«Para mi padre, para el ingeniero Thompson, para el Che y para el Fifo Gastro (Fidel Castro), nada se comparaba con ser homosexual, era peor que ser asesino o traidor a la Revolución».
Movido exclusivamente por la simpatía, inteligencia, desenfado y humildad no impostada que el escritor Marcial Gala derrocha desde su página de FB, me animé a comprar y leer una de sus novelas. ¡Y con qué éxito se cumplió mi intuición!
La máquina de ser feliz podría haberse titulado Cuban Psycho, pues narra la historia de un muchacho negro del municipio cubano de Cienfuegos, Marcel, que compagina su ascenso político en el entramado castrista desde los años 80 con el asesinato compulsivo de víctimas casuales para saciar su sed de muerte.
Los espectros de sus muertitos, siempre varones, se van congregando en toda superficie reflectante para recordarle sus deudas con el más allá, a la vez que en el más acá se rodea de amantes blancas para compensar cierto acomplejamiento. Casi todas sus relaciones suelen acabar en embarazo y parto: «Los tuve con la misma falta de prudencia con la que maté a esa gente», señala.
Curiosamente, pese a lo psicópata, en su proceder profesional es un político mucho más honesto que cualquiera de los que yo he conocido. Lo cual da que pensar.
La parte descriptiva del tinglado de la dictadura cubana resulta minuciosa y rezuma conocimiento de causa, pero curiosamente no difiere mucho de los pormenores que Milan Kundera dedicó al mecanismo de la República Socialista Checa en varias de sus deliciosas obras o los que Ayn Rand revela sobre el origen de la URSS en su brutal novela Los que vivimos: las mil fórmulas de la corruptela, la mentira manoseada con la interiorización desenvuelta y maquinal con que se registra la asistencia diaria a la fábrica y el recurso a la delación continua como acto reflejo son muy similares.
Lo que destaca en la voz narrativa de Marcial Gala es su irreprimible jocosidad. Nada que ver con el cliché de miamense enquistado en la amargura y la apología de lo más feo de Gringolandia esperando que Cuba se democratice: ni lobby ni lobá, cada día te quiero más. El autor no pierde la partida del sentido del humor frente al resentimiento y por tanto tampoco cae en el fanatismo del lado opuesto, el de capitalista entusiasta del oropel.
Hay que reír ante el absurdo de la Historia, propone Gala, sobre todo cuando actúa de forma tan cruel. Un botón: cuando el pusilánime padre del protagonista descubre que su otro hijo anhela dedicarse a la actuación, no se le ocurre reaccionar de otra manera que sentando «a mi hermano frente al televisor para que viera que en las novelas cubanas y brasileñas habidas y por haber los pocos negros que salían actuaban de esclavos o tarados mentales».
Quizá lo más valioso de La máquina de ser feliz, desde la perspectiva del retrato social, sea la viva pintura del racismo en la Cuba de las últimas décadas. Cuando un adolescente Marcel acompaña a su primera amante a la clínica por el temor de ella a haber quedado embarazada, personal y pacientes «se nos quedaron mirando como si estuvieran en una función de Otelo». Y cuando el narrador presencia la visita de Barack Obama a La Habana y constata que ningún Castro ha acudido al aeropuerto a recibirlo, comenta que «ni siendo presidente del pais más importante del mundo a un negro terminan otorgándole el lugar que merece».
Debo añadir: Gala escribe con muñeca de pimponero.
Esa ágil comicidad y esa frescura de su prosa, no exenta de imágenes con pegada emocional y cantarín decantamiento («se había encogido como un ratón al que el bodeguero acorrala para caerle a escobazos»; «yo, cuando estoy solo, aparto a los muertos, me miro en el espejo y tampoco me gustan mis ojos»), convierten La máquina de ser feliz en un paseo exhaustivo, y pese a todo gozoso, por las cloacas del poder y del ser.
Sinopsis
Marcial Gala teje una fascinante trama de ambición, donde se ponen en juego las intrincadas experiencias de Marcel en el trasfondo de momentos históricos significativos en Cuba. La máquina de ser feliz es la historia de un joven carismático, dispuesto a hacer cualquier cosa para triunfar en una Cuba que debe reafirmar su revolución y en la que se requieren grandes dosis de pragmatismo y sentido del humor para evitar la capitulación.
Copyright del artículo © Ediciones Corregidor. Reservados todos los derechos.
Copyright de imágenes y sinopsis © Binomio Editorial. Reservados todos los derechos.