Un proyecto de vida en el campo, sobre todo cuando se queda en grado de tentativa y no va más allá de los deseos, es algo muy placentero que casi todo el mundo se ha planteado alguna vez. Sin embargo, no es lo mismo fantasear con esa posibilidad que hacerla real. En otras palabras, no es lo mismo pensar en una granja de ensueño que hundir las manos en la tierra y sentir ‒esta vez, de verdad‒ la necesidad de que germinen las semillas.
Es evidente que soñar desde una gran urbe con esa vida campesina, o incluso con la autosuficiencia, le otorga una dimensión distinta, más romántica e idealizada, a la imagen que tenemos de la agricultura y la ganadería.
Hay a quien le interesa el mundo agrario, pero no logra convencerse para dar ese paso que implica abandonar la oficina y adquirir unos metros cuadrados de huerta. En realidad, ese es el público potencial de manuales clásicos como los de John Seymour, que décadas atrás convenció a un par de generaciones para que dejasen atrás la prisa y la polución, y descubriesen la autenticidad del arado y el trillo.
Sin duda, hacen falta mucho empeño y muchísima valentía para seguir ejemplos como el que nos ofreció Seymour a mediados de los setenta y como el que hoy nos propone Julia Rothman. Pocos hipsters acaban convirtiéndose en labriegos o leñadores, y son aún menos los urbanitas que deciden probar suerte cuidando un rebaño o cultivando judías. Con todo, y por lejana que parezca esa meta vital, ¿quien nos impide fantasear con los quehaceres del horticultor? Y lo más importante: ¿no les parece que este tipo de libros son importantísimos para comprender esa parte esencial de la cultura humana que tanto nos aproxima a la vida silvestre?
Julia Rothman tiene muy claro que su público se divide entre esos dos sectores: los que sólo quieren imaginar cómo vivirían siendo hortelanos y los que desean fervientemente reubicarse en el campo. Y lo mejor del caso es que los unos y los otros saldrán encantados de esta lectura.
En realidad, el libro de Rothman lleva mayor carga gráfica que textual. No en vano, la autora es una conocida diseñadora, que ha dejado muestras de su arte en cabeceras como The New York Times, The Washington Post y New York Magazine.
Su estilo es pulcro, de línea clara. Como verán, sus láminas resultan entrañables, y poseen un toque nostálgico y a la vez muy moderno.
Lo que aquí nos ofrece Rothman es una excelente guía visual, con el texto caligrafiado como si fuese un bloc de notas, ideada para educarnos en todas las actividades, aparejos, recetas y demás posibilidades que conlleva la vida rural.
Al parecer, Rothman tuvo la idea de crear este bellísimo libro tras conocer la granja donde creció su esposo, Matt. El impacto sensorial que supuso para ella esa visita es, en buena medida, similar al que quiere transmitir a los lectores. Y créanme, consigue con creces ese objetivo. Hojear estas páginas es tan inspirador como tomar el camino de la huerta en un día soleado.
Sinopsis
El campo está de moda. Y es normal. Las ciudades cada vez nos exigen más y nos ofrecen menos, y sus ritmos y obligaciones nos resultan más insostenibles. De modo que, tanto si estás pensando en abandonar la ciudad como si te apetece traerte un trocito del campo a casa, y comenzar a cambiar desde allí las cosas, éste es tu libro. Y, además, no podría ser más bonito.
Julia Rothman, una de las más reconocidas ilustradoras norteamericanas ha creado una bellísima guía visual sobre la vida en el campo. En ella aprenderás todo lo que necesitas saber para llevar una existencia alejada del asfalto, pero también descubrirás un sinfín de curiosidades, anécdotas y hasta recetas para disfrutar de la sabiduría y los placeres de la vida rural.
Rothman es ilustradora y su trabajo ha aparecido en numerosos libros, revistas, periódicos, en diseños y carteles en el metro de Nueva York, vajillas, papel pintado, telas, etc. Es autora de La vida en el campo, Nature Anatomy, Food Anatomy y Hello NY, entre otros. Sus libros han sido reseñados y celebrados en medios como The New York Times, The Atlantic o The Boston Globe. Reside en Brooklyn, Nueva York.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.
Copyright de imágenes y sinopsis © Errata Naturae. Reservados todos los derechos.