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«La hazaña secreta», de Ismael Grasa

A través de las latitudes y de las épocas, lo cotidiano ha ido codificándose por medio de una serie de costumbres que hemos despojado de trascendencia. Cada instante de nuestra existencia debería ser autónomo y significativo, pero al final, dejamos que la rutina encaje cada cosa en su lugar, como si el presente no pudiera tener diferencias de énfasis o temperatura.

Cada tarde precede a otra noche, y a cada recuerdo le sigue un olvido. Al final, nuestra cronología carece de desafíos que nos impulsen antes de que descendamos a la última sombra.

Como antídoto frente a esos automatismos, Ismael Grasa propone un catálogo de costumbres y virtudes. En cierto modo, nos invita a un estilo de vida que se va expresando en los pequeños detalles, porque es en esos gestos donde podemos reconocernos en lo más íntimo.

Cada consejo o cada sugerencia van acompañados por una cita, tendiendo así la mano a poetas o pensadores que, en el mejor sentido de la expresión, nos inspiran y hasta diría que nos hacen compañía.

Para que la obra no parezca lo que no es, Grasa evita las palabras demasiado grandes, los signos de admiración o las negritas. Su prosa es fluida, confidencial, generosa, y consigue el efecto buscado: dirigirse al lector con ese tono de amistad que tan difícil es lograr en un ensayo.

El arte de vivir, como asunto, es desde hace siglos una fórmula literaria. En este caso, Ismael Grasa incide en determinadas cuestiones ‒la urbanidad, la ilustración, el esfuerzo, el civismo, la armonía‒ que nos conducen a una existencia más amable, más lúcida, y sobre todo, más ética y ejemplar. Pero tan importante como ese objetivo es el estilo que el autor emplea para sugerirlo. Un estilo que enriquece este libro y lo convierte en una gratísima lectura.

No voy a adelantarles ninguno de los hábitos que propone Grasa en La hazaña secreta, porque considero que la sorpresa forma parte de su encanto. Hay buenas costumbres que uno se imagina, y otras que, como una virtud recién descubierta, pueden incorporarse a nuestra identidad. En este sentido, el autor nos interpela con sentido práctico, apegado a la realidad ‒la casa, los objetos, la ciudad‒ y también a las convenciones. Como bien dice, «se ha de tener presente que a menudo lo interior se sujeta en lo exterior, y no al revés. No existe lo profundo desvinculado de las cosas, de los gestos y las rutinas, de lo que decimos al bajar a la calle. Lo profundo, en cierto modo, es abrocharse el botón de una camisa, es ver ponerse el pijama a la persona con quien dormimos o preparar la cafetera».

Sinopsis

Este no es un libro de autoayuda. No pretende pregonar el secreto de la felicidad, ni enseñarnos a triunfar siguiendo un método novedoso. Su objetivo es el mismo que ensayaba Montaigne: algo tan simple como compartir aquello que consideramos bueno, esas pequeñas cosas que hacen la vida más digna de ser vivida, y que muchas veces nos callamos por miedo a hablar de más.
Normas, consejos, reflexiones, citas y recuerdos se van hilando en un relato que oscila entre la filosofía y la pura humanidad, donde las lecturas de cada día marcan el camino para aclarar la vista ante la niebla de lo cotidiano.
Un tratado de buenas maneras para el siglo XXI, que nos ayudará a convertirnos en mejores personas, el mejor regalo que le podemos hacer a la humanidad.

Ismael Grasa (Huesca, 1968) es profesor de Filosofía en Zaragoza y ha escrito varios libros, entre ellos De Madrid al cielo, que recibió el premio Tigre Juan, y Trescientos días de sol, premio Ojo Crítico de Narrativa.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.