Idealización y realidad. Igual que Irlanda se disfraza de Yeats declamando un poema, de Cúchulainn aprendiendo a manejar la lanza con la druidesa Skatsha, o de Barry Fitzgerald (Michaeleen en El hombre tranquilo) repitiendo aquello de «¡Homérico!», usted o yo nos acercamos a lo irlandés para poner el foco en su poesía, en su épica o en su tradición.
¿Estereotipos? Los hay a montones. Pero más allá del tópico, no olvidemos las realidades que identifican a aquel país. Por ejemplo, su magnífica literatura, que incluye nombres tan británicos como los dublineses Oscar Wilde o George Bernard Shaw. El color esmeralda de sus paisajes o la personalidad de ciudades como Galway o Cork. Y desde luego, los conflictos y tragedias que han conformado parte de su trayectoria, propios de una historia cincelada por un cronista de sangre y rayo.
Digo todo esto a cuenta de un libro formidable: un diccionario que lleva la firma del poeta Antonio Rivero Taravillo, quien se ha apropiado felizmente de la cultura irlandesa a través de títulos previos, primero como traductor y luego como autor de la novela Los fantasmas de Yeats (Renacimiento, 2017).
Este libro es un auténtico regalo para los celtófilos. Los mismos que, mucho tiempo atrás, juntábamos en nuestra biblioteca títulos tan heterogénenos como Cuchulain de Muirthemne (Siruela, 1987), de Lady Gregory, Teatro irlandés (Editora Nacional, 1983) o el Ulises (Lumen, 1976) que tradujo José María Valverde. En nuestros tocadiscos ‒¿lo recuerdan?‒ giraban los LPs de Clannad, The Dubliners o Seán Ó Riada, y cualquier tema de Van Morrison nos hacía sentir afecto por ese territorio sentimental que abarcaba el Ulster, la república irlandesa y su proyección norteamericana. Si a eso le sumamos aquellas lecciones de gaélico y de literatura angloirlandesa que nos impartía Ramón Sainero, ya se pueden imaginar en qué medida se inflamaron aquellas filias, y sobre todo, entenderán por qué les cuento todo esto para elogiar la obra de Rivero Taravillo.
El libro que nos ocupa es un prodigio de erudición, pero además de eso, es una lectura ágil, agradabilísima, contagiosa, que fascinará tanto a los admiradores de la isla verde como a todos aquellos que quieran conocer en profundidad una faceta importante de la identidad europea.
Sinopsis
Con este diccionario de la cultura irlandesa, Antonio Rivero Taravillo hace honor a L. Sterne y al rasgo más irlandés por antonomasia: la fascinación por la palabra y la capacidad de fascinar mediante ella.
Irlanda, «isla de santos y sabios» –en palabras de James Joyce–, también es tierra de poetas y filósofos, y cuenta con una historia milenaria, un paisaje impresionante, una exuberante literatura y una excepcional tradición musical, lo que la singulariza como un lugar mítico y mágico, que conoce en profundidad el poeta y traductor Antonio Rivero Taravillo. En busca de la Isla Esmeralda no es un libro más de consulta sobre Irlanda, sino el testimonio personal de una prolongada pasión.
En esta pequeña enciclopedia encontrará el lector entradas sobre Oscar Wilde y James Joyce, san Patricio y san Columba, y el whiskey, Maureen O’Hara y Flann O’Brien, los policías de Nueva York y la cantante Enya. En sus páginas no faltan menciones a la Armada Invencible o el Levantamiento de Pascua de 1916, los relatos de fantasmas o el símbolo del arpa, junto con otros sucesos históricos, temas políticos, vidas de santos y poetas, y crónicas musicales. Con buenas dosis de humor, en una feliz combinación de amenidad y erudición, este libro hará las delicias de cuantos comparten la «hibernofilia» –el amor por Irlanda–, al tiempo que servirá como inmejorable guía para quien se inicie en el conocimiento de esa ínsula extraña, patria de la fantasía y la imaginación.
Se trata de un diccionario de autor –lleno de caprichos y curiosidades, también de ausencias y lagunas, y que incurre en inevitables y sugerentes circunloquios, saltos de una lengua a otra y alguna que otra reiteración– que propone un amplio y detallado viaje por la cultura irlandesa, en decenas de entradas, adaptable al ritmo y voluntad de cada cual: de los monumentos megalíticos a los deportes gaélicos; de la emigración que desoló pueblos enteros a los asentamientos en otros continentes; de los protagonistas de viejas epopeyas a los poetas actuales; de los románticos dirigentes del siglo XIX a los revolucionarios del siglo XX.
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