En el momento de su estreno, Zoolander (2001) no fue un fenómeno social ni armó especial revuelo, pero desde entonces ‒¡y ya han pasado quince años!‒, ha ido recolectando entregados fans, transformándose prácticamente en una comedia de culto.
La estupidez y superficialidad que rodea el mundo de la moda era satirizada en aquella película absurda e hilarante, protagonizada por modelos masculinos ‒esos personajes involuntariamente cómicos, ya sea en la ficción o la realidad‒. Fue, además, una cinta que nos dejó un buen puñado de chistes y situaciones memorables (desde entonces, “Acero Azul” ya sólo significa una cosa).
Zoolander No. 2 es una secuela de una comedia, y eso suele ser algo problemático. El principal inconveniente es que, se haga con más o menos ingenio, una continuación de estas características se basa en reciclar un chiste que ya se ha contado.
Con una trama principal que cabe en un párrafo, Zoolander No. 2 intercala de manera algo caótica los guiños al film original con la acumulación de cameos de famosos (de manera no muy distinta a la de las películas de Torrente). Así, junto a los protagonistas ‒el propio Stiller, Owen Wilson, Will Ferrell, Penélope Cruz y Kristen Wiig‒, se pasean brevemente por la pantalla figuras como Sting, Kim Kardashian, Demi Lovato, Miley Cyrus, Justin Bieber, Ariana Grande, Mika, Billy Zane o Katy Perry, reforzando un reparto que, en papeles menores, incluye a Milla Jovovich y a Benedict Cumberbatch.
Por otro lado, el film de Stiller acentúa los momentos absurdos hasta niveles fantásticos (con superpoderes místicos y cosas así) y acribilla el metraje con referencias al panorama actual (Instagram, Uber, Netflix, los hipsters…), que no sabemos cómo se sostendrán cuando pasen unos años.
Por supuesto, en el torbellino de gags de Zoolander No. 2 hay cabida para las ocurrencias graciosas, como los problemas de compromiso del modelo Hansel (Wilson) con su orgía, a la cual ha dejado embarazada, o una desopilante “casi-parodia” del 11-S.
Ben Stiller, como director, cuenta en su haber con notables títulos como aquel canto Generación X que fue Reality Bites, la muy oscura comedia Un loco a domicilio (The Cable Guy) o Tropic Thunder, donde la sátira de Hollywood no dejaba títere sin cabeza. En esas ocasiones, incluyendo el primer Zoolander, Stiller mostraba notable energía y empeño como realizador, algo ausente en Zoolander No. 2, donde todo parece más deslavazado y perezoso.
Quizá le estemos dando demasiadas vueltas a una película sin más empeño que hacer reír a base de patochadas, pero incluso eso se puede hacer con arte y chispa, como ocurría en la primera entrega. Así pues, Zoolander No. 2 puede que sea un pasatiempo inofensivo, pero también es una oportunidad desaprovechada.
Sinopsis
Acero Azul. Le Tigre. Magnum… miradas tan poderosas como para detener una Estrella ninja en el aire y frustrar los planes de un genio del mal. Solo hay un único modelo masculino, que es único en sí, capaz de reunir tanta belleza y poder en un solo gesto… Derek Zoolander.
La última vez que vimos a los modelos masculinos Derek (Ben Stiller) y Hansel (Owen Wilson), disfrutaban del encantador Centro Derek Zoolander para niños que no saben leer chachi y que también quieren hacer chachi otras cosas –y Mugatu (Will Ferrell) estaba entre rejas. Pero cuando una inesperada catástrofe golpea el Centro, el dúo se ve obligado a recluirse, a vivir una vida aislada de la sociedad y al margen de la moda. Quince años después, Derek y Hansel no han levantado cabeza. Siguen cada uno por su lado, avergonzados y aislados.
Cuando ambos reciben por separado una invitación especial a participar en un evento mundial de la moda celebrado en la misteriosa ciudad de Roma, deciden acudir a la llamada, incapaz de rechazar el atractivo de volver a la gloria de antaño e incorporarse nuevamente a la sociedad. Tras llegar, Derek y Hansel conocen a excéntricos y extravagantes diseñadores que son los mandamás actuales de la moda. Ambos reconocen al instante que la moda no es lo que era, con toda la incomodidad que ello genera, y literalmente volverán a ocupar el escenario y atraer todas las miradas.
No les resultará nada fácil encontrar su lugar en un entorno desconocido como lo es el de los blogueros, video blogs, y moda anti-sistema pero no podrán negar su ayuda cuando se les recluta para detener un complot nefasto que, de llevarse a cabo, supondría la destrucción de la moda. Están dispuestos a devolverle a la moda su posición gloriosa. Solo Derek y Hansel son capaces de ¡SALVAR LA MODA!
El regreso de la mirada acero azul
Su mirada insignia enamoró a la moda y al espectador y se ha convertido en parte de nuestro léxico cultural. Digamos que es una especia de hashtag antes de que existieran los hashtags.
La idea surgió de la colaboración creativa de dos genios de la comedia –Drake Sather y Ben Stiller– inicialmente concebida como sketch para los premios de moda VH1 en 1996. Se trataba de una visión entre bastidores de un reportaje fotográfico de moda y de los extravagantes personajes que pueblan este mundo.
«Drake me preguntó si quería hacer del modelo masculino. Pensé que sería ridículo, y precisamente por eso quise hacerlo», recuerda Stiller.
«A Drake le encanta la moda y tiene una mente cómica tremendamente inteligente y audaz. Al final montamos ese sketch dos años seguidos». Tal fue el recibimiento del sketch que se pensó en adaptarlo al cine.
El camino emprendido por Derek y Hansel para volver a la gran pantalla ha sido largo y tortuoso, llevando 15 años en los que se produjeron varios intentos frustrados.
«Esta película lleva mucho tiempo cociéndose» explica el guionista, director y estrella del filme Ben Stiller. «De hecho habríamos hecho la secuela al año de estrenar la primera pero nadie se acercó a verla, por lo que no interesaba», dice Stiller entre risas.
Lanzada en septiembre de 2001, un momento delicado a raíz del 11 S, la primera entrega no funcionó en taquilla. Sin embargo la cinta encontró legiones de nuevos fans gracias a su lanzamiento en DVD y paulatinamente creció hasta alcanzar su estatus de clásico de culto. «La película se dio a conocer al correrse la voz entre espectadores que la iban viendo y recomendando, casi como una pequeña producción de un estudio independiente, como cuando te encuentras un vinilo vintage. La gente que la iba descubriendo lo hacía pensando que había dado con algo especial y le cogieron cariño», dice Justin Theroux, que apareció en la primera entrega y vuelve como guionista en la secuela.
Los personajes y las absurdas frases emblemáticas de la película conectaron con los espectadores, llegando a formar parte de un colectivo cultural compartido. Con el apogeo de los medios de comunicación sociales y sus múltiples plataformas, estas frases dieron lugar a hashtags y chistes que recorrieron el mundo entero. «En estos años me ha sorprendido descubrir admiradores por dondequiera que voy, ya sea Europa, México o Sudamérica. La gente se me acerca y me pide que pose como Acero Azul, que ni siquiera es mi personaje» ríe Owen Wilson. Y añade: «Las comedias no siempre son traducibles a otras culturas pero los personajes de Derek y Hansel alcanzan tal punto de ridiculez que sospecho que es por eso que la gente los aprecia».
Se produjeron varios intentos de sacar adelante una secuela en los 15 años que trascurrieron tras la primera entrega, en los que Stiller trabajó con admirados guionistas de la comedia entre ellos su colaborador original John Hamburg, el guionista y director Nicholas Stoller, y el colaborador de Stiller en Tropic Thunder, Justin Theroux. «Después de un tiempo llegué a pensar que jamás lo conseguiríamos. Pero no sé cómo, en algún momento todas las piezas empezaron a encajar y pensé ‘Ahora sí. Lo vamos a hacer’» recuerda Stiller.
La larga gestación para el segundo capítulo de Zoolander le dio la oportunidad a Stiller y a su equipo creativo de desarrollar el argumento y los personajes de tal forma que rindiera homenaje al espíritu de la primera que tan bien conectó con la audiencia. Explica Stiller: «Queríamos hacer una película que intentara estar a la altura de la primera y de las expectativas de toda la gente a la que le gustó. Me siento afortunado de ver que hay gente a la que le gusta tanto la película y no quiero decepcionarles».
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