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«Thoreau. Biografía de un pensador salvaje», de Robert Richardson

Si uno pasa mucho tiempo leyendo a Henry David Thoreau (1817-1862), cosa que les recomiendo, es normal que acabe soñando con la posibilidad de romper ataduras, prescindir de las obligaciones y alcanzar la libertad en lo más profundo de la naturaleza.

Entender el alma de Thoreau no es un empeño fácil. Su densidad filosófica y su alcance ético requieren de un intérprete con habilidad suficiente como para encapsular su pensamiento de forma equilibrada y pedagógica. Sin duda, el historiador Robert Richardson es el biógrafo idóneo para comprender e interpretar a aquel pionero que soñó con el ecologismo antes de que éste tuviera ese nombre.

Richardson, que también se ha ocupado de figuras esenciales en el pensamiento norteamericano como William James y Ralph Waldo Emerson, sigue las huellas de Thoreau ‒vecino, amigo y discípulo de Emerson‒ con una pasión y un rigor admirables.

No es algo que deba sorprendernos, porque Richardson sigue una fascinante estrategia a la hora de conocer a sus biografiados. En primer lugar, averigua todo aquello que éstos leyeron ‒libros decisivos, se entiende‒, y luego se dedica él mismo a leerlo.

En cierto sentido, confirma con ello una idea inspirada por Borges, y es que la existencia de un ser humano puede interpretarse a través de su biblioteca personal.

Les cuento esto porque, a diferencia de otros autores que colorean la vida del personaje estudiado con sus propios prejuicios, Richardson nos regala una biografía intelectual elaborada con sinceridad, con detenimiento y sin atajos.

Por otro lado, cualquiera que sienta un mínimo de curiosidad deseará entender por qué se ha puesto de moda un personaje cuyo carisma apenas fue conocido más allá de Concord, Massachusetts. Al fin y al cabo, hablamos de un eremita, empeñado en sobrevivir al margen del sistema, aficionado a leer a filósofos alemanes e hindúes y a filtrar sus pensamientos a través del amor por la naturaleza.

Es chocante pensar que Thoreau es hoy un referente popular de la defensa de los derechos civiles y un apóstol de la autosuficiencia, y al mismo tiempo, reconocer lo ignorado que fue en su época. Para comprobarlo, bastará con una anécdota: él mismo pagó la edición de su primer libro, A Week on the Concord and Merrimack Rivers (1849). Sólo vendió unos cuantos ejemplares de aquella primera tirada de mil copias, y el editor le remitió los 706 que no había comprado nadie. En su diario, Thoreau anotó lo siguiente: «Ahora tengo una biblioteca de 900 volúmenes, y más de 700 los he escrito yo mismo».

El tiempo le ha favorecido, y nuestra admiración por Thoreau contrasta con ese desengaño que él sintió en determinadas etapas de su vida. No obstante, más allá de su actual popularidad, a la hora de entender cabalmente al autor de Walden (1854), la lectura de Richardson me parece imprescindible. Su biografía no sólo está magníficamente escrita, sino que atrapa toda la sutileza y la profundidad de aquel filósofo que decidió perderse en los bosques para aprender el arte de la vida.

Aunque tiene un gran interés para el mundo académico, este libro tiene otra virtud que lo acerca al gran público: la nivel y el brío de su prosa, equiparables a los de una buena novela.

Sinopsis

Se cumplen doscientos años del nacimiento de Henry David Thoreau, un autor que, sin embargo, está más vivo que nunca. Seguramente porque sus escritos se entrelazan a la perfección con muchos de nuestros intereses e inquietudes actuales: el desafío ecológico global, la lucha contra el consumismo injustificado, la legitimidad de la insubordinación ante gobiernos o leyes injustas o la búsqueda de una vida más sencilla y autónoma. Sin embargo, una vez dijo Thoreau: «Mi vida es el poema que me hubiera gustado escribir». Nada más cierto, pues más allá de sus textos, que no dejamos de leer, no cabe duda de que su propia vida fascina por igual a sus incontables lectores. Tal vez porque Thoreau vivió como muy pocos seres humanos saben hacerlo: siendo absolutamente consecuente con sus ideas y sus sentimientos, esculpiendo así su propia existencia como una obra de arte ajena a todos los dogmas y limitaciones. Thoreau no sólo nos sigue inspirando por ser uno de los padres del ecologismo o de la desobediencia civil, sino por haber sido un hombre al que no le importó ser incomprendido por sus vecinos o reclamado por la ley, que actuó siempre con la máxima libertad y buscó la felicidad para sí y el bien para los demás. Thoreau nos enseñó, como muy pocos han conseguido hacerlo, el camino de la verdadera revolución: aquella que, mediante la transformación de uno mismo y la invitación a la transformación de los otros, acaba por transformar el mundo. Este libro da cuenta de esa revolución o de esas revoluciones. Es la biografía canónica y de absoluta referencia de Thoreau, en la que se relatan los viajes interiores y exteriores de un hombre que ha marcado la historia universal.

Robert Richardson es historiador y escritor, máximo especialista en la figura de Henry David Thoreau y reconocido como su mejor biógrafo. Su carrera académica es amplísima, y entre otras funciones podemos destacar que ha sido profesor en las universidades de Harvard, Yale, Ciudad de Nueva York, Colorado y Carolina del Norte. Ha recibido el Premio Bancroft de la Fundación Guggenheim y la Medalla de las Artes y las Letras de Estados Unidos, el máximo reconocimiento cultural de su país. Ha publicado importantes obras, entre las que podemos destacar Thoreau. Biografía de un pensador salvajeEmerson: The Mind on FireThe Rise of Modern Mythology, 1680-1860 o William James: In the Maelstrom of American Modernism.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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