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El dieciocho Brumario: farsa y tragedia de la Historia

En los archivos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos hay una fotografía muy curiosa, realizada por Alexander Gardner el 3 de octubre de 1862, en Antietam Maryland. En el centro de dicha imagen, se encuentra el presidente Lincoln, y en el extremo de la derecha, aparece el capitán George Armstrong Custer.

El nombre de Custer está ligado a las “guerras indias” que, desde el fin de la Guerra de Secesión, se prolongaron hasta el 4 de diciembre de 1886, fecha en la que Gerónimo se rindió en Sierra Madre.

A principios de 1867, Custer se puso al frente del Séptimo Regimiento de Caballería. Quien decidió ese nombramiento fue el general William T. Sherman, un partidario de actuar con mano dura contra los cheyenes, incluso eliminando a mujeres y niños.

Poco después, el 27 de noviembre de 1868, a orillas del río Washita, Custer atacó a los cheyenes y dirigió una matanza que le valió el apodo de “Squaw Killer».

Imagen superior: una delegación de sioux y arapahoes, entre los que se encuentran Nube Roja, sentado a la izquierda, y Pequeño Gran Hombre, a la izquierda de éste (Mathew Brady, septiembre de 1877).

Entre el 25 y el 26 de junio de 1876, una coalición de las tribus lakota, cheyene y arapahoe, dirigida entre otros por Caballo LocoToro Sentado y el Jefe Gall, aplastó al Séptimo de Caballería en Little Big Horn, Montana.

«En veinte minutos, quizás menos, todo había terminado ‒escribe el historiador Stephen H. Ambrose‒. Custer y sus 225 hombres estaban muertos. Alrededor del cuerpo de Custer ‒que se encontraba muy cerca de la cresta de la colina que con tanta desesperación ncesitaba ganar y que Caballo Loco le había negado‒ estaban sus compañeros más cercanos: Tom y Boston CusterAutie Reed y Calhoun, algo alejados».

«Hay muchas versiones de la muerte de Custer ‒añade Ambrose‒. La que parece ser más auténtica es la de Toro Sentado, quien, francamente, admitió que no estaba allí, pero que obtuvo un reporte inmediato de lo que sucedió en la acción a través de un joven hunkpapa. Toro Sentado le transmitió el informe a un reportero del Herald de Nueva York en 1877 (…) ‘Mató a un hombre cuando cayó. Se rió’ [explicó Toro Sentado a propósito de los últimos momentos de Custer]. ‘Había disparado su última bala’. Si su vida pasó frente a él en un instante, como se dice que sucede al borde de una muerte súbita, no sorprende que Custer se riera. (…) Había escogido vivir la vida que amaba».

Imagen superior: «Custer’s Last Stand», de Edgar Samuel Paxson (1852-1919).

Uno de los supervivientes de aquella campaña fue Carlo Camillo Di Rudio, un aristócrata italiano que formaba parte del batallón del comandante Marcus Reno.

Tras un ataque de guerreros hunkpapa y oglala, perdió su caballo y estuvo a punto de perecer. A lo largo de 36 horas, permaneció oculto junto a otro soldado, escuchando cómo las mujeres lakota remataban a los heridos y mutilaban a los muertos. Su peligrosa aventura de supervivencia apareció en las páginas del New York Herald y del Chicago Times bajo el título «A Thrilling Tale – Romance of the Battle of the Little Big Horn; DeRudio’s Perilous Adventures».

Imagen superior: Carlo Di Rudio (1832-1910).

La vida de Di Rudio está llena de peripecias novelescas. En 1848 luchó contra los austriacos en Roma y Venecia. Vivió en Londres, y más adelante, participó en el atentado que organizó el carbonario Felice Orsini contra el emperador Napoleón III el 14 de enero de 1858.

Di Rudio fue condenado a la colonia penal de la Isla del Diablo, en la Guayana francesa. Más adelante, se fugó y regresó a Londres, desde donde emigró con su familia a Estados Unidos. Se alistó entonces en el 79º Regimiento de Voluntarios de Infantería de Nueva York (los llamados «Highlanders»), y llegó a participar en el Sitio de Petersburg, Virginia, entre el 25 de agosto y el 17 de octubre de 1864. A los 37 años se unió al Septimo de Caballería.

Imagen superior: Napoleon III en la Batalla de Solferino (Adolphe Yvon).

El atentado de Orsini hizo que Napoleón III se diera cuenta de que no le convenía el nacionalismo revolucionario italiano, con el que había coqueteado. El emperador alentó finalmente una unificación italiana, al margen de Garibaldi, favoreciendo a Víctor Manuel II y al conde de Cavour.

El Segundo Imperio francés había nacido apoyándose en las masas conservadoras de las zonas rurales contra las emergentes clases medias. Tal vez sea el primer ejemplo moderno de populismo.

Imagen superior: la emperatriz Eugenia de Montijo con sus damas (Franz Winterhalter, 1855).

Carlos Luis Napoleón Bonaparte había conseguido el poder como presidente de la Segunda República Francesa en diciembre de 1848, pero dio un golpe de estado el 2 de diciembre de 1851, proclamándose emperador al año siguiente.

Comparando este golpe con el que dio Napoleón Bonaparte el 9 de noviembre de 1799 (18 de brumario del año VIII), Carlos Marx comienza así la obra que tituló El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852): “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.”

Imagen de la cabecera: Custer (a la derecha) con el presidente Lincoln, George B. McClellan y otros oficiales en la batalla de Antietam (Alexander Gardner, 1862).

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Joaquín Sanz Gavín

Contable y licenciado en Derecho.