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El misterio del cebro

Siete siglos antes de que los europeos descubrieran a las cebras africanas, cebra y cebro eran términos que ya se empleaban para denominar a un enigmático équido ampliamente expandido por la península ibérica durante la Edad Media. Pero a pesar de los registros históricos que describen al animal, su naturaleza biológica sigue siendo una incógnita. Un equipo de científicos trató de demostrar en 2015 qué tipo de ‘bestia’ fue.

Un animal similar a las cebras africanas –y que dio nombre a estas últimas– vivió y se expandió por la península ibérica hasta que se extinguió a finales del siglo XVI. Los últimos ejemplares habitaron en la comarca albaceteña de La Roda y Chinchilla. Pero no fue hasta mediados del siglo XVIII que se volvió a mencionar al cebro, momento en el que se empezó a tratar el problema de su identificación.

Para intentar resolver este misterio que perdura desde hace siglos, un equipo de investigadores, liderados por la Universidad de Oviedo (Uniovi), recopiló información de diferentes disciplinas humanísticas y científicas sobre el cebro para ofrecer una respuesta actualizada e interdisciplinar sobre su verdadera identidad.

Fray Martín Sarmiento fue el primero en abordar el tema al encontrar que los montes do Cebreiro (Galicia) en el siglo XIII se llamaban en latín monsdicitur Onagrorum, lo que le llevó a descubrir que en multitud de documentos medievales portugueses y españoles se hablaba de los cebros”, cuenta Carlos Nores, autor principal del estudio que se publicó en Anthropozoologica e investigador en la Uniovi.

La conclusión del fraile fue que en España hubo cebras africanas y por ello, a pesar de ser consciente de que pudiese no ser el mismo animal, propuso restituirlas a España “para curiosidad y ostentación de la magnificencia real”, según escribió en un escrito que permaneció inédito hasta 2013.

Desde entonces, aunque Cervantes también mencionó al cebro en El Quijote y Lope de Vega lo hizo en La hermosura de Angélica, la existencia del équido permaneció en el olvido. En 1922 la Academia de Ciencias de Lisboa generó un debate entre lingüistas e historiadores que solicitaron información a los zoólogos para despejar incógnitas.

El último reducto del caballo salvaje de Europa occidental

En 1957 el naturalista Dimas Fernández-Galiano apoyó la hipótesis de que se trataba en realidad de un onagro o asno salvaje, pero no existían fósiles de estos animales en la península ibérica. Ya en 1992, Nores y otros investigadores plantearon otra hipótesis: podría tratarse de una especie de onagro europeo, conocida como el asno de Otranto Equus hydruntinus, que existió en el sur de Europa durante el Pleistoceno y del que se habían encontrado fósiles en la península ibérica hasta la edad de Cobre.

“Pero la paleogenetista francesa Eva-María Geigl acabó demostrando que el auténtico Equus hydruntinus se había extinguido en el Pleistoceno y que los restos óseos del atribuido a esta especie en realidad eran de caballo, aunque físicamente estos caballos salvajes eran parecidos al extinto asno de Otranto”, comenta el investigador.

Con toda la información histórica y científica previa, el nuevo estudio, que ha reconstruido morfológicamente el cebro y su hábitat, y ha descrito sus características fenotípicas, entre otros, expone cuatro hipótesis posibles: el cebro pudo ser un Equus hydruntinus; un caballo salvaje; un onagro importado de Oriente Próximo, o un asno o caballo doméstico cimarrón.

“A partir de los conocimientos actuales, la hipótesis más plausible parece ser la del último reducto del caballo salvaje de Europa occidental; de hecho sabemos que autores romanos y altomedievales han comentado la presencia de caballos salvajes en Iberia en los primeros siglos de nuestra era, y sus descripciones son coincidentes con las posteriores que tenemos del cebro”, informa Nores.

Según el investigador, este supuesto es el que presenta menos discrepancias con los datos arqueológicos, genéticos e históricos, “pero cualquier descubrimiento futuro puede relegarla a favor de cualquiera de las otras porque persisten algunas dudas”, plantea Nores, preparando ante cualquier sorpresa.

¿Por qué en la Edad Media el cebro era considerado como un animal diferente al caballo y comparado más con un asno o con un onagro? “Tampoco hay que olvidar que aunque el cerdo doméstico y el jabalí sean biológicamente la misma especie nadie los confundiría, además los designamos con nombres diferentes, como también sucedió con el tarpán y el caballo”, subraya el experto quien recalca que no hay nada más atractivo que un buen misterio aún sin resolver.

Referencia bibliográfica:

Nores, Carlos; Morales Muniz, Arturo; Llorente Rodriguez, Laura; Bennett, E. Andrew; Geigl, Eva-María. “The Iberian zebro: what kind of a beast was it?” Anthropozoologica 50(1):21-32 junio de 2015 DOI: 10.5252/az2015n1a2

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Imagen superior: según los investigadores, el cebro ibérico se parecería mucho a un caballo de Przewalski (Equus przewalskii) pero de color gris, en vez de ser de color arena (Wikimedia, CC).

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