebridades (la Cinti Damoreau y Duprez) cuyo caballo de batalla era Mysoli de la entonces muy popular Perle du Brésil de Felicien David, cuya aria de coloratura Charmant oisseau fue frecuentada en los albores de la discografía gracias a luminarias como Selma Kurz, la Beach Yaw, Luisa Tetrazzini, Regina Pacini y otras más. O sea que la Marimon era una soprano lírico-ligera de manual.

La Desandre como Amour está vocalmente excelente y es capaz por sus condiciones físicas (estudió también danza) resolver todos los malabarismos corporales impuestos por el regista.

Tras este perdonable inciso, se retoma al motivo central de este artículo. Antes de la publicación del Orphée citado, la mezzosoprano ya tenía, pese a su juventud (nació en 1993) un apreciable currículo en teatros franceses con obras de Rameau, Monteverdi, Vivaldi, Cavalli, Marin Marais, repertorio pues dentro del Barroco italiano y francés. Una nueva mezzo francesa entre tantas otras actualmente en rodaje, aunque ella, por orígenes, prefiera ser considerada como franco-italiana.

Entre septiembre de 2020 y febrero de 2021 grabó Desandre su primer recital, avalado por la producción de un hombre ya mítico en este territorio, Alain Lanceron, y apadrinada por figuras como Cecilia Bartoli, que interviene como Mitelene en la ópera homónima de Giuseppe de Bottis, Véronique Gens que la acompaña cual Hyppolite en Les Amazones de Philidor y William Christe que vuelve a sus principios profesionales tocando al clavichémbalo un pasacalles de Couperin (Louis, el tío del más conocido François Couperin). No en vano, Desandre se integró un tiempo como miembro de su fructífero Jardin des Voix del director franco-americano.

Las amazonas, esas guerreras griegas de la Capadocia, se erigen como motivo programático del disco de la Desandre, de quien no se ofrecen más datos personales o profesionales. Ya hay acceso en Internet a suficiente información al respecto para quien en ello esté interesado.

La mezzosoprano está acompañada por el Ensemble Jupiter y su director Thomas Dunford. Conjunto que ofrece el rendimiento habitual en su tarea de acompañamiento vocal, además de en solitario dar probada calidad a páginas de Marin Marais, Destouches y Vivaldi.

De los 25 cortes en que se distribuye el programa del disco, 15 son primeras grabaciones, o sea la mayoría, con una duración total generosa: 75 minutos. Todo ello cuenta positivamente.

Responsable del contenido unitario del programa es Annis François y cuenta con comentarios adjuntos de Marion Bet. Todo muy entre mujeres con cierta lógica editorial. Eso sí, esta parte literaria de la entrega se redacta en francés, inglés y alemán, como si sus responsables consideraran que el público que habla español es políglota.

Desandre comienza su recital con Lo schiavo di sua moglie, un título que de inmediato remite a la típica comedia de conflictos entre varones y mujeres. La acción ocurre en el reino de las Amazonas y trata de los desencuentros amorosos de sus protagonistas (por medio Teseo y Hércules) encaminados al frecuente final feliz. Desandre propone una ágil aria para Lucillo (un esclavo turco, personaje bufo) y el lamento de Menalippa la hermana de Ippolita que es la soberana del femenino reino. Dos estados de ánimo y dos escrituras opuestas en las que la mezzo se desenvuelve con pericia. El timbre límpido y penetrante, la musicalidad exquisita, una afinación impecable y una exposición clara del texto destacan de inmediato. Muy expresiva en la diferente situación del respectivo personaje, se evidencia que posee el tipo de voz apropiada (ligera y colorida) para ello. Todas estas cualidades se irán manteniendo en el resto del registro, enriquecidas en algunos casos con la pertinente disposición para el canto de coloratura.

Tal como ha lugar en la Mitilene parmesana de Viviani, un tema retomado por Giuseppe de Bottis casi tres décadas más tarde para un estreno napolitano. De esta última se canta un hermosísimo dúo en el cual la calidez tímbrica de la Bartoli se suma a la luminosidad de la Desandre formando así una cohesión implacable.

Giuseppe de Bottis vivió entre 1678 y 1753, estrictamente contemporáneo de Vivaldi pues nacieron el mismo año con pocos meses de diferencia. Mientras uno centraba su actividad sobre todo en Venecia, el otro lo hacía en Nápoles.

Por la parte del más veterano Giovanni Buonaventura Viviani (de 1638, muerto en 1693) su obra compitió en Italia con estrenos de Cavalli, Legrenzi y Cesti.

Carlo Pallavicino (1639-1688) era originario de esa Saló, que de inmediato alguien recordará por la película de Pasolini que hizo escandalosamente famosa esa localidad bresciana. Aunque tras pasear sus obras por toda Italia se asentó en la corte de Dresde, prueba del prestigio alcanzado.

De L’Antiope de Pallavicino completada por Nikolaus A. Strunck aparece el aria de ira Sdegni, furori barbari. Pese a su brevedad, pone a prueba los recursos dramáticos de un intérprete. La página puede recordarnos la entrada en escena de Armida en el Rinaldo de Haendel, compuesta 21 años más tarde. Como se estrenó en Dresde en 1690 es dífícil que Haendel con apenas cinco años la hubiera escuchado y viviendo a 150 kilómetros de la distancia de entonces. Casualidades curiosas.

Muy atractivo es el corte noveno, ya metida Desandre en territorio francés. En compañía de Véronique Gens, las dos muchachas exhiben, muy bien acopladas, varios pasajes de virtuosismo en la ya citada Les Amazones de Philidor. Estrenada en 1700, compositor pues que se midió con otras de Marin Marais, Campra y Destouches, este Philidor fue un familiar que precedió al más famoso pariente de la saga musical: François André, autor de célebres comedietas como, la más recordada, Tom Jones.

Entre los compositores italianos y franceses, elegidos por la cantante y el organizador del programa, destaca un nombre alemán que, como se ha hecho brevemente con otros colegas, precisa un detalle biográfico: George Gaspar Schürmann. Nacido en 1672 (o 73 no está del todo claro) murió en 1751. O sea, para situarlo era algo más de una década mayor que su coterráneo Haendel a quien sobrevivió ocho años. Su Alceste que aparece en el disco (instrumental y vocalmente) es de 1719, un año en que extrañamente Haendel en Londres no estrenó ninguna ópera. Como Schürmann la dio a conocer en Hamburgo los recitativos se dieron en alemán y algunas arias en italiano tal como allá se acostumbraba y tal como ofrece Desandre del aria de Hyppolite del acto I, Non ha fortuna il pianto mio. Una vibrante ejecución, la que precisa el estado anímico del personaje que la canta.

Esta ópera encaja en el programa “amazónico” de la Desandre por vía de Hércules que, aparte de enfrentarse al poderío de las Amazonas, rescató a Alcestes de los poderes infernales, donde ella misma se había arrojado para salvar la vida de su esposo Admeto.

Marthésie es una obra de Destouches dada a conocer en 1699 en Fontainebleau. Las dos situaciones que vive Thalestris participan del mismo contenido quejumbroso que la cantante traduce con modales de auténtica convicción. En especial en la patética O mort, o triste mort!

La presencia de Hércules es imprescindible cuando se trata el reino amazónico y la ópera de Vivaldi Ercole sul Termodonte ocupa el más amplio espacio en el recital de Desandre, con la sinfonía con sus tres movimientos intercalados entre el resto del programa. La cantantes por su lado, encuentra en Scenderò, volerò, griderò, de nuevo dos momentos de diferente sentido canoro y dramático, un vehículo de exhibición destacable. En Onde chiare che sussurrate, la imaginación vivaldiana en estado puro y potenciado, exhibe un modelo extraordinario de descripción musical que la mezzosoprano simplemente borda. Su frescura vocal parece hacerse eco de las ondas del río que inspiran su discurso sentimental. En soberano contraste, la breve pero intensa aria de venganza la permite dar salida a temperamento agresivo. Estos dos cortes son, sin duda, lo mejor y lo más deslumbrante del recital.

En este imaginario museo vocal, por sus características la voz de Desandre, colocada o comparada con otras voces ya incluidas en la colección, se encuadraría en una miniatura. Eso sí, un puntilloso retrato hábilmente modelado con su bien delineados perfiles y sus vivos y argénteos colores.

Una vez aclarada esta vocalidad, se podría definir a la Desandre como una Soubrette mezzosopranil, sin duda una anómala calificación que, espero, no tomen a mal o irrite a los fundamentalistas de las clasificaciones instrumentales. Porque Desandre no tiene el color ni la anchura asociadas tradicionalmente a una mezzosoprano, la que se relaciona en repertorio francés (por no salir del de su patria) a una Carmen, una Charlotte o una Dalila, en el que esta joven cantante estaría más cerca de una Mignon, un Cherubin o una Cendrillon. La Desandre lo sabe y su voz tiene su espacio en otros ámbitos interpretativos donde, como demuestra en este precioso disco, puede brillar y brilla.

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Imagen superior: Lea Desandre © Julien Benhamou. Parlophone Records Limited.

Copyright del artículo © Fernando Fraga. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).