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Las serie de novelas de Martin Beck (1965-1975)

Al fin he podido leer las diez novelas de la serie protagonizada por el policía «tranquilo» Martin Beck que la pareja sueca Maj Sjöwall y Per Wahlöö escribió a una por año (de 1965 a 1975) y considerada como la saga fundacional de la literatura de género negro escandinava.

Os las reseño de peor a mejor según mi criterio personal:

10) Asesinato en el Savoy (1970). La más aburrida e insípida de todas. El crimen de un empresario corrupto en una cena en público no logra concitar mucho interés. Viniendo de tres entregas anteriores excelentes, el bajón se nota aún más. Con todo, es la única novela del ciclo que no me ha gustado.

9) El hombre que se esfumó (1966). Es la segunda de la serie y se nota que sus autores ‒no me obliguéis a escribir otra vez sus apellidos‒ no tenían muy claro todavía hacia dónde ir. Más introspectiva que procedural, no es una mala novela, de hecho está bastante bien y complace mi gusto personal por los enfoques psicologistas, así como logra que empatices completamente con Beck, quien todavía es el protagonista absoluto. Sin embargo, ni el caso es para tirar cohetes (un periodista sueco que ni fu ni fa desaparece en Hungría) ni se preveía aún la ambición y excelencia que los siguientes volúmenes alcanzarían.

8 ) El abominable hombre de Säffle (1971). Conforme se va politizando conscientemente la serie, van acentuándose los rasgos paródicos de los personajes y ciertas situaciones. Aquí es donde peor funciona la fórmula ya asentada (ésta es la séptima entrega), porque la denuncia de los métodos inescrupulosos de ciertos policías en la Suecia de medio siglo atrás cae en demasiados tópicos y reacciones de brocha gorda. Aun así, es una novela digna entre sus ‒más conseguidas‒ hermanas.

7) El asesino de policías (1974). Buen esfuerzo sobre un crimen rural, que saca a Beck de la gélida alienación que sufre en Estocolmo. No contiene grandes sorpresas, pero el elemento atmosférico de la desolación e indefensión en un pueblo ante el crimen funciona y tenemos la oportunidad de recuperar un mayor protagonismo de Beck, algo desdibujado en sus últimas aventuras corales.

6) Los terroristas (1975). Aunque entretenida lo es un cuanto, la última novela del ciclo confirma que éste ya no daba más de sí, con todos los personajes principales convertidos en comunistas de corazón: el encantador compañero de Beck, Lennart Kollberg, retirado de la policía por su disgusto ante la deshumanización progresiva del Cuerpo; la nueva pareja del protagonista, Rhea Nielsen, imbuida de amor por el prójimo y un estilo de vida semicolectivista; con un abogado «entrañable» ofreciendo un discurso anticapitalista para justificar el asesinato de un presidente socialdemócrata… (por cierto, los autores matan aquí al primer ministro Olof Palme antes de su asesinato real once años más tarde, ya es mala pata). El propio Beck se muestra cansado del oficio y es obvio suponer que su dimisión llegará pronto. Eso sí, la lectura sigue siendo gozosísima y las varias subtramas están tan bien hilvanadas como siempre para ofrecernos un retrato implacable de y contra Suecia y su incompetencia moral y profesional. Qué pena que ningún personaje viajara a España para dar su visión de nuestro país en aquella época y hacer una comparativa…

5) La habitación cerrada (1972). Empezamos a llegar al terreno del virtuosismo argumental. Tal como el título avanza, la trama plantea un insólito caso de «crimen de la habitación cerrada» y, pese a lo formulaico que suena a priori, su desarrollo en ningún momento contradice la línea naturalista de la saga. Subtramas que a primera vista no tienen nada que ver entre sí y más tarde son cerradas de un plumazo con empalmes perfectos. Personajes que cada vez amas más. Y aquí Beck conoce por fin a la mujer que le proporcionará un poco de paz mental con su concepto libertario de la vida, la jipi Rhea.

4) El coche de bomberos que desapareció (1969). Calidad y solidez incontestables en una novela que sigue el planteamiento coral de la obra maestra publicada el año anterior. Aquí además podemos conocer mejor al rudo inspector Gunvald Larsson, el «buen salvaje» pijo que llega a coprotagonizar varias tramas y a robarle incluso un poco de cámara al propio Beck.

3) Roseanna (1965). No quiero ser injusto con la novela fundacional de la serie y la más popular por sus constantes ediciones en el mercado español. De niño me supuso un trauma la lectura de esta novela, por su premisa criminal que gira en torno al hallazgo del cadáver desnudo de una muchacha en un canal de Estocolmo; por la franqueza narrativa ‒qué modernos eran estos nórdicos comparados con los yanquis o con nosotros‒ con respecto al sexo y las descripciones prácticamente erógenas de los personajes; y por, lo confieso, las perturbadoras ilustraciones turbias del ilustrador de la edición de Bruguera, Eduardo Feito. Hoy sigue siendo un modelo ejemplar de novela de procedimiento policial, y aunque echo de menos el sentimiento de anticipación que entregas posteriores te hacen disfrutar más debido a la familiaridad que uno establece con los personajes, continúa como hito impecable e imbatible de la literatura de género.

2) El hombre del balcón (1967). Si queréis una novela sórdida con un extraordinario retrato de un criminal aborrecible y un desarrollo dramático irreprochable, ésta es vuestra novela. Se pasa mal, advierto, porque el tema de fondo es la pedofilia. Obviamente, el elemento infantil está tratado con sensibilidad y ningún sensacionalismo. Pero no podemos dejar de sentir un escalofrío por la cercanía y cotidianeidad con que se nos presenta ese «hombre del balcón» que simplemente podría estar disfrutando del solete o eligiendo su próxima víctima… Esto es literatura criminal con palabras mayúsculas.

1) El policía que ríe (1968). La cuarta novela de Martin Beck es para mí la mejor de todas. Por varios motivos:

1- Dramáticamente es tan buena como la anterior reseñada, pero además aporta una fórmula de estructura inédita que marcará los mejores títulos de la serie: esto es, varias subtramas e investigaciones paralelas con personajes diversos que luego, con una destreza admirable, entroncarán en su momento cumbre en un único desenlace.

2- La trama principal en torno a todo un pasaje de bus indiscriminadamente masacrado a ráfagas de metralleta es la más apasionante de las premisas y su desarrollo dramático no decepciona, tampoco desde el punto de vista de la investigación: todo encaja y todo funciona milimétricamente.

3- El nivel de suspense, emoción y tensión que alcanza esta aventura de Beck no volverá a tener parangón en ninguna de las siguientes novelas. No hay un segundo de relajo.

La serie finaliza muy bien desde el punto de vista catártico, pero desconocemos si se hubieran producido más entregas, puesto que una de las piezas del dúo creativo, Per Wahlöö, murió de cáncer de páncreas a los 48 años.

Sólo me queda añadir que agradezco a Per y a Maj el haberme hecho disfrutar tanto.

Imagen superior: las portadas de dos de las novelas en su edición de la colección ochentera Club del Misterio, ilustradas por el maestro Isidre Pomés; la saga completa está editada y disponible en castellano por RBA en buenas traducciones.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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