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«La Tierra: conflicto final» («Earth: Final Conflict», 1997-2002), de Gene Roddenberry

Gene Roddenberry fue un productor más prolífico de lo que habitualmente se cree. Conocido mundialmente como el creador de Star Trek (1966), Roddenberry desplegó más talento en otros proyectos menos famosos, entre ellos unos cuantos que no llegaron siquiera a la etapa de producción.

En los setenta creó y produjo cuatro provocativos telefilmes cuyo propósito fue el de servir de pilotos para posibles series: Genesis II (1973), Planet Earth (1974) ‒sobre la reconstrucción de la civilización tras un desastre post-apocalíptico‒, The Questor Tapes (1974) ‒acerca de la fabricación de un androide inteligente en busca de su creador‒ y Spectre (1977) ‒una aventura que mezclaba las intrigas al estilo Sherlock Holmes con lo sobrenatural‒. Por diferentes motivos, ninguna de estas películas alcanzó su objetivo de pervivir en forma de serial televisivo.

Otro de los conceptos que Roddenberry desarrolló para la televisión y que no llegó a buen puerto, fue la atrevida Battleground: Earth. Habrían de pasar veinte años para que su idea se convirtiera en realidad como Gene Roddenberry’s Earth: Final Conflict.

Battleground: Earth fue escrito por Brian MacKay sobre una historia original de Roddenberry en julio de 1978 y fue muy similar a lo que finalmente vio la luz en la forma del episodio piloto de la serie definitiva. Se nos presentaba a William Boone, un jefe de policía de Nebraska que salva a un alienígena Taelon de ser asesinado por un grupo de la Resistencia que lucha contra la llegada de los extraterrestres a nuestro planeta. El Taelon (no se le da un nombre concreto) queda tan impresionado con la intervención de su salvador que lo recluta como inspector al servicio de los Compañeros –el populista nombre que los alienígenas han adoptado colectivamente en la Tierra–. El protagonista conoce a la piloto Lili Marquette y ésta le convence para que ingrese en la Resistencia y trabaje como topo para intentar averiguar el secreto que esconden los aparentemente benevolentes Taelon.

La descripción física de los Taelons era muy diferente de la que acabarían viendo los espectadores: un bípedo erguido con dos apéndices en forma de brazos. Su piel tiene un tono púrpura, es de mayor estatura que un humano y con una cabeza más grande. No tiene nariz y sólo una abertura como boca. En lugar de orejas hay dos pequeñas aletas. Su atuendo es una malla metálica fina con brillos iridiscentes. En el centro del pecho lleva una especie de mochila de supervivencia que convierte el oxígeno en dióxido de carbono. Tienen un brillo apagado y produce un ruido grave cuando funciona. Cuando los Taelon hablan, lo hacen con una voz aguda, como de mujer o niño .

De acuerdo con David Alexander, autor de una biografía autorizada de Roddenberry, el productor Cy Chermak estaba preparando la serie para la CBS. Llegó a encargar diez guiones y el diseño de vestuario cuando fue súbitamente cancelada por los ejecutivos de la cadena. Aparentemente, era demasiado realista, demasiado inquietante para presentarlo en la televisión de aquella época. Uno de los actores que habían sido considerados para un papel protagonista, posiblemente el de William Boone, era un atractivo novato que pasó mucho tiempo en pruebas para el episodio piloto. Su decepción fue considerable pero dos años después logró el éxito buscado protagonizando su propia serie de detectives: Magnum. Su nombre era Tom Selleck.

Roddenberry se hallaba por entonces en Inglaterra produciendo su telefilme Spectre. Más tarde reabrió su oficina en Paramount en un intento de revivir Star Trek para la gran pantalla. Battleground: Earth quedó entonces aparcado sine die.

El mérito de recuperar aquel guión fue de la esposa de RoddenberryMajel Barrett Roddenberry. Tras la muerte de su marido en 1991, Majel revisó los papeles de Gene y descubrió el material. Decidió que había llegado el momento adecuado para que aquel proyecto viera la luz y comenzó a recorrer Hollywood con él bajo el brazo. Encontró una acogida favorable en el despacho de David Kirschner, veterano productor de cine y televisión (Los PicapiedraTitan A.E.). Uno de sus productores asociados, Paul Gertz, fue quien se encargó de desarrollar el concepto original de Roddenberry.

Para empezar, hubo que rebajar la escala, puesto que los presupuestos que maneja la televisión no son los propios del cine. Además, pensaron que era necesario introducir nuevos personajes que pudieran garantizar la continuidad de la serie: el agente del FBI Sandoval, el millonario Jonathan Doors y la doctora Julianne Belman, estos últimos miembros de la Resistencia. Kirschner y Gertz, además, empezaron a contactar con posibles cadenas interesadas en la compra de la serie para que éstas hicieran también sus propias sugerencias. Todas esas adiciones no traicionaron el espíritu de la idea de Roddenberry, puesto que en realidad ésta no existía como proyecto completo y detallado para una serie sino como un simple piloto y un par de premisas generales. En cambio, la dirección, el tono que debía adoptar y la naturaleza del misterio en el centro del argumento estaban mucho más abiertos.

Y así, en la versión actualizada de aquel piloto escrito veinte años antes, ahora titulado Decisión (acreditado a Roddenberry aunque adaptado por Gertz), el universo imaginado por el legendario productor cobraba vida. La acción tiene lugar en un futuro cercano, a comienzos del siglo XXI, tres años después de que los Taelons llegasen a la Tierra. Éstos son una especie alienígena aparentemente benigna que ponen su tecnología a disposición de la humanidad, erradicando la enfermedad, la pobreza y el hambre.

El capitán William Boone, asignado a la tarea de supervisar la seguridad para los alienígenas en una aparición pública del líder Taelon Da’an, contempla cómo durante el evento un tirador asesina a un millonario simpatizante de los extraterrestres, Jonathan Doors. En la persecución del asesino, Boone descubre que se trata de un íntimo amigo, Ed, padrino de su poda. Éste consigue escabullirse y Doors es declarado muerto por la doctora Belman, científica que trabaja con los Compañeros.

Boone empieza su propia investigación poco antes de que Da’an lo invite a convertirse en Protector de los Compañeros, ofrecimiento que declina alegando su intención de retirarse y fundar una familia con su esposa Katie. Cuando Katie fallece a consecuencia de un accidente de circulación provocado por un desconocido, Boone queda destrozado.

Una piloto de transbordador dimensional de los Compañeros, la capitana Lili Marquette, revela a Boone no sólo el paradero de Ed, sino que Jonathan Doors está vivo. Su atentado no había sido más que un montaje que le permitiría desaparecer de la vida pública para investigar en secreto los auténticos motivos de los Taelons para venir a la Tierra. Doors, Ed y Belman (que ayudó a crear el engaño) son miembros de un grupo de Resistencia decidido a averiguar cuál es el secreto que esconden los alienígenas. Animan a Boone a aceptar el cargo de Protector de los Compañeros y actuar al mismo tiempo como topo para ellos.

Boone accede y permite que los alienígenas le inyecten un CVI (Cyber-Viral Implant), un implante cerebral que incrementa sus capacidades mentales y velocidad de respuesta pero que además contiene un imperativo motivacional que le convertiría en un esclavo virtual de los Taelons, incapacitándole para actuar en contra de sus intereses. Sin embargo, sin que aquéllos lo sepan, la doctora Belman ha modificado secretamente el CVI, eliminando ese imperativo, por lo que Boone conserva su libre albedrío.

También se le implanta en su antebrazo un Skrill, una poderosa arma de defensa personal que dispara descargas de energía y que es, de hecho, una criatura viva inteligente que actúa como simbionte. Boone ya está preparado para encontrar al asesino de su mujer y embarcarse en la más peligrosa misión de su vida: actuar como agente encubierto.

Los Taelons son altos, esbeltos y de forma humanoide con piel clara. El embajador Taelon para Norteamérica es el ya mencionado Da’an, que parece albergar un sentimiento de curiosidad y compasión hacia los humanos. Aunque los Taelons carecen de sexo, los protagonistas se refieren a Da’an como él por conveniencia. De hecho, los productores contrataron sólo a mujeres para encarnar a los Taelons, modulando electrónicamente sus voces para darles un tono más grave y acentuar la ilusión de androginia (una técnica que no era nueva: en un episodio de Star Trek en 1966, se aplicó un elaborado maquillaje prostético a tres mujeres que debían interpretar a extraterrestres pero sus voces fueron sustituidas por las de actores masculinos).

Otro Taelon, Zo’or, representaba el lado más agresivo de los alienígenas, siempre situando el interés de su especie por encima de cualquier otra consideración. Parte de la carga dramática de la serie descansaba en la hostilidad reinante entre el más tolerante Da’an y el racista Zo’or, ambos pertenecientes al Sínodo, el grupo de los más influyentes Taelon, que fija la política y toma las decisiones.

La avanzada tecnología de los Taelons era de naturaleza orgánica. Una de sus contribuciones a la ciencia terrestre fue el viaje interdimensional, la capacidad de trasladarse de un punto a otro atravesando portales dimensionales, ya sean estáticos o voladores, como es el caso del transbordador que pilota la capitana Marquette. Esta tecnología revoluciona el transporte en la Tierra al introducirlo para sustituir a los aeropuertos en el episodio A través del espejo: cualquiera podía entonces alcanzar en segundos una ciudad distante siempre y cuando en el punto de llegada hubiera otro portal.

Otro jugador importante en la red de engaños de la serie es el agente del FBI Sandoval, quien tiene un CVI implantado pero que, a diferencia de Boone, no ha sido modificado. Así, su lealtad hacia los Taelons es inquebrantable y jamás se cuestiona sus motivos. Su tenacidad incondicional lo convierte en un formidable enemigo de la Resistencia. En el bando opuesto, como genio tecnológico de la Resistencia trabaja el excéntrico Augur.

Encontrar a los actores idóneos supuso, a decir de Gertz, una tarea ingente debido a que en el desarrollo de la serie, además de los guionistas y productores titulares, participaban varias compañías productoras y todas querían tener algo que decir en el aspecto creativo: Tribune Entertainment, la canadiense Atlantis Films y la empresa de los Roddenberry. El destino de la serie quedaría marcado por el continuo conflicto de intereses entre todos estos intervinientes, que interfirieron con la labor de los guionistas con las esperadas consecuencias negativas.

Como la serie iba a ser rodada en Toronto, Canadá, muchos de los actores se reclutaron localmente. Con la excepción de Kevin Kilner, que interpretaba a William Boone y que era norteamericano, casi todos los demás eran canadienses: Lisa Howard (Lili Marquette), Von Flores (Sandoval), Richard Chevolleau (Augur)…

Durante la primera temporada, Boone y Marquette descubrían que alienígenas hostiles de una especie distinta a los Taelons habían aterrizado en un pueblo amish y estaban matando a sus residentes; o que un Taelon llamado Ma’el llegó a la Tierra hace siglos y profetizó que los humanos alcanzarían la igualdad con los Taelons. A finales de aquel primer año, un antiguo enemigo Taelon regresaba a la vida, Ha’gel, un Kimera. Se trataba de una raza antepasada de los Taelons con la habilidad de cambiar de forma. Asumía la identidad del agente Sandoval y dejaba embarazada a otra Protectora de los Compañeros, la capitana Siobhan Beckett (Kari Matchett). Boone se enfrentaba al alienígena resultando gravemente herido, aunque no sin antes utilizar su Skrill para desintegrar a su contrincante. En las imágenes finales del último episodio de la temporada, vimos a un magullado y presuntamente muerto Boone flotando en un tanque de líquido azul a bordo de una nave Taelon antes de que Zo’or lo vaporice. Efectivamente, éste fue el último episodio de Kevin Kilner en La Tierra: Conflicto final.

Esta primera temporada fue sin duda la más interesante de toda la serie. Un buen reparto en la piel de personajes con gancho, una premisa interesante, un misterio intrigante y episodios bien escritos. Esto no significa que no hubiera capítulos poco afortunados, pero esto es siempre de esperar. Los efectos especiales –que entonces y a partir de Babylon 5 aún se hallaban en pleno desarrollo para la televisión– son correctos y suficientes y el desarrollo de la trama de fondo estaba bien engarzada con las historias narradas en los diferentes episodios.

Todo esto fue bien acogido tanto por la crítica como por la audiencia. El episodio piloto se situó entre los diez más vistos de todas las cadenas sindicadas.

Para la segunda temporada se decidió presentar a un nuevo protagonista. De acuerdo con Gertz los productores pensaron que podían alcanzar a un público diferente reemplazando al protagonista, «así que eso hicimos. Kevin Kilner había hecho un gran trabajo pero pensaban que un cambio en el casting obtendría mejores resultados entre la audiencia. Así que trajimos a Robert Leeshock«.

Siempre que se reemplaza a la estrella central de una serie, ya sea por razones creativas o económicas, los espectadores pueden responder favorablemente… o no. Y los seguidores de La Tierra: Conflicto final habían mostrado su predilección por Boone, si bien había quien pensaba que no desplegaba la suficiente carga emocional.

Otro factor que pudo provocar el cambio fue la actitud del propio Kilner durante los rodajes. Obseso de la lógica y la continuidad, el actor detenía el rodaje abruptamente para protestar por este o aquel punto del guión que no consideraba coherente. Algunas veces sus quejas estaban justificadas, pero otras no. Además, los productores opinaban que la química entre Kilner y Lisa Howard no acababa de funcionar.

Para ocupar su lugar se presentó a un actor de teatro y televisión de 31 años relativamente desconocido, Robert Leeshock, que interpretaba a un híbrido humano-alien, Liam Kincaid.

Habiendo caído en manos de la Resistencia, una reanimada Beckett da a luz a un bebé que en pocos minutos crece hasta convertirse en un hombre: Liam. Beckett regresa con los Taelons con la memoria borrada y su hijo se queda con la Resistencia. Su excepcional naturaleza híbrida le proporciona extraños poderes, como la energía que irradia de sus manos y que puede utilizar tanto como arma ofensiva como escudo defensivo o sanadora de heridas. Tras salvar a Da’an de un ataque, Kincaid se convierte en Protector de los Compañeros y, en secreto, líder de la Resistencia enfrentado a menudo al más radical Jonathan Doors.

Aquí comenzaron a producirse los primeros vaivenes en los guionistas, achacables a la volubilidad de los ejecutivos de las cadenas. En primer lugar, la introducción del personaje de Liam Kincaid se parecía demasiado a la de William Boone en la temporada anterior. Era un intento demasiado burdo de establecer un nuevo comienzo. El propio Robert Leeshock declaró que «tenían una aproximación muy interesante a mi personaje… pero entonces creo que comenzaron a prestar atención a los chats de Internet. No había mucha simpatía por un personaje con sus características, un tipo invulnerable». El caso es que los productores forzaron que de un episodio a otro y mediando una mediocre explicación, esos poderes desaparecieran sin más.

En esta segunda temporada, Zo’or se convertía en el líder del Sínodo Taelon con Sandoval actuando de mano derecha. Además de las tensiones ya existentes con la Tierra, Zo’or creía que los humanos debían convertirse en siervos de los Taelons, mientras que Da’an deseaba tratarlos como iguales. Uno de los más siniestros secretos de los Taelons era que en realidad se hallaban en guerra con los Jaridianos, otra especie alienígena, y cuando éstos llegaran a la Tierra, considerarían inmediatamente a los humanos como aliados de los Taelons…y, consecuentemente, enemigos suyos.

A lo largo de ese año, Kincaid reveló su auténtica identidad a Beckett justo antes de la muerte de ella. En un emocionante final de temporada, el Presidente Thompson sufre un intento de asesinato, con todos los indicios apuntando a la Resistencia. Como resultado, Thompson declara la ley marcial y ordena el arresto de los miembros de ese movimiento. Al mismo tiempo, Lili conseguía acceder a los controles de autodestrucción de la nave nodriza de los Taelons y reflexionaba sobre si exterminar así a los extraterrestres de una vez por todas.

Los resultados obtenidos por la segunda temporada no satisficieron a los productores, que empezaron a dudar sobre la dirección que debía tomar la serie, algo que resultaba evidente por mucho que algunos de los episodios mantuvieran un gran nivel en sus guiones. Las inconsistencias se acumulaban, arcos argumentales planteados en la primera mitad de la temporada se esfumaban en la segunda, los intentos de introducir otros tópicos de la ciencia-ficción como los mundos paralelos no acababan de casar con el resto de la historia.

Por no mencionar lo absurdo del personaje de Liam Kincaid, pasando de bebé a adulto en minutos en lo que fue un retorcido modo de sustituir a Kevin Kilner en lugar de ascender al personaje de Lili Marquette al rango de protagonista principal. Quizá los productores tuvieran recelos a que una mujer pudiera soportar el peso de una serie. Para cuando se lo pensaron mejor, a la altura de la quinta temporada, las cosas habían degenerado tanto que su cambio de opinión ya surtió efecto.

También se abandonó la interesante ambigüedad del personaje de Da’an, cuya actitud y comportamiento era uno de los enigmas de la primera temporada. En cambio, pasa a ser el amable y considerado oponente de Zo’or, personaje sin matices que encajaba en el más rancio tópico villanesco.

Estos cambios tenían un responsable: Tribune Entertainment. La productora comenzó a presionarpara que el programa se centrara más en la acción y menos en la reflexión, jugada que volvería a forzar unos años después con otra serie basada en una idea de Roddenberry, Andrómeda, con resultados igualmente nefastos. Sus pretensiones chocaban de frente con lo que siempre había sido el núcleo ideológico de Gene Roddenberry, más cerebral e intelectual. Pero a la postre Tribune se salió con la suya y La Tierra: Conflicto final comenzó a derivar hacia fórmulas trilladas y una ciencia ficción de conceptos simples y poco estimulantes.

La mayoría de los guionistas y productores originales abandonaron la serie. Sus sustitutos se vieron incapaces de encontrar una dirección coherente y una base sobre la que apoyar el desarrollo de la serie. En cinco años hubo tres productores ejecutivos diferentes, lo que no hizo sino contribuir a la dispersión de ideas. El reparto original también iría desapareciendo poco a poco: Lisa Howard, a punto de ser madre, ya sólo aparecería en cuatro episodios de la tercera temporada, siendo sustituida por la actriz Jayne Heitmeyer en el papel de Renee Palmer, presidenta de Doors International y líder de la Resistencia. Jonathan Doors moriría a mitad de temporada, Augur se marcharía al comienzo de la cuarta y al final de ésta incluso Kincaid, Zo’or y Da’an fueron eliminados para intentar resucitar lo que ya era un barco a la deriva.

Pero volvamos a la tercera temporada. Lili Marquette es capturada por Sandoval a bordo de la nave nodriza, su ADN es alterado y se la envía al espacio exterior con destino desconocido. Liam y Augur la dan por muerta. Mientras tanto, el propósito de los Taelons era hallar formas, utilizando bien la biología, bien la tecnología, para utilizar a los humanos en las próximas batallas contra los Jaridianos. Jonathan Doors muere en los brazos de su hijo Joshua. En uno de los últimos episodios del año, Liam y Zo’or descubren un artefacto construido por Ma’el en el que se revela que la Humanidad es el eslabón perdido entre los Taelon y los Jaridianos y que sin los hombres, ambas especies se extinguirán. Marquette vuelve a aparecer cuando de forma accidental proporciona un portal dimensional a los Jaridianos. Al final, regresa a la Tierra embarazada de una criatura Jaridiana. Pero para que el niño sobreviva, un Taelon debe morir.

La cuarta temporada comenzó en abril de 2000 e incorporó por primera vez en la televisión un sistema de producción digital cedido por Sony. La mejora en la tecnología de grabación no tuvo sin embargo reflejo en el rumbo creativo de la serie.

Marquette daba a luz a su hijo mestizo y escapaba con él (un arco argumental que se abandonó completamente. Nunca se supo de su destino). En la segunda mitad del año se descubre que los Taelons están muriendo. Su energía interior está disipándose y muchos de ellos se ven obligados a entrar en un estado de trance para conservarla. En el último episodio, Punto de no retorno, Liam y Renee descubren que la cámara secreta de regeneración de Ma’el se halla bajo un volcán. Para sobrevivir como especie, tanto Taelons como Jaridianos –antaño la misma raza pero ahora separados por una brecha evolutiva– deben penetrar en ese lugar. Los supervivientes así lo hacen, acompañados por Liam, justo antes de que el volcán entre en erupción.

A estas alturas, el show había perdido los papeles y ni siquiera los actores comprendían muy bien sus personajes. Liam Kincaid, por ejemplo, que había comenzado como un nexo capaz de salvar la brecha entre Taelons y humanos se encuentra súbitamente conciliando a Taelons y Jaridianos.

Hay una larga lista de programas televisivos que, agotada su energía creativa a la altura de la quinta temporada, intentan reinventarse solo para empeorar aún más. La Tierra… había dejado por el camino, ya en la primera temporada, muchas de sus propuestas iniciales. Pero es que en su quinto año parece un programa completamente diferente, con los Taelons desaparecidos y reemplazados por un nuevo enemigo, una especie de vampiros energéticos llamados Atavus. Se presenta un reparto nuevo, con los miembros del antiguo anulados o reducidos a meras apariciones. La protagonista principal pasa a ser Renee Palmer, una especie de versión pobre de Buffy; Sandoval se pasa definitivamente al bando de los malos e incluso, en un intento de ligar a lo anterior lo que era claramente un programa distinto, trajeron de vuelta a Boone, Zo’or (ambos terminan muriendo otra vez) y, en el último episodio, Liam.

La serie probablemente se hubiera cancelado el cuarto año de no ser porque los productores querían completar un paquete de cinco temporadas que resultara vendible en el circuito sindicado de emisoras locales. Los guiones importaban menos que las consideraciones económicas y se abarataron todo lo posible los costes. La única razón de ser de la quinta temporada era financiera, un mero trámite con el que cerrar el negocio. Los guionistas así lo entendieron y, comprensiblemente, no se molestaron en exprimir su talento para ajustarse al menguante presupuesto.

En resumen, la primera temporada es definitivamente merecedora de un visionado por su respeto a la visión que de la ciencia-ficción tuvo Gene Roddenberry. La segunda es más irregular y reviste menos interés, pero todavía tiene episodios con argumentos sólidos y hacia el final remonta algo. La tercera y cuarta son recomendables para quien realmente se haya quedado enganchado a la serie. Con la quinta es mejor no perder el tiempo.

Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".