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«Nick y el Glimmung», de Philip K. Dick

Aunque creo que ya no hay mucha gente que dude hoy de la importancia literaria de Philip K. Dick, esta es una buena ocasión para reivindicar su versatilidad. No me parece mala idea, dado que, hace no demasiado tiempo, Dick aún era víctima de los tópicos.

¿Recuerdan cuando algunos lectores influyentes sólo mencionaban su exploración metafísica, sus preocupaciones políticas o su paranoia anfetamínica? ¿Y qué me dicen de esa identificación continua con el arquetipo del replicante?

Por fortuna, lo mejor de la obra de Dick está disponible en nuestro idioma desde hace años, y eso nos permite comprobar que el escritor, a o largo de su carrera, planteó un extenso viaje alrededor de su propia imaginación. Un viaje con numerosas escalas, en el que no faltaron nunca el humor o la indagación filosófica.

Nick y el Glimmung contribuye a romper algunos clichés acerca de Dick. Para empezar, es una novela infantil, o mejor dicho, una aventura que cabe encuadrar dentro de esa etiqueta que los anglosajones llaman young adults (YA), y que involucra a lectores adolescentes y jóvenes. No obstante, será muy del agrado de todos aquellos adultos que militan ‒militamos‒ entre los seguidores de este creador irrepetible.

Aunque fue escrita en 1966, Nick y el Glimmung se editó en 1988. Es curioso que un texto tan agradablemente ligero ‒aunque en ningún caso superficial‒ se ubique en el mismo universo que el clásico Gestarescala (1969), una de las mejores distopías de Dick.

En este sentido, resulta tentador leer entre líneas Nick y el Glimmung, y buscar en sus personajes algunas pistas que nos ayuden a confirmar las obsesiones de Dick. ¿Hay aquí alguna huella de la psicología junguiana? ¿Se reproduce el fatalismo que domina en otras de sus obras? Me temo que este tipo de análisis es un ejercicio legítimo, pero quizá innecesario.

En este caso, me parece más saludable disfrutar de la historia sin ponerla bajo la lupa, sustituyendo el ceño fruncido por una sonrisa de satisfacción. Y es que, créanme, nos hallamos ante un libro entretenido e inteligente, resuelto con un estilo impecable. Que sus destinatarios prioritarios sean los más jóvenes sólo le añade una virtud más: esa claridad expositiva que a veces Dick prefería sustituir por reflexiones más densas o ambiguas.

El protagonista, Nick Graham, abandona la Tierra junto a su familia en 1992. ¿El motivo? Una ley que impide la posesión de mascotas. Junto los Graham, viaja el gato Horace, causante de ese exilio galáctico. Su destino es el Planeta del Labrador, donde se sucederán las sorprendentes peripecias que componen el relato.

No voy a adelantarles más detalles, pero sí que apunto una mínima advertencia, y es que podrán encontrarse en estas páginas con dos de las fórmulas más frecuentadas por Dick: los simulacros humanos y el encuentro más o menos conflictivo con especies extraterrestres.

La edición española cuenta con otro aliciente: las maravillosas y evocadoras ilustraciones de Phil Parks.

Dejo para el final un detalle histórico. El manuscrito de Nick y el Glimmung fue devuelto por quince editoriales, y desde el primer envío (7 de diciembre de 1966) hasta su primera edición inglesa (Victor Gollancz, Ltd., 1988), permaneció catalogado entre los títulos de Dick que «esperaban un mercado propicio».

Después de leerla, y de comprobar lo agradable que resulta, uno siente que ese rechazo fue una de esas injusticias incomprensibles que a veces tiene el mundo editorial. Pero ya saben: nunca es tarde…

Sinopsis

Nick y el Glimmung es la única novela juvenil de Philip K. Dick y hasta ahora había permanecido inédita en castellano.

Nick está metido en un lío. Tiene un gato llamado Horace, y los gatos son bastante ilegales en la Tierra. De hecho, todas las mascotas son ilegales en la Tierra y Horace ha sido denunciado al agente antimascotas. La única manera que tienen Nick y su familia de quedarse con Horace es emigrar al Planeta del Labrador. Pero en vez de aterrizar en el paraíso que habían imaginado, se encuentran en un planeta en guerra con un ente conocido como Glimmung, un conflicto en el cual Nick y Horace jugarán un papel esencial.

Philip K. Dick (Chicago, 1928-Santa Ana, California, 1982) residió la mayor parte de su vida en California. Asistió a la universidad pero no llegó a fi nalizar sus estudios. Creador precoz, empezó a escribir profesionalmente en 1952, y llegó a publicar un total de treinta y seis novelas y cinco colecciones de relatos a lo largo de su vida. Murió en 1982 en sin llegar a ver la primera adaptación cinematográfica de su obra, Blade Runner.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.