Atalanta ha publicado algunas de las obras más destacadas del hilarante e imaginativo Yasutaka Tsutsui: Lo que vio la criada. Ocho cuentos psíquicos (1972), Paprika (1993) y Hombres salmonela en el Planeta Porno (2005). En Estoy desnudo, el escritor reúne algunos de sus mejores cuentos.
En El chiste y su relación con lo inconsciente (1905), Sigmund Freud explica que “el sentimiento cómico nace con mayor facilidad que nunca en los casos indiferentes, allí donde no existen intensos sentimientos ni grandes intereses”. El padre del psicoanálisis describe así cómo el sujeto observador tiene más capacidad para reírse cuando el vínculo con lo observado es débil. Al contemplar como extraño a un individuo que puede sufrir una desgracia —pongamos, por caso, una caída—, la empatía disminuye incrementando la perspectiva cómica a costa de lo contemplado. Esa distancia podrá ser incluso física —cuanto más lejana vemos una caída, mayor posibilidad habrá de que ésta genere la risa en el espectador—. Si por contra experimentamos una cercanía física o sentimental, la respuesta más natural con la persona afectada será acudir a socorrerla.
En caso de que, para mayor lejanía del espectador, el hecho fuera recreado de forma humorística —como en la ficción—, la desgracia ajena resultaría todavía más lejana permitiendo que el testigo, al no tener que implicarse directamente con la situación, deje atrás su responsabilidad y demás sentimientos éticos o morales para entregarse a la hilaridad de lo descrito.
En muchas ocasiones, la vida parece plagada de situaciones que, de no vivirlas en primera persona, parecerían extraídas de un relato de ficción hilarante. Esto es con lo que jugará Yasutaka Tsutsui en sus historias, como las que selecciona para la editorial Atalanta en el volumen Estoy desnudo y otros cuentos (2009). En ellas, se asiste a la descripción de diferentes episodios que, no por resultar hilarantes, dejan de inspirarse en formas de proceder del individuo. Es debido precisamente a esa naturaleza del ser humano que el lector podrá encontrarse reflejado en la multitud de actitudes de los personajes que pueblan estos relatos, aunque sus destinos puedan acabar siendo tragicómicos.
Tsutsui posee una forma de relatar dinámica, la cual parte de un lenguaje absolutamente actual e incluso juguetón. Gracias a ello, quien lo lee ve pasar las páginas “como postes”. Un ritmo que nunca se detiene sino que, al contrario, se acelera hacia el desastre. Si bien en muchos casos la empatía hacia las criaturas que protagonizan los diferentes cuentos prevalece, en otros casos se produce la sensación contraria, encontrando en los habitantes de los mundos tsutsuinianos la personificación de las más bajas categorías de la persona —si bien también forman parte de su forma de ser primera o primaria, por instintiva—. En cualquier caso, quien los conoce no puede evitar disfrutar con su “padecer”, que por surrealista acaba convirtiéndose en ajeno e impredecible.
Desde el personaje que deambula sin ropa por la ciudad al salir precipitadamente del hotel en el que se aloja con una mujer ante la amenaza de incendio en Estoy desnudo —cuento que da título al libro—, pasando por los periodistas que han viajado hasta una isla para realizar un reportaje, debiendo salir de ella precipitadamente en una avioneta desastrosa en Líneas Aéreas Gorōhachi, los problemas de comunicación surgidos con seres de otros planetas en los cuentos «El peor contacto posible» y «Articulaciones», la justicia inhumana de un demonio u Oni contra trabajadores de la más baja catadura en «Maneras de morir», la primera cita sexual de un hombre un tanto inmaduro en «El día de la pérdida», los extremos a los que puede llegar un padre de familia corriente ante el secuestro de su mujer e hijo en «La ley del talión» o las diferentes voces que suenan en el interior de un personaje que está a punto de tener una relación íntima con una mujer en «La embestida del autobús loco». Cada una de las situaciones en las que nos sitúa Tsutsui nos hacen disfrutar y, por ello, sonrojarnos por su naturaleza morbosa y la diversión que con ello nos brinda.
Así, en cierto modo, el estilo de Tsutsui podría asociarse al de otro creador coetáneo también japonés, Takeshi Kitano. Ambos tienen en común haber realizado incursiones cinematográficas además de literarias. Si bien Kitano es más conocido en España por sus películas y por su creación del programa televisivo Fūun! Takeshi Jō (traducido como Humor amarillo) —que él mismo presentaba—, también ha destacado como autor de poesía y novela. El empleo que uno y otro hacen de la comedia y de la violencia indiscriminadamente provoca en su público sentimientos encontrados, cuando se percibe lo humorístico como agresivo y lo feroz como divertido. Y es que, perder la seriedad hacia lo contemplado hace que estos autores representen en sus ficciones a la vida como una comedia o, si se quiere, al revés: la comedia como la vida misma.
Para Carlos Pardo, a diferencia de los “discípulos domesticados” ya conocidos dentro del boom de la literatura japonesa, Tsutsui destaca como escritor por su “origen corrosivo”. Sus “piezas exactas satíricas y violentas” merecieron los premios Tanizaki y Kawabata, a pesar de que el autor sufriese la crítica de determinados colectivos que dijeron sentirse “humillados” por este autor. Él mismo se negó a escribir durante años como protesta al acoso sufrido —en concreto, por la Asociación de Epilépticos de Japón—. No obstante, los elogios han sido más que las críticas, lo que le ha mantenido activo como uno de los autores japoneses más longevos —Tsutsui nació en 1934–. En la actualidad sigue siendo uno de los escritores absolutamente originales del panorama literario y esperemos que todavía nos depare muchos textos más.
Imagen superior: ‘Paprika’ (2006), película animada de ciencia ficción basada en la novela homónima de Yasutaka Tsutsui.
Copyright del artículo © Javier Mateo Hidalgo. Publicado previamente en ‘Revista de Letras’ y editado en ‘Cualia’ con permiso del autor. Reservados todos los derechos.