Richard Matheson es uno de los autores que menor presentación necesitan en el mundo de la fantasía. Su fama está más que justificada, dado que hablamos de un narrador metódico, inspirado, inteligente, capaz de moverse por entre los engranajes del delirio y del terror con un objetivo en su punto de mira: descifrar los misterios de la condición humana.
Aunque Matheson tuvo entre su público objetivo a los lectores de pulp y a los ocupantes de la última fila en los cines de barrio, supo llegar a un auditorio mucho más amplio, brindándole palabras que aún saben a nuevo. De ahí que su literatura siga despertando pasiones desbocadas.
Los aficionados le hemos erigido casi tantos altares como a Ray Bradbury. No en vano, la fascinación es su marca de fábrica, seguramente porque no dejó nunca de imaginar posibilidades alternativas a la realidad, como un maestro de eso que los angloparlantes llaman What if?, y que los críticos más resabiados denominan historia contrafactual.
¿Qué habría pasado si…? es la pregunta predilecta de Matheson. Después de ver Drácula (1931), con Bela Lugosi exhibiendo su acento húngaro, el escritor se cuestionó qué pasaría si en lugar de estar amenazado por un solo vampiro, el mundo estuviera repleto de ellos. El resultado es una novela magistral, Soy leyenda (1954), que fue revolucionaria en el subgénero vampírico y que, tal y como se han encargado de señalar Stephen King o el propio George A. Romero, dio origen a la fórmula de los muertos vivientes.
Seguramente conocen el resultado literario ‒y cinematográfico‒ de otras alternativas que nos brindó este autor a lo largo de su fértil trayectoria. ¿Qué pasaría la radiación nuclear, en lugar de matarlo, modificara la fisiología de un hombre, y lo convirtiera en un mutante condenado a un perpetuo encogimiento? ¿Y si un camión se transformara en una pesadilla rodante, a la caza de un conductor como ustedes o yo? ¿Y qué me dicen de una casa encantada que demostrase a sus visitantes la autenticidad de sus espectros?
Magnífico en su faceta novelística, Matheson fue asimismo un guionista formidable, a quien le debemos el ciclo de adaptaciones de Edgar Allan Poe que rodó Roger Corman, así como numerosos episodios de teleseries míticas, como Alfred Hitchcock presenta, Star Trek o Dimensión desconocida (The Twilight Zone).
Los cuentos que reúne este volumen, magníficamente traducido por Pilar Ramírez, se vinculan, en parte, con el espíritu que imprimió Rod Serling a The Twilight Zone. Sin embargo, su calidad literaria los convierte en algo que va más allá de las clásicas convenciones del género fantástico.
La originalidad reside aquí en el modo en que nuestro escritor maneja el punto de vista y los escenarios perturbadores. La extrañeza, el horror y la melancolía, incluso una ocasional paranoia, son sentimientos con los que podemos identificarnos al reconocer en los personajes de Matheson a tipos normales y corrientes, enfrentados a situaciones insuperables, dolorosamente reales aun dentro de su fantasía o su delirio.
Leer estos relatos le lleva a uno a compartir con King la sensación de que nos hallamos ante un autor equiparable a Poe o a Lovecraft. Es decir, ante alguien capaz de transformar un entretenimiento que puede parecer superficial en un almacén de ideas penetrantes y evocadoras.
Richard Matheson no sólo posee un estilo soberano y elegante. También sabe manejar como nadie la sensación de inquietud que invadió al ciudadano medio tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la normalidad retomó su pulso en una nueva era simbolizada por el hongo atómico, la lucha por los derechos civiles, la guerra fría y los desafíos tecnológicos. Sobran, pues, las razones para entender por qué estos cuentos fascinaron tanto a los compradores de Galaxy Magazine, Thrilling Wonder Stories o The Magazine of Fantasy & Science Fiction como a los suscriptores de Playboy.
Sinopsis
Antes de volcarse en la escritura de guiones para cine y televisión, Richard Matheson destacó entre las primeras plumas del terror y la ciencia ficción durante dos décadas completas con novelas ocasionales como Soy leyenda (1954) y El hombre menguante (1956) y, muy especialmente, con una soberbia producción de relatos. El autor acercó el miedo y la paranoia a entornos cotidianos y pobló las pesadillas de mediados del siglo xx con umbrales abiertos a mundos del futuro y a dimensiones desconocidas que hoy siguen amedrentándonos. Son puertas que permanecen abiertas, pequeños cuentos de impacto que fueron germen y referente del terror moderno.
Niños mutantes, mundos al borde del cataclismo, sueños artificiales en sociedades estancadas, extraterrestres camuflados en el vecindario, personas que se diluyen en sus propios artificios, vampiros incipientes, televisores que cobran vida, artefactos imposibles, suplantaciones, magia negra… Cualquier situación cotidiana puede albergar en su seno, del modo más inesperado, una naturaleza terrorífica. El miedo y la paranoia recorren la médula espinal de los cuentos de Richard Matheson, pionero en la introspección dentro del género del terror y autor de alguna de las imágenes más indelebles que ha dado la narrativa corta. Dejó en libertad los demonios que encierra el ideal del progreso y los convirtió en pesadillas mucho más cercanas y reconocibles para el hombre moderno.
Nacido de hombre y mujer, y otros relatos espeluznantes es el primero de los dos volúmenes que componen esta recopilación, en la que se reúne la narrativa fantástica de Richard Matheson desde su legendario debut hasta las últimas historias que aparecieron publicadas en la Rod Serling’s Twilight Zone Magazine, en 1984. Cerca de noventa relatos, comentados por el autor, que ya forman parte del canon del terror y la ciencia ficción y cuyas adaptaciones se han erigido en muchos casos en clásicos de la pequeña y gran pantalla.
Richard Burton Matheson nació en 1926 en Allendale (Nueva Jersey, EE.UU.) y creció en Brooklyn. Durante la Segunda Guerra Mundial luchó en Europa, donde resultó herido. En 1949 se licenció en periodismo por la Universidad de Misuri. Las dificultades laborales para ejercer su profesión determinaron su dedicación a la narrativa. En 1950 se publicó su primer relato, “Nacido de hombre y mujer”, en The Magazine of Fantasy & Science Fiction; cuatro años después, su primera novela fantástica, Soy leyenda, eludía clichés e incorporaba por primera vez una explicación racional al vampirismo. En 1956 llegó a un acuerdo con la Universal sobre los derechos cinematográficos de El hombre menguante con la condición de hacerse cargo de la adaptación, lo que marcó el comienzo de su carrera en la industria del cine y la televisión. Cabe destacar en este campo los catorce guiones que firmó para La dimensión desconocida, así como las adaptaciones de obras de Edgar Allan Poe para Roger Corman y de su cuento “Duelo” para la ópera prima de Steven Spielberg El diablo sobre ruedas. Residió en Los Ángeles desde 1951, donde falleció en el año 2013.
A pesar de haber empezado escribiendo para pulps de ciencia ficción, Matheson fue abandonando los elementos más arquetípicos del género, con que dotaba de verosimilitud los terrores más dispares, para dar mayor relevancia a las características centrales de su obra: la irrupción de lo extraordinario en la realidad, la cotidianidad del miedo y la paranoia, y la angustia vital.
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