Siempre he sentido gran simpatía por el Doctor Extraño. Hay en sus aventuras algo asombroso, algo lisérgico, cierto surrealismo, incluso en relatos como el que nos ocupa: una lucha sin cuartel con Drácula, el príncipe de las Tinieblas.
En 1977, el guionista Roger Stern heredó al Hechicero Supremo de manos de Jim Starlin. Cinco años después, Stern ya podía vanagloriarse de que parte de la mitología del personaje era fruto de su fantasía. De hecho, el cómic que hoy recomendamos (Doctor Strange vol. 2, nº 56-62, diciembre de 1982-diciembre de 1983) representa la madurez de la serie.
Creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1963, el Doctor Extraño había emprendido su andadura como un estereotipo de lo paranormal. En realidad, la fórmula no era nueva. La idea de un héroe iniciado en los misterios de Oriente dista mucho de ser una invención de Lee y Ditko. Este planteamiento tiene que ver con la propagación en Occidente de la teosofía y de la leyenda del reino subterráneo de Shambalah, popularizada en Europa y Estados Unidos por Nicolas Roerich, y, muy particularmente, con una célebre novela de James Hilton, Horizontes perdidos, llevada al cine por Frank Capra en 1937.
El catálogo de este tipo de personajes es amplio, pero obedece a unas convenciones genéricas estables. Citaré algunos antecesores.
Surgido en 1939, Amazing-Man era un superhéroe convencional en su apariencia: ataviado con mallas y con un vistoso escudo en su pecho. Su creador, Bill Everett, se encargó de dotarle de unas características novedosas en el comic-book de la época. El personaje central era un huérfano, escogido por una poderosa confraternidad tibetana para combatir al mal allí donde este surgiera. Con una fuerza descomunal y una genial inteligencia, Amazing-Man podía hacerse invisible y poseía toda suerte de capacidades físicas.
Otro superhéroe de similares características, Blue Bolt, apareció en enero de 1940, creado por Joe Simon y Jack Kirby. En sus orígenes, Blue Bolt era un jugador de fútbol americano, Fred Parrish, iniciado en un extraño reino subterráneo, tras lo cual adquiría superpoderes y se dedicaba a combatir a una perversa dama de aire oriental, semejante a la Dragon Lady de Terry y los piratas, Green Sorceress. Con estos mimbres argumentales, no debe extrañar que Blue Bolt se alistara al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Pese a la popularidad de Blue Bolt y Amazing-Man, el personaje que marcó definitivamente la pauta en el modelo consolidado por Extraño fue Mandrake, quien aprendió sus artes mágicas en el Tibet. Desde su primera aparición en 1934, este personaje, con guiones de Lee Falk y dibujos de Phil Davis, sirvió para recuperar a través de la historieta esa imagen mística de Asia, popularizada a fines del XIX y revitalizada a partir de los 50 por el movimiento beatnik.
Este esquema argumental se repite en otros tebeos del mismo período. El personaje de Doc Savage es muy significativo a este respecto. Si bien la publicación de sus aventuras en cómic había comenzado en 1933, fue en el verano de 1941 cuando se editó la aventura en que su avión se estrellaba en el Tibet.
Savage era iniciado en un monasterio de las montañas. Los agentes de dicha iniciación eran generalmente presentados con atributos muy determinados. Ataviados con hábitos o capuchas, silenciosos, de edad indefinida y ajenos a las emociones más pasionales.
En la aventura de Doc Savage a la que me refiero, dibujada por Jack Binder y escrita por Carl Formes, el héroe recibía de sus maestros una capa sagrada que simbolizaba sus nuevos poderes (Supongo que no hará falta recordar aquí la capa de nuestro Doctor, ¿verdad?).
También lucía una especie de hábito The Green Lama, un héroe de los relatos que escribió Kendell Foster Crossen con el seudónimo Richard Foster, en abril de 1940, para la revista Dime Detective. Su paso al cómic, con el nombre de Jethro Dumont, tuvo lugar en diciembre de 1940, con dibujos de Mac Raboy. Dumont era el clásico enmascarado perseguidor de criminales, pero precisamente era su carácter de iniciado en Oriente lo que convirtió a este lama americano en popular. La cadena CBS le dedicó, durante el verano de 1949, un serial radiofónico.
Como hijo de todos estos padres, el Dr. Extraño se convirtió en una representación popular de los movimientos neoespiritualistas y esotéricos que prendieron en Norteamérica desde finales de los 50. De ahí que sus peripecias alternasen los típicos relatos de horror y fantasía con atmósferas propias de un texto de Carlos Castaneda o Lobsang Rampa.
Si ya es difícil meter en cincuenta renglones al Maestro de las Artes Místicas, imaginen lo que puedo decir de su oponente: Drácula, aquí revivido por el culto satánico de los Darkholders.
Gracias a la pluma de Roger Stern y al excelente dibujo de Paul Smith y Dan Green, el Doctor Extraño vive en este relato una peripecia extraordinariamente dinámica: una de esas en las que –literalmente– uno siente que puede pasar de todo. (Hago un aparte para decir que Steve Leialoha, dibujante del último episodio, no es santo de mi devoción, por más que la crítica le dedique elogios).
Dotado de una cualidad indispensable en cualquier escritor de género, la audacia, Stern se las arregla para combinar los ingredientes del pulp con los del horror. Así, uno tiene la impresión de estar leyendo un tebeo de La Tumba de Drácula con Stephen Extraño de por medio, haciendo frente común con tipos tan duros como Frank Drake, Hannibal King y el mismísimo Blade.
Me parece asombroso el talento de Stern para convertir lo que en otras manos hubiera sido un pastiche terrorífico en un relato gráfico de primera división.
Sinopsis
Una de las más ambiciosas historias del Doctor Extraño, escrita con pulso maestro por Roger Stern y dibujada por un puñado de extraordinarios artistas. El Señor de las Artes Místicas se une a Blade, la Bruja Escarlata, la Capitana Marvel y Hannibal King para hacer frente a un terrible plan de Drácula contra la humanidad: el Amo de los Vampiros ha encontrado la manera de poner el planeta a sus pies. La clave está en un poderoso libro de hechizos. Quien se haga con él, tendrá el futuro en sus manos.
Ficha editorial
Dr. Extraño: La caida de los vampiros
Edición original: Doctor Strange 56-62 USA
Guión: Roger Stern
Dibujo: Paul Smith, Kevin Nowlan, Steve Leialoha, Daniel «Dan» Green
Tinta: Terry Austin, Steve Leialoha
Color: Christina Strain
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