Un día tan rutinario y gris como otro cualquiera se inicia en un hospital a las afueras de Nueva York, donde un grupo de enfermos hace terapia.
Samira (Lupita Nyong’o), tiene los días contados. El cáncer que padece ha agriado su carácter, y no se resigna ni al dolor ni a su funesto destino. Pese a todo, un animoso enfermero ha organizado una excursión en bus al centro de la ciudad para asistir a un teatro, viaje al que Sam se apunta junto con su gato Frodo y no poca desidia. Lo que ella quiere, en realidad, es ir a comer pizza a Patty’s, donde la llevaba de niña su padre tras tocar el piano en un club de jazz. Sólo eso.
Pero apenas salen del teatro (Sam ya olfateaba la mozzarella derretida) cuando algo extraño empieza a acontecer en la ciudad. La caída de unos meteoritos asola calles y edificios, los militares alertan a la población de un peligro aún mayor que está por llegar, y la histeria y el caos se imponen cuando una horda de monstruos alienígenas irrumpe como un improvisado San Fermín, llevándose por delante sin permiso ni miramientos a la concurrencia. Este no era el fin del mundo que Samira -de mala gana-, aguardaba, y menos aún sin tomar esa última porción de pizza.
Muy entretenida e impecablemente vistosa, esta precuela de Un lugar tranquilo y Un lugar tranquilo 2 despliega todo el efectismo posible en materia de cine apocalíptico, entre explosiones y escombros, una ciudad en ruinas, y una invasión fuera de control. Y lo hace sin menospreciar la emoción, subrayando la historia íntima y humana de sus protagonistas, y hasta con un barniz lírico que en materia de ciencia ficción me trae a la mente a Ray Bradbury, cuando Samira aún conserva un instante de humor, en medio del desastre, para recitar alguno de sus poemas, y para recordar que no quiere abandonar este mundo sin antes haber llegado a la pizzería.
Como ya descubrimos en las dos primeras películas de la saga, los alienígenas son lo que podríamos llamar -sin querer faltar a nadie por su especie o procedencia cósmica-, unas auténticas malas bestias; tienen el hándicap de ver menos que Rompetechos, pero a falta de vista, Dios (al que quiera que recen) les ha dado oído de tísico, por lo que cualquier ruidito mayor que un susurro delata la presencia de su presa.
Al parecer, supongo que debido al largo viaje interestelar, han llegado a la Tierra con hambre -como es lógico-, y lo peor es que comen como jubilados en un buffet libre.
En su huida, Samira se encuentra con Eric (Joseph Quinn), un angustiado joven estudiante de derecho; y juntos se disponen, con todo sigilo, a sortear peligros y a tratar de sobrevivir los próximos cinco minutos, que es algo que no les firmaría ninguna empresa de seguros de vida.
Sam deja en este trance la autocompasión a un lado, y se lanza, como reto y única causa posible, a procurar la supervivencia de ambos, y a ayudar a aquel que aún sí tiene un futuro fuera de la trampa en que se hallan. En principio, a ella no le queda mucho tiempo, pase lo que pase, pero sí tiene un último deseo, y eso es algo que se va a convertir en su motivación.
Para aquellos que aún no vieron las dos cintas anteriores, Un lugar tranquilo puede resultar un título engañoso, pero este film de Michael Sarnoski no es ningún fraude: es una aventura de terror y ciencia ficción clásica, respetuosa y digna del género, y una historia que se degusta con tanta tensión como agrado. Y sin hacer un solo spoiler, sólo les adelantaré que el gato Frodo (al igual que Jonsey en Alien) se salva, como, por otro lado, obligan los códigos no escritos del cine de Hollywood en materia de mascotas.
Buen cine para aliviar tensiones veraniegas, y para reflexionar sobre las verdaderas alienaciones, esas que no vienen del espacio exterior, sino que emanan de una sociedad cada más estridente y deshumanizada. Caminen con sigilo, nunca se sabe dónde acecha nuestro depredador personal.
Sinopsis
Descubre por qué nuestro mundo se quedó en silencio.
La ciudad de Nueva York está sitiada por un ignoto y letal enemigo que caza guiándose por el sonido y mata sin piedad en Un lugar tranquilo: Día 1. En el tercer capítulo de la popular franquicia, configurado como precuela de los dos primeros, abandonamos el entorno rural del hogar de la familia Abbott para descubrir la historia del día en que empezaron a caer meteoritos del cielo y los seres humanos fueron raptados por despiadadas criaturas, para no volver a ser vistos jamás.
Cuando Samira (Lupita Nyong’o) regresa a su ciudad natal, lo único que quiere es un trozo de pizza de su pizzería favorita. Sin embargo, acaba atrapada en una brutal pesadilla real que perfectamente podría convertirse en su último día en la Tierra. Acompañada por alguien al que prácticamente no conoce de nada, Eric (Joseph Quinn) y su gato Frodo, se embarca en una peligrosa travesía a través de edificios en llamas, túneles de metro inundados y coches aplastados que configuran un nuevo mundo silencioso en el que el peligro acecha por todas partes.
Dirigida por Michael Sarnoski, el director de Pig, que en esta ocasión también es autor del guion, Un lugar tranquilo: Día 1, es un trepidante thriller de terror y acción, destinado a la gran pantalla, que respeta las líneas maestras de la taquillera franquicia y muestra al público lo que ocurrió el día en que el mundo se quedó en silencio.
Hace poco más de seis años, el público llenaba las salas de cine, atenazado y aterrorizado por un mundo fantasmagóricamente silencioso y mortífero en el que el más leve ruido puede matar. Un lugar tranquilo, de John Krasinski y Platinum Dunes, transportaba a los espectadores a un bucólico paisaje en el que unos salvajes alienígenas cazaban guiándose por el sonido y una joven familia decidida a sobrevivir salía adelante gracias a su ingenio, coraje y férrea disciplina.
El arrollador éxito comercial y de crítica de la película dio lugar a Un lugar tranquilo 2, también dirigida y escrita por Krasinski, en la que la familia emprendía una odisea por el campo en ruinas. Las dos películas recaudaron en conjunto más de 600 millones de dólares en todo el mundo y ambas recibieron numerosos reconocimientos, entre ellos nominaciones a un Oscar®, un BAFTA, un premio PGA y un premio WGA, y gracias a su actuación en la primera película de la saga, Emily Blunt ganó el premio del sindicato de actores SAG® a la mejor actriz de reparto.
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