Edward Shanks fue un autor inglés que se aplicó en los más diversos campos literarios: novela, poesía, crítica literaria y periodismo, además de trabajar como editor de una publicación. The People of the Ruins fue, sin embargo, su única incursión en el género de la ciencia-ficción.
Como La plaga escarlata (1912), de Jack London, esta pesimista novela explora el agudo declive de la civilización occidental. En el transcurso de una huelga en el Londres de 1924, el protagonista, Jeremy Tuft, un investigador de Física, queda accidentalmente congelado por un rayo experimental de animación suspendida. Despierta 150 años después para encontrarse en una monarquía de estilo medieval. No sólo sus compatriotas han olvidado la mayor parte de su pasado (en el que una revolución proletaria mundial llevó a la hambruna y el colapso generalizado de todas las instituciones), sino que no sienten gran interés por él.
La gente de las ruinas es la otra cara de la moneda de novelas clásicas en las que se presentaba un futuro brillante, utópico: El año 2000: una mirada retrospectiva (1888), de Edward Bellamy, o Cuando el durmiente despierta (1899), de H.G. Wells. En todas ellas, un individuo despertaba tras un prolongado letargo para encontrar un futuro mejor que el que había dejado atrás y en el que la tecnología jugaba un papel fundamental a la hora de facilitar la vida de los ciudadanos.
Sin embargo, aunque al principio se encuentra desconcertado por el fracaso absoluto de lo que en su propio tiempo parecía un sistema válido que permitía progresar técnica y socialmente, Tuft pronto llega a la conclusión de que esa vida post–civilizada es, en realidad, más sencilla, más pacífica y más segura: solíamos pensar que estábamos al borde de un precipicio: cada hombre individualmente y todos en conjunto, vivían sumidos en la ansiedad . En este sentido, La gente de las ruinas, a pesar de su argumento forzado y sus personajes simplistas, merece un comentario como ejemplo temprano de catástrofe benigna que luego tantos autores desarrollarían con más talento y lirismo. De hecho, la historia de Shanks es bastante aburrida hasta que las salvajes tribus inglesas del norte se alían con los galeses e invaden Londres.
Este libro, inicialmente serializado, fue producto, como tantos otros, de la gran actividad que desarrolló la ciencia-ficción gracias a la expansión editorial de publicaciones periódicas y que llegó a su límite cuando éstas superaron su fase experimental y descubrieron que otros géneros eran mucho más populares entre el gran público. Además, la Primera Guerra Mundial dio el golpe de gracia. El amargo legado del desencanto dejado por la guerra duró mucho más que los combates y se reflejó de forma obvia en anticipaciones tan extremas de la destrucción de la civilización por la guerra como este relato. Aunque estos escritores de gran ambición temática que sobrevivieron a la guerra trataron de continuar su trabajo en la ciencia-ficción, se encontraron con problemas. La hostilidad hacia el género no se suavizaría hasta los años treinta.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.