El danés Nielsen (1865-1931) es conocido, sobre todo, por sus sinfonías. Menos, por su interesante obra pianística y, de vez en cuando, es llevado a las tablas junto con su ópera Saúl y David.
Sin embargo, su primera querencia musical fue el violín, que le enseñó su padre y luego perfeccionó con un anónimo maestro local. Una de sus primeras labores como compositor fue una sonata para violín y piano, hecha allá por 1880 y que no incorporó a su catálogo. Luego, fueron importantes en su vida creativa tres violinistas que lo estimularon a redactar obras para su instrumento: Henri Marteau, Thorvald Nielsen (que no era su pariente, cabe aclarar) y Emil Télmanyi.
De tales contactos surgieron un concierto para violín y orquesta, las dos sonatas incluidas en el disco recomendado (que datan de 1895 y 1912) y las piezas de bravura que le siguen.
El lenguaje de Nielsen es prudente, centrado en un trabajo de elegantes armonizaciones y un diálogo en contrapunto entre el violín y el piano. Si bien hereda la gran tradición de la sonata romántica, lo hace diluyendo sus certezas de tonalidad en atmósferas que, a menudo, evocan la delicuescencia del impresionismo francés.
En cuanto a los preludios con variaciones y remoquete de presto que le siguen, son pruebas indiscutibles de la erudición nilseniana en cuanto a escritura volinística virtuosa. Exigen a un intérprete brillante y atrevido y Georgios Demertzis lo es de sobra. De otro modo, el fiasco estaría asegurado, porque en materia de tracas solistas no hay términos medios.
Disco recomendado: Carl A. Nielsen: Sonatas nos. 1 y 2 para violín y piano; Praeludium og Tema med Variationer; Praeludio e Presto / Georgios Demertzis, violín. Maria Asteriadou, piano / BIS / Ref.: BIS 1284 (1 CD) D2
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