El editor Christian Jacq, experto en Egipto y escritor de éxito, dice que Las máximas de Ptahhotep es el libro más antiguo del mundo [L’Enseignement du sage égyptien Ptahhotep: le plus ancien livre du monde, La Maison de vie, Publications de l’Institut Ramsès, París / 1ª ed. española, Edaf, 1999].
Aunque es un libro auténtico, tiene un cierto aire de invención. Tal vez debido al lenguaje a menudo grandilocuente de Jacq. Quizá su autor fuera un nieto del escriba y visir Ptahhotep ‒Ptahhotep Tshefi‒ o incluso puede ser más tardío
Se supone que el libro fue escrito durante el Imperio Antiguo (-2640 a -2040). También, como se cuenta en el prólogo, en Egipto los árabes destruyeron a diestro y siniestro, así que la famosa tolerancia de los musulmanes cada vez parece más circunscrita a Al Ándalus [y solo en ciertos períodos y lugares].
En Jacq encuentro lo mismo que en la autora de un libro que compré sobre Ramsés [Ramsés II: La verdadera historia, de Christiane Desroches Noblecourt]: un tratamiento laudatorio exagerado. Más que historiadores, parecen escribas a sueldo del faraón y repiten lo mismo que dicen los textos egipcios acerca de los monarcas y nobles, como si ellos también creyeran en todos esos elogios cortesanos. Así, Jacq dice de los visires: “Nos damos cuenta de que concebían su tarea como una función sagrada… Ninguna búsqueda del poder personal, ninguna avidez de dominio, sino una extraordinaria voluntad de servir, y a la conciencia afirmada de la indispensable armonía entre lo espiritual y lo temporal» (21)
También la autora de Ramsés II parece considerar a Ramsés no un hombre ni un gran faraón, sino un verdadero dios en la tierra. Este tipo de idolatría acrítica es típico de los estudiosos de Egipto y de las civilizaciones “místicas” o “misteriosas”, como los incas o los tibetanos.
Un ejemplo de esta credulidad mística de Jacq: “Si, por un hecho extraordinario, las recomendaciones de Ptahhotep fueran seguidas, es un nuevo Egipto lo que podría renacer, allí donde seres de rectitud trataran de reconstruirlo”.
La máximas de Ptahhotep
El visir (no sé si esta es una denominación muy adecuada para el Egipto pre árabe) Ptahhotep, autor de las Máximas que se le atribuyen, sirvió al faraón Dyedkara Isesi, de la Quinta Dinastía (mediados del tercer milenio a.C).
La primera línea de cada máxima está escrita en tinta roja, dice Christian Jacq, lo que se hacía también en la Edad Media. Es interesante compararlo también con los aztecas y los chinos.
Algunas de estas máximas me sirvieron de ayuda con ocasión de un conflicto laboral en el que yo era el director de un programa.
Máxima 3
«Si encuentras a un discutidor en acción, tu igual, el que está a tu lado, actúa de suerte que tu superioridad sobre él se manifieste por el silencio, mientras que él habla mal. Quienes lo escuchan pensarán muy mal de él mientras que tu renombre será perfecto en el espíritu de los grandes».
Máxima 4
«Si encuentras a un discutidor en acción, un hombre de poco que ciertamente no es tu igual, que tu corazón no sea agresivo contra él a causa de su debilidad. Ponlo en tierra y se castigará él mismo. No le respondas para aliviar tu corazón. No laves tu corazón a causa de quien se opone a ti. Miserable el que hace mal a un hombre de poco… pues le golpearás para desaprobación de los grandes».
Máxima 6
«No te entregues a la maquinación contra la especie humana».
Máxima 8
«No hables en contra de nadie, grande o pequeño: es la abominación de la ka (energía creadora)».
Máxima 17
«Quien se encuentra abrumado por la injusticia desea que su corazón sea lavado, más incluso que la realización de aquello por lo que ha venido».
Máxima 24
«Sé silencioso, eso es más útil que la jactancia. Habla tan sólo cuando sepas que aportarás una solución».
Máxima 25
«Si eres poderoso, actúa de forma que se te respete en función del conocimiento y de la calma del lenguaje. No des órdenes más que cuando las circunstancias lo exijan. Quien provoca a otro de manera belicosa, se implica en una mala acción. No seas vanidoso y no serás rebajado. No seas silencioso, pero guárdate de abusar y de responder a una palabra agresiva con ardor. Vuelve tu rostro, contrólate».
Máxima 29
«Si eres indulgente a propósito de un asunto que se ha producido, en este caso no favorezcas a un hombre sino a causa de su rectitud, pasa sobre la antigua falta, no te acuerdes de ella».
Máxima 38
«Si el buen ejemplo es dado por un jefe, será eficaz para la eternidad».
Esta última máxima me recuerda a muchas ideas de Confucio y Mencio: el príncipe como modelo. El valor del ejemplo. También se dice: “En cuanto a ti, enseña a tu discípulo la palabra de la tradicion (…) pues no existe sabiduría de nacimiento”.
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