A diferencia de lo que sucede con otros autores de su tiempo, uno lee a Jane Austen con naturalidad, sin desprenderse de la sensibilidad actual, y sobre todo, sin esa sensación de que hemos de pasar las páginas con un quinqué encendido y con la mano agarrada a la solapa de la levita.
Austen es, en este sentido, nuestra contemporánea, por más que una obra como Persuasión fuera publicada en 1818, seis meses después de fallecer la escritora.
Como sucede con la mayor parte de la narrativa austeniana, esta novela refleja con sorprendente inteligencia dos facetas del espíritu humano: por un lado, la percepción del amor y de su complicado envoltorio romántico, y por otro, el inagotable vaivén de las relaciones sociales en un marco definido por la rigidez y por las constantes expectativas de aquellos tiempos.
La protagonista, esa madura Anne Elliot ‒27 años de aquella época‒ que es testigo de las cotidianas tribulaciones familiares, adquiere un perfil habitual en las heroínas de Austen, siempre caracterizadas por la inteligencia y por la fortaleza psicológica.
Aunque son muchos los zigzagueos del argumento, el lector sabe que el punto de partida de lo que vendrá después es el reencuentro de Anne con el capitán Frederick Wentworth, junto al que vivió una prometedora relación siete años atrás. Y las segundas oportunidades ‒ya se sabe‒ son un caldo de cultivo idóneo para que Austen haga brotar su excepcional talento, que en este caso se adorna con chispa e ingenio.
El cuadro de personajes secundarios es excepcional, y va desde los propios Elliot ‒con sus permanentes inquietudes financieras y las extravagancias del patriarca‒ a los Uppercross, los Wenworth, los Crofts y los Musgrove. Se genera así un repertorio humano colorista, variado y siempre lleno de interés. Algo que, por lo demás, no es un elogio sino una marca de fábrica que reluce en prácticamente todos los títulos de Jane Austen.
Añadamos en este caso un lirismo inusual en la autora, y que, en cierto modo, remite a Keats y a Coleridge.
A los austenianos más recalcitrantes quizá les interese saber que la novela se inspira muy libremente en ciertos detalles reales. Por ejemplo, el hermano de la autora, Charles Austen, sirve de referencia para el capitán Wentworth, y su esposa, Fanny, tiene similitudes con la mujer de otro caballero de la Armada, el ficticio almirante Croft.
Las viñetas costumbristas de Persuasión, que aquí disfrutamos gracias a la modélica traducción de Francisco Torres Oliver, vienen acompañadas en este volumen por el único texto existente de la novela que Austen no llegó a completar, Sanditon.
Sinopsis
Persuasión, publicada póstumamente en 1818, presenta un cuadro de familia sumamente austeniano: un viudo pomposo que sólo lee el baronetario, una hija soltera llena de pretensiones, una hija casada hipocondríaca y caprichosa, una multitud ruidosa de parientes y vecinos que aparecen por todas partes… y, al fondo, en el último rincón, una heroína sensible, paciente y menospreciada. Pero Persuasión es la última novela de Jane Austen y su heroína no es ya una muchacha en trance de aprendizaje sino una mujer en su madurez. Una mujer que «había dejado atrás la edad de ruborizarse; pero no, desde luego, la de las emociones»; y que ahora, ocho años después de haber rechazado, persuadida por un mal consejo, al hombre que amaba, ve como éste reaparece en su vida, rico, honorable, pero aún despechado. Una mujer que, quizá por primera vez en la historia de la novela, debe luchar para que el amor le conceda una segunda oportunidad.
Esta edición ofrece además, al lector curioso, el jugoso e inédito fragmento de la novela que Jane Austen dejó inacabada al morir, Sanditon.
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