Pese a todos los elogios que merecen su genialidad y su técnica asombrosa como pianista, el canadiense Glenn Gould (1932-1982) ha pasado a la intrahistoria de la música como protagonista de un sinnúmero de anécdotas que ha hecho de él un modelo del artista excéntrico.
Dotado de una retentiva excepcional, Gould desarrolló una carrera insigne, por más que también llamasen la atención su descuidada vestimenta, su aspecto encorvado, su ensimismamiento, su hipocondría y su misantropía, o costumbres aún más singulares, como la de hundir sus manos en agua caliente durante veinte minutos antes de tocar, situar el teclado a la altura de su cuello o impedir a toda costa el contacto físico con sus semejantes.
El psiquiatra Peter Ostwald, que trató a Gould durante cierto tiempo, diagnosticó la razón de este raro comportamiento, el síndrome de Asperger. Así lo subrayó en las páginas de su libro Glenn Gould: The Ecstasy and Tragedy of Genius (Norton, 1997).
Acercamientos como el de Ostwald describen a Gould como un autista intratable, cuya dolencia mos impide atisbar los auténticos secretos de su espíritu. En este sentido, la lectura de Glenn Gould. No, no soy en absoluto un excéntrico supone toda una sorpresa para quienes justificamos el culto gouldiano aceptando esas rarezas como un rasgo patológico, paralelo al virtuosismo musical.
De hecho, uno de los méritos de esta obra ‒imprescindible para los melómanos‒ consiste en normalizar a Gould, tanto a través de sus inteligentísimas declaraciones como a través del testimonio de quienes conversaron con él sin esos prejuicios, o comprendiendo sus razones más íntimas.
El responsable de esta hazaña es el cineasta, escritor y violinista Bruno Monsaingeon, cuya fama se debe, en gran medida, a registros de conciertos y documentales sobre música culta tan alabados como Yehudi Menuhin: L’Europe orientale et le violon (1972), Glenn Gould, the Alchemist (1974), Requiem for a talent. Friederich Gulda (1976), Mademoiselle. A portrait of Nadia Boulanger (1977), la serie Glenn Gould plays Bach (1979-1981), La muraille ouverte (Yehudi Menuhin en China, 1982), Profile of Glenn Gould (1988), Glenn Gould, hereafter (2006) y Conversations with Menuhin (1994-2014).
No me sorprende que la parte más notable de los libros editados por Monsaingeon tenga a Gould en sus portadas: los dos volúmenes de Le dernier puritain (1983-1985), este Non, je ne suis pas du tout un excentrique (1986, traducido admirablemente en la edición que comentamos por el compositor, ensayista y gestor musical Jorge Fernández Guerra), Glenn Gould : Chronicle of a crisis, followed by Concert correspondance (2002) y Chemins de traverse, Glenn Gould (2012).
Dejo para el final unas palabras del propio pianista que, a modo de invitación, describen el espíritu de este libro tan especial. Cuando Monsaingeon le recuerda que algunos críticos dicen que Gould parece aburrido durante los pasajes de orquesta en los que no interviene, él responde: «Mire, estoy seguro de que bastantes críticas sobre mi comportamiento en el escenario están justificadas, pero ésta no. No creo que haya un solo pianista o violinista digno de ese nombre que, cuando se interpreta una obra en la que no toca todo el rato, pueda abandonar de pronto su responsabilidad y descuidar lo que pasa a su alrededor. De hecho, según parece, intervengo más que muchos otros intérpretes, lo cual a muchos les resulta molesto, pero simplemente lo hago porque me implico mucho con lo que ocurre a mi alrededor».
Ya ven, genio y figura.
Sinopsis
La sorprendente personalidad de Glenn Gould, su extraordinario talento interpretativo, su intensidad y su carácter escurridizo han fascinado a varias generaciones que vieron en el intérprete canadiense a un músico deslumbrante y singular capaz de inspirar tanto a músicos como a melómanos y lectores. El hechizo de su música y su carisma también cautivaron a Bruno Monsaingeon, quien logró trabar una amistad y colaboración que se prolongó hasta la prematura muerte del intérprete. Este libro recoge las evocaciones del amigo, así como las vivencias de aquellos años a través de textos e imágenes que nos descubren el universo gouldiano en un retrato casi autobiográfico.
Bruno Monsaingeon (París, 1943) es director de cine y escritor. Violinista de formación, la toma de contacto con la obra de Glenn Gould lo llevó a realizar y producir documentales de temática musical, la mayoría centrados en los intérpretes más notables de la música clásica del siglo xx. Es autor de algunos de los documentales más famosos sobre Gould, como Glenn Gould, the Alchemist (1974); Glenn Gould. The Goldberg Variations (1981) o Glenn Gould, hereafter (2006), así como de diversos libros dedicados a Gould, Sviatoslav Richter y Nadia Boulanger.
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