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Las baldosas del infierno

Aunque el pensamiento utópico casi siempre ha tenido buena prensa entre quienes desean vivir en una sociedad más justa, los intentos de instaurar la sociedad perfecta han contribuido en casi todos los casos a aumentar la injusticia y el crimen, más que a mitigarlos.

Las utopías desean lo mejor y desprecian lo bueno, pero no suelen implantar lo mejor, ni siquiera lo bueno, sino lo peor, a menudo el horror absoluto. La búsqueda del paraíso casi siempre conduce al infierno en la tierra, el único que realmente conocemos, aunque, como dice Koestler, ese camino “esté pavimentado con citas de RousseauMarxCristo o Mahoma”.

En La sociedad abierta y sus enemigosKarl Popper consideró que la república imaginada por Platón fue el primer intento serio de diseñar una sociedad cerrada, siempre igual a sí misma, frente a las sociedades abiertas que aceptan como inevitables el cambio y la reforma constante. Asusta, dice Wolfgang Kraust, que incluso en su formulación meramente teórica, las utopías sean siempre estados policiales y represivos:

“Desde la República y Las leyes de Platón, pasando por el capítulo sobre Licurgo de Plutarco y la Utopía de Tomás Moro y La Ciudad del Sol de Campanella, hasta la Atlántida de Francis Bacon y otras muchas obras, se manifiesta un rasgo aterrador: todos son órdenes establecidos violentamente. Las dictaduras políticas parecen campos de libertad comparadas con estos llamados estados ideales”.

Paul Watzlawick confirma que parece imposible fundar una utopía sin crear al mismo tiempo un poderoso cuerpo policial y represivo, a pesar de que se supone que las utopías son mundos perfectos. Para evitar esa contradicción, los más puntillosos distinguen entre utopías, sociedades nacidas de un sueño, y distopías, producto de una pesadilla. Sin embargo, unas y otras suelen recurrir a la imposición y la violencia, excepto los mitos de la Arcadia feliz, en los que uno es feliz por definición, como en el cielo cristiano, sin entrar en más detalles. En cuanto se entra en detalles y se busca establecer de manera práctica lo perfecto, comienza la pesadilla.

Berdaiev, en su biografía de Dostoievsky, ya advertía del peligro de introducir la perfección en la lucha política:

“La libertad no puede identificarse con el bien, con la verdad, con la perfección… Cada confusión e identificación de la libertad con el bien y la perfección es una negación de la libertad, es una declaración a favor de la violencia y la coacción. El bien que se impone por la fuerza ya no es el bien, se convierte en el mal.”

En el siglo XX, se puso en cuestión el concepto de perfección y se acabó abandonando la idea de traer la perfección a este mundo sublunar, pero antes hubo tiempo de dejar millones de muertos al intentar alcanzar sueños utópicos que se convirtieron en pesadillas distópicas. Porque el siglo XX, además de ser quizá el más creativo, ha sido el más cruel y sangriento, el siglo de las utopías, de los nacionalismos, fascismos y comunismos que intentaron definir lo perfecto, o al menos acabar con lo que ellos consideraban imperfecto: los extranjeros, los judíos, los capitalistas, los burgueses, los otros. Porque, aunque el pensamiento utópico puede ser un estímulo para mejorar la realidad, ha sido también y puede seguir siéndolo, la mejor excusa para la violencia y el camino directo al infierno, aunque esté empedrado de las mejores intenciones.

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Daniel Tubau

Daniel Tubau inició su carrera como escritor con el cuento de terror «Los últimos de Yiddi». Le siguieron otros cuentos de terror y libro-juegos hipertextuales, como 'La espada mágica', antes de convertirse en guionista y director, trabajando en decenas de programas y series. Tras estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a la literatura y el ensayo con libros como 'Elogio de la infidelidad' o la antología imaginaria de ciencia ficción 'Recuerdos de la era analógica'. También es autor de 'La verdadera historia de las sociedades secretas', el ensayo acerca de la identidad 'Nada es lo que es', y 'No tan elemental: como ser Sherlock Holmes'.
Sus últimos libros son 'El arte del engaño', sobre la estrategia china; 'Maldita Helena', dedicado a la mujer que lanzo mil barcos contra Troya; 'Cómo triunfar en cualquier discusión', un diccionario para polemistas selectos. Además, ha publicado cuatro libros acerca de narrativa audiovisual y creatividad: 'Las paradojas del guionista', 'El guión del siglo 21', 'El espectador es el protagonista' y 'La musa en el laboratorio'.
Su último libro es 'Sabios ignorantes y felices, lo que los antiguos escépticos nos enseñan', dedicado a una de las tendencias filosóficas más influyentes a lo largo de la historia, pero casi siempre ignorada o silenciada. A este libro ha dedicado una página que se ha convertido en referencia indispensable acerca del escepticismo: 'Sabios ignorantes y felices'.
En la actualidad sigue escribiendo libros y guiones, además de dar cursos de guión, literatura y creatividad en España y América.