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Crítica: ‘Una vida en secreto’ (2024). Entre el ‘thriller’ y el drama espiritual

La nueva película de Savi Gabizon sitúa a Richard Gere en una peripecia emocional que se mueve entre el misterio y las revelaciones más íntimas

En la película le llaman Daniel, pero no nos engañan: sabemos que es Richard Gere haciendo de Richard Gere; con su habitual y estudiado catálogo de mohines, sus ojillos traviesos, su cabello blanco bien modelado, y la sempiterna gabardina gris que completa el uniforme de este actor que parece siempre un muñeco recién sacado de su estuche.

Dirigida y escrita por el israelí Savi Gabizon, la historia se mueve en la frontera del cine comercial y del independiente, jugando a alternar una trama de trhiller convencional, con elementos y giros propios de una obra de autor, con todas las licencias y malabares que ello conlleva.

Y esto es algo que puede desconcertar, y que le cambia el paso al espectador a mitad de película, convirtiéndola en un extraño híbrido que podrían haber sido dos buenas premisas cada una por separado, y que juntas, por mucho que quieran llamarlo «sirena», no dejan de ser el torso de una mujer cosido a la cola de una merluza.

Vivir lo que jamás vivimos

Ahí va un mínimo apunte del argumento (menos revelador que el tráiler de la película): Gere, digo, Daniel, un acomodado empresario neoyorkino, acude a una cita con Rachel (Suzanne Clément), antigua novia a quien no ve desde hace veinte años, desde que esta se trasladó a Canadá. Rachel le confiesa, destrozada, que tuvo un hijo suyo, de cuya existencia él nunca tuvo conocimiento, y que ha fallecido recientemente en un accidente de tráfico.

La noticia impresiona a Daniel, y le sumerge en la melancolía de la paradójica pérdida de algo que jamás vivió, pero que hace nacer en él un vínculo cuya memoria desea recuperar. Para ello viaja a Canadá, decidido a conversar con los amigos de su hijo, su joven novia, y su entorno estudiantil, a fin de trazar un perfil del desconocido y perdido vástago.

En sus entrevistas, Daniel conoce a Alice (Diane Kruger), una atractiva y joven profesora de quien su hijo estaba enfermizamente enamorado. Y es aquí cuando empieza a descubrir la compleja personalidad del talentoso chico, y a sospechar que su obsesión y su muerte puedan estar relacionadas con la seductora personalidad de Alice, objeto de deseo del muchacho, y a quien este prodigaba encendidos poemas de amor y otras atenciones.

Algo no parece encajar, las piezas que van conformando el puzzle no concuerdan con la postal ejemplar de la caja. Daniel se empecina en descubrir qué sucedió realmente entre su hijo y la profesora, más allá de lo que le cuentan o le intentan hacer creer.

Dos películas en una

Y es aquí, en medio de este amago de prospección en un asunto turbio, cuando el GPS de la trama reconfigura el destino, y nos saca de la autopista del misterio para llevarnos por la comarcal de una peripecia melodramática, en la que no entraré por no desvelar los mecanismos de esta sorprendente decisión narrativa.

Esos giros transforman la segunda mitad en un drama con un tinte emocional y espiritual, además de incluir alguna agridulce pincelada de humor negro que no rompe nunca el techo de la nostalgia.

La película plantea de forma algo anárquica, entre honduras sutiles y frivolidades, cuestiones de calado, como el hecho de continuar la vida tras la pérdida de un hijo, o cómo elaborar un duelo y cerrar algo que nunca tendrá cierre posible. En definitiva, cómo tratar de darle un sentido al sinsentido de la existencia, a nuestro fugaz y doloroso paso por ella, y a lo inextricable del alma humana y de nuestros sentimientos por quienes nos rodean.

Como si de una enorme elipsis dedicada a la figura del propio Richard Gere se tratase, la historia supone una rendición a los pies de la realidad. El galán andante asume al fin que no puede rescatar princesas a golpe de chequera y ramos de rosas, como sí hiciera en aquel momento cumbre de su carrera titulado Pretty Woman.

Algo nos sugiere aquí la aceptación de una derrota dulce, esa misma que a Don Quijote le hiciera apearse de Rocinante, no sin antes alcanzar una comprensión serena y plena de las cosas.

Sinopsis

Escrita y dirigida por Savi Gabizon y protagonizada por Richard Gere, Diane Kruger y Suzanne Clément, la película está basada en la película original Ga’agua (2017), también escrita y dirigida por Gabizon que ganó el Premio de Público en el Festival de Venecia.

Daniel, un rico soltero neoyorquino (Richard Gere), se ve obligado a evaluar sus elecciones de vida cuando descubre que una ex novia suya (Suzanne Clément) dio a luz a su hijo después de su separación hace 20 años.

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

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Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).