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Noviazgo con Marcel Proust

El obediente almanaque señala que estamos en una temporada de rememoraciones proustianas. Este año el escritor cumpliría un siglo y medio. En 2022 se recordará el centenario de su muerte. Vayan unas pocas líneas apoyadas en algo tan propio de él, la memoria.

En efecto, su texto magno En busca del tiempo perdido es, entre muchísimas otras cosas, una meditación sobre el tiempo que perdemos al vivir, hecho de instantes efímeros e irrepetibles, y el Tiempo del arte, que existe para pasar y no transcurrir pues retorna cada vez que, por ejemplo, nos asomamos a su imponente texto.

Proust, además, no es un escritor por el cual uno atraviesa una multitud de páginas para no volver sobre ellas. Es exigente hasta la tiranía. O nos ponemos de novio o novia con él, toda la vida, o es mejor no aproximarnos. Noviazgo, no matrimonio.

La Busca es un libro complejo desde su título pues recherche significa en francés no sólo búsqueda sino también investigación. Se puede decir, simplificando su complejidad, que es la historia de un hombre que quiere ser escritor y que lo consigue escribiendo lo que estamos leyendo. Es una obra en trámite, el relato de una vida y, a la vez, la narración de su escritura, de modo que sus páginas cuentan una multitud de eventos y, entre ellos, la tarea de taller que las hacen posibles.

Si soportara una síntesis –es capaz de soportarlas innumerables– se diría que describe el espectáculo del mundo como una interminable fiesta, es decir una reunión en la que, ceremoniosamente, se permite violar las normas de la existencia cotidiana. Sus gentes van a cumplir ese rito del ocio y el placer y, al hacerlo, se revuelven sus interiores y salen a relucir sus demonios. El narrador sueña con ser invitado y, al llegar, comprende que es un no incluido, un señalado al que convidan para que convierta en personajes a los dueños de casa y a su selección de cónvites. Los vuelve criaturas del Tiempo pues, de otra manera, serían sombras y cenizas del tiempo, es decir: de la muerte.

Una fiesta es la celebración del ocio y el gasto y así la población proustiana es un amasijo de ociosos y gastones asistidos por su servidumbre. Los únicos que trabajan, o sea que producen, entre ellos son los artistas: el escritor Bergotte, el pintor Elstir, el músico Vinteuil y el propio narrador, del cual el primero es el maestro, sin olvidar la proliferación de imágenes que Proust propone, dignas de un pintor, y la compleja melodía de su prosa, propia de un compositor.

Esta busca-investigación es asimismo la descripción y el balance de una cultura, sobre el tinglado social que la soporta. Ocurre en la Francia desgarrada por el asunto Dreyfus y que se dispone, sin saberlo, a destruirse en la primera guerra mundial, que asoma hacia el final del texto, llegando al inicio de la era interbélica de 1919 a 1939. La ansiedad por organizar fiestas y veraneos, conversaciones y amoríos, paseos y comilonas, es una ansiedad de aniquilación. Proust la describe sin patetismo ni énfasis de apocalipsis. La fiesta se propone interminable aunque no lo será.

Interrumpo esta mínima reflexión. Voy a releerlo por enésima vez. Tengo una cita con mi novio Marcel. Él pondrá el té, yo llevaré las flores.

Copyright del artículo © Blas Matamoro. Reservados todos los derechos.

Blas Matamoro

Ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Nació en Buenos Aires y reside en Madrid desde 1976. Ha sido corresponsal de "La Opinión" y "La Razón" (Buenos Aires), "Cuadernos Noventa" (Barcelona) y "Vuelta" (México, bajo la dirección de Octavio Paz). Dirigió la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" entre 1996 y 2007, y entre otros muchos libros, es autor de "La ciudad del tango; tango histórico y sociedad" (1969), "Genio y figura de Victoria Ocampo" (1986), "Por el camino de Proust" (1988), "Puesto fronterizo" (2003), Novela familiar: el universo privado del escritor (Premio Málaga de Ensayo, 2010) y Cuerpo y poder. Variaciones sobre las imposturas reales (2012)
En 2010 recibió el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural. En 2018 fue galardonado con el Premio Literario de la Academia Argentina de Letras a la Mejor Obra de Ensayo del trienio 2015-2017, por "Con ritmo de tango. Un diccionario personal de la Argentina". (Fotografía publicada por cortesía de "Scherzo")