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‘El Topo’ (1970): Jodorowsky nos lleva al Oesta más lisérgico y surrealista

¿Qué pasa cuando mezclas la contracultura y el wéstern revisionista del Nuevo Hollywood? ‘El Topo’ de Jodorowsky es la respuesta

En el libro Weird Western. El cine del Oeste sin fronteras (Applehead Team), Jesús Palacios establece El Topo, de Alejandro Jodorowsky como el inicio de la corriente denominada como acid western, relacionándola con la generación Beat y la Contracultura, así como con el wéstern crepuscular y revisionista del Nuevo Hollywood. En Cualia reproducimos algunas páginas de este ensayo dedicadas a esta legendaria película de Jodorowsky.

Surrealismo, estética de cómic y simbolismo religioso

«El estreno de El Topo en Nueva York, el 18 de diciembre de 1970, supuso toda una provocación. Pocos estaban preparados para una película que adoptaba los malos modos del spaghetti western, pero llevándolos a un terreno autoral y vanguardista todavía más extraño y transgresor, en el que se mezclaban esoterismo y mística oriental, esperpento cruel, crítica política y social, humor grotesco y surrealista, estética de cómic y simbolismo religioso.

Estamos dentro del universo pánico de su director, el judío chileno internacional Alejandro Jodorowsky, que protagoniza también la cinta como el pistolero místico que le da título y quien, junto a su hijo (Brontis, hijo también del realizador en la vida real), cabalga en un violento viaje iniciático a través de un metafísico y onírico desierto mexicano, afrontando una serie de pruebas y enfrentamientos que lo son tanto a nivel físico como metafórico, en busca de la iluminación interior.

Escritor, miembro del Grupo Pánico junto con Topor y Arrabal, mago, guionista de tebeos, creador de la psicomagia, tarólogo y amante impenitente de la cultura popular, Jodorowsky había creado la película de culto automática, una inasible combinación de wéstern y mística Zen, que parecía un «viaje» producto del peyote, donde confluían misteriosa y eficazmente las filosofías del underground, que diría Luis Racionero, con la iconografía y los arquetipos del cine del Oeste, desafiando las convenciones asumidas tanto por los amantes de las unas como del otro.

De hecho, la prestigiosa y polémica Pauline Kael, en su crítica no especialmente elogiosa de la película, publicada en The New Yorker, acuñó ingeniosamente la expresión acid western para referirse a ella, sin saber, posiblemente, que el término echaría raíces profundas.

Una revisión del mito de la Frontera

Inconscientemente, Jodorowsky había expresado con «El Topo» una paradoja que, en cierto modo, angustiaba a la joven y rebelde generación del Nuevo Hollywood: la necesidad de apropiarse del discurso sobre la Frontera propio del wéstern, desde una perspectiva distinta a la tradicional e incluso enfrentada a ella, pero que, al mismo tiempo, había de nutrirse necesariamente de idénticas fuentes.

Para el judío chileno-mexicano y francés de adopción, esto no suponía mayor problema, puesto que su campo de juego era el imaginario colectivo y su personal visión del Viejo Oeste tenía más que ver con los bolsilibros de su amado Silver Kane (Francisco González Ledesma) que con la genuina Frontera americana, con su carga ideológica, histórica y moral. Pero para los cineastas estadounidenses que crecían intelectual y artísticamente en un medio contracultural que cuestionaba directamente la doctrina del Destino Manifiesto, el genocidio de los nativos americanos, el expolio de la naturaleza y los roles tradicionales de hombres y mujeres en la conquista del Oeste, urgía una transvaloración de la mítica del wéstern, adaptada a las necesidades de una nueva generación, capaz de conciliar la épica de la Frontera con la sensibilidad ambientalista, anti-imperialista, feminista, antirracista y liberal de la contracultura.

Rebeldes y antihéroes

El poso común, sin embargo, era mayor y más significativo de lo que cabría suponer. La ética de la Frontera contenía en sí tanto el germen del expansionismo autoritario, de raíz colonial e imperialista, como su contrario: el individualismo radical, la búsqueda de valores propios y de una libertad sin trabas, en medio de la naturaleza salvaje, lejos de la civilización y sus vicios, prácticamente anarquista y utópica.

De esta revisión de los valores tradicionales del Viejo Oeste, reconvertidos en su perfecto doble invertido al atravesar el espejo de la contracultura y los movimientos underground, surgiría, por supuesto, el wéstern revisionista, crepuscular y desmitificador de los años setenta, con sus nuevos héroes (o anti-héroes): el trampero solitario, el desertor, el rebelde con causa, el mestizo, el perdedor y desclasado e incluso el fuera de la ley.

Figuras antiautoritarias, perseguidas y más próximas a menudo al primitivo poblador de la Frontera, el nativo americano, que a su opresor blanco. Feroces individualistas que se identifican antes con las tradiciones del pueblo indio, a menudo idealizadas, que con las de su propia cultura opresora, y que, a diferencia de los no menos individualistas héroes del wéstern clásico, no buscan establecerse en la Frontera para pacificarla.

Tampoco se prestan, ni siquiera renuentemente, a colaborar con su domesticación, a colonizarla, sino que huyen de esa misma colonización que les corta la respiración y las alas.

Psicodelia y libertad sin límites

De Jeremiah Johnson a Cable Hogue, de Pequeño Gran Hombre a Billy el Niño, de Un hombre llamado Caballo a Tom Horn, el wéstern de los últimos sesenta y los setenta está contagiado del angst existencial y el inconformismo antiautoritario de la generación beat y la contracultura.

Y es ahí, en esa intersección, coloreada también por el neorrealismo sucio y onírico del spaghetti western, donde surge un cierto tipo de Weird Western característico y bien diferenciado: el acid western.
La nostalgia por la Frontera como paraíso perdido, tierra prometida de libertad sin límites, consumida por las feroces fuerzas históricas del capitalismo y el consumismo, se encuentra muy a menudo implícita o explícitamente en las páginas de Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Neal Cassady, Michael McClure, Edward Dorn e incluso William Burroughs (por no hablar, claro, de Edward Abbey o Rudy Wurlitzer), quienes en un momento u otro se sintieron identificados con el mito del outlaw.

A través tanto de sus obras literarias como de sus actitudes vitales, se funden y confunden en esta generación beat y en sus muchos descendientes bastardos la herencia de los Trascendentalistas (Emerson, Hawthorne, Longfellow y, sobre todo, Thoreau), el inconformismo de algunos de los grandes escritores estadounidenses que retrataron la Frontera (Mark Twain, Stephen Crane, Ambrose Bierce, Jack London), con el descubrimiento de las filosofías orientales, las drogas y sustancias psicotrópicas, el esoterismo New Age, las preocupaciones ambientalistas, las nuevas músicas (primero el jazz y el folk, después el rock) así como la revalorización de las culturas nativas ancestrales americanas, con sus modos de vida tradicionales (por supuesto, convenientemente idealizados).

Y mientras el wéstern revisionista se queda fundamentalmente con la primera parte, el acid western va mucho más allá para asumir en forma y fondo la segunda, entrando de lleno en un terreno fantástico, psicodélico y surrealista que encontraría en El Topo una de sus máximas expresiones, pero ni mucho menos la única.

De hecho, el filme de Jodorowsky, admirado por personajes tan significativos como los Beatles George Harrison y John Lennon, o como Dennis Hopper, dará el pistoletazo de salida, nunca mejor dicho, a una serie de títulos que seguirían proponiendo un viaje, literal, metafórico y lisérgico, al mito de la Frontera desde perspectivas psicodélicas transgresoras y provocativas».

Sinopsis de la película

En un oeste simbólico, el enigmático pistolero que viste de negro enfrenta a una banda de fetichistas que está ejecutando a los aldeanos. Tras liquidarlos, deberá ir en busca de sabiduría, para lo cual deberá vencer a los cuatro Maestros del Revólver, semidioses que habitan el desierto.

Sobre el libro ‘Weird Western. El cine del Oeste sin fronteras’

La estructura del libro está dividida en dos partes. Una primera, a cargo de Jesús Palacios, consistente en un largo ensayo introductorio y general al tema del Weird Western, y una segunda donde se concentran las colaboraciones del resto de autores, que abordan aspectos distintos y distintivos del género.

Así, Rakel Suárez Hernández, ilustradora, diseñadora gráfica y amante de la mitología, ofrece un apasionante panorama del bestiario criptozoológico del wéstern fantástico; Alfredo Lara, veterano experto en literatura popular y actual director de la colección Frontera de la editorial Valdemar, especializada en clásicos de la novela wéstern estadounidense, aborda el complicado pero fundamental aporte y papel de los nativos americanos en el Weird Western; el crítico y profesor de cine canadiense Donato Totaro reflexiona sobre la naturaleza apocalíptica del wéstern, a través de personajes, motivos estéticos y argumentales; y Adolfo Reneo pasa revista a algunos de los vampiros y resucitados que se pasean por el Oeste, tanto en cine como en series y cómics. Por último, Jesús Palacios indaga en la historia oculta y literalmente subterránea de la Frontera, buscando sus secretos habitantes y ciudades perdidas e incluyendo, como ejemplo y apéndice, un relato Weird Western original de Robert E. Howard, traducido por vez primera al castellano, además de ofrecer también una breve reflexión sobre el seminal filme de Robert Aldrich La venganza de Ulzana (Ulzana´s Raid, 1972) y su influencia en el splatter survival moderno.

Finalmente, las últimas páginas recogen una filmografía esencial del género, compilada y comentada por Carlos Morcillo Mira, así como una bibliografía breve pero no menos necesaria.

Como aliciente final para los lectores, el libro incluye el último y más feroz episodio de la serie de cómic Atolladero, ejemplo por antonomasia del género en nuestro país, creada por el genial dibujante Miguel Ángel Martín y escrita y llevada después a la pantalla por su guionista Óscar Aibar. Bienvenidos todos y todas, acomódense en sus asientos y disfruten del viaje que les ofrece esta diligencia estrambótica y fantástica de Weird Western, cine del oeste sin fronteras.

Copyright de la sinopsis © Amazon Prime Video. Reservados todos los derechos.Copyright del artículo © Jesús Palacios. Reservados todos los derechos.

Jesús Palacios

Jesús Palacios (Madrid, 1964). Escritor y crítico de cine, colaborador habitual de publicaciones como 'Fotogramas', 'El Cultural', 'Cine 2000', 'Más Allá', etc., así como de radio y televisión. Especializado en género fantástico, ha publicado más de veinte libros, es asesor de la editorial Valdemar, colaborador de festivales cinematográficos (Las Palmas, Gijón, etc.), y ha impartido cursos y conferencias en la Universidad Carlos III, el CAAM, La Casa Encendida, la Universidad de Oviedo, la Cátedra de Cine de Valladolid, el CGAI, el CENDEAC, la Universidad Ramón Llull, la Universidad de Salamanca, el Instituto del Libro de Málaga, el CICA de Gijón, la Sala Kubo Kutxa de San Sebastián, etc.
Fotografía © Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.