Es sabido que la ópera sirvió de modelo a buena parte de la música del siglo XIX. Tanto que la influencia acabó siendo mutua y la orquesta sinfónica llenó el foso de los teatros a partir de Wagner.
Venga a cuento el tema a propósito de Mauro Giuliani, contemporáneo de Rossini, no sólo por la jugosa serie de sus Rossinianas para guitarra sola, sino por cuanto podemos apreciar en sus conciertos para guitarra y orquesta. El instrumento solista, tan alejado de la voz ‒más cercanos serían una flauta o un oboe, por ejemplo‒ canta, sin embargo, como si fuera un especialista en el belcantismo del Cisne de Pésaro.
Escalas, adornos, picados, saltos amplios, cadencias, desplegadas melodías en tiempo lento, todo nos lleva al mundo rossiniano, pasado por la suma habilidad instrumental de Giuliani.
A lo anterior cabe añadir que la guitarra, ingenio íntimo, de sonido restringido y matices en miniatura, fue difícil de llevar a la compañía de los conjuntos. Lo hizo, con agudeza incomparable, Boccherini en sus quintetos, y Vivaldi dejó algún precedente más bien aislado. Pero tocó a Giuliani elevar la guitarra a solista con orquesta, lo cual supuso inventar todo un dispositivo que hiciera equilibrado y compatible el juego mutuo.
El resultado es delicioso y no sólo regocija al espíritu jocundo de Rossini, sino que honra el talento combinatorio de Giuliani. No quede sin anotar que la presente grabación se hizo pulsando la misma guitarra que Pons construyó en 1825 para el propio compositor. Así sonaba entonces, así sigue sonando.
Disco recomendado: Mauro Giuliani (1781-1829): Conciertos para guitarra nº1 en La mayor op.30 & nº2 en La mayor op.36 / Edoardo Catemario, guitarra. Wiener Akademie. Dir.: Martin Haselböck / ARTS / Ref.: 47688-2 (1 CD)
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