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Crítica: «The Gentlemen. Los señores de la mafia» (Guy Ritchie, 2020)

¿Era el Guy Ritchie de la primera época un imitador de Tarantino y Scorsese? Es muy posible. Caramba, incluso en sus peores películas ‒las más recientes‒ se advierte esa sombra. Pero no puede haber nada malo en admitir las buenas influencias. Sobre todo porque Ritchie agitó esa coctelera con entusiasmo. Además, en RocknRolla (2008), Snatch: Cerdos y diamantes (2000) y Lock & Stock (1998), configuró un mundo propio: una idealización perturbada y entrañable de los bajos fondos de Londres.

Su secreto era este: los personajes. Delincuentes ansiosos de acaparar titulares. Tecnócratas corruptos. Arribistas o mafiosos criados tras el telón de acero. Psicóticos y asesinos, sin otro parapeto que la violencia. Patricios de la City en busca de grandes escándalos. Jugadores de fortuna cuya vida cambia en bares de mala muerte. Tipos más brutos que un tractor ‒su parte no debe ser desestimada‒, que estrujan a sus colegas en cuanto beben dos cervezas. Pobres diablos sin una razón seria para vivir. Mujeres fascinantes, con billete de entrada al Paraíso, dispuestas ‒o no‒ a romper ese maleficio.

Un rockero lo tendría muy fácil para sacar oro de ese material. Y en cierto modo, Ritchie se planteó el cine en términos musicales. En su estilo visual se aprecia el calibre de la cultura pop británica, y solo por eso, su valor es incontestable.

¿Saben qué es lo más curioso? La energía cinética de Ritchie no funcionó adecuadamente en Hollywood. De hecho, el director es la prueba viviente de que resulta difícil ‒por no decir imposible‒ ser brillante a todas horas. En su filmografía se alternan éxitos y fracasos, como sucedía ‒vuelvo a la misma metáfora‒ con esas bandas adictas a la adulación, capaces de componer un LP imponente, que luego domesticaban su rebeldía con una colección de singles desangelados y alimenticios.

Con The Gentlemen, Guy Ritchie vuelve a ese Londres donde vuelan los puñetazos, se malgasta el dinero en drogas y el prestigio se mide con cartuchos de alto calibre. Coloquen esto al lado de unas cuantas bufonadas, y tendrán una comedia bien resuelta. En este caso, además, llena de giros que se van dosificando en un relato poliédrico, cuya fiabilidad depende del personaje que manipula el punto de vista.

Otro mérito, nada sutil, es la elección del reparto. Me parece difícil que no funcione una película con la fuerza combinada de Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Michelle Dockery, Eddie Marsan, Colin Farrell y un regio Hugh Grant.

El resultado, como podrán comprobar, es una película eficiente, vertiginosa, violenta y hedonista.

La verdad es que, ahora que lo pienso, The Gentlemen también encasilla a Ritchie en lo que mejor sabe hacer. ¿Qué importa? Al igual que a muchos de ustedes, me sigue encantando ese Londres pecaminoso, frenético, poblado por pícaros, chantajistas y forajidos que no saben si llegará el día de mañana.

Sinopsis

The Gentlemen. Los señores de la mafia narra la historia de Mickey Pearson (Matthew McConaughey), un expatriado estadounidense que ha levantado un imperio de la marihuana enormemente lucrativo en Londres. Cuando se corre la voz de que pretende deshacerse del negocio, una serie de pintorescos, aunque indudablemente deshonestos personajes harán lo posible, mediante complots, sobornos y chantajes, para arrebatarle a Mickey sus dominios.

Del guionista y director Guy Ritchie llega The Gentlemen. Los señores de la mafia, una sofisticada comedia de acción con un reparto plagado de caras conocidas. Con Matthew McConaughey como protagonista, cuenta también con las interpretaciones de Charlie Hunnam, Henry Golding, Michelle Dockery, Jeremy Strong, Colin Farrell y Hugh Grant. Ritchie regresa al género de comedia de acción y al tipo de personajes de películas como Sherlock Holmes, Lock & Stock o Snatch, cerdos y diamantes.

Como afirma Matthew McConaughey, una película de Guy Ritchie se compone de «palabrotas, puñetazos, humor, juegos de trileros, chulerías y valentonadas. Todos sus personajes poseen una identidad precisa e inolvidable; en cuanto aparecen en pantalla no quieres perderlos de vista. Ninguno de ellos resulta aburrido».

«Nadie es capaz de recrear la esencia de los gánsteres como lo hace Guy, que entiende muy bien en qué consiste el carisma y los temperamentos», añade el productor Ivan Atkinson, que es también coautor del guion junto con Ritchie y Marn Davies. «Nunca te olvidas de los personajes de las películas de Guy, y es genial cómo te hace sentir esa mezcla de acción, comedia y diversión».

«Guy quería explorar sus orígenes al hacer este proyecto, y el elenco que reunió fue fantástico», comenta el productor Bill Block. «Yo lo veo como un homenaje a su pasado, aunque sus temas y personajes recurrentes han evolucionado durante las últimas dos décadas».

A Ritchie se le ocurrió la idea de la película hace casi una década. Tras barajar con Atkinson la opción de convertir el proyecto en una serie de televisión, Ritchie prefirió volver a su concepción original de The Gentlemen. Los señores de la mafia como una gran película. Según explica, el proyecto arrancó como una obra titulada Toff Guys, una alusión a una expresión de la jerga británica para referirse a alguien de origen aristocrático y con aires de superioridad, lo cual le fue atrayendo hacia las ideas y temáticas de la película. «Todo giraba en torno a mi deseo de explorar el encuentro de polos opuestos dentro de las estructuras de clase inglesas y estadounidenses. Los personajes han llegado a una edad en la que se sienten profundamente atraídos por las cosas más selectas de la vida, y se han gentrificado dentro de negocios que no son muy dados a la gentrificación». Están, en el fondo, muy curtidos y han ido ascendiendo los escalones de la pirámide social. Y ahora están atrapados entre dos mundos, uno de los cuales solo es parte de sus aspiraciones. Las cosas que les hacen felices ahora están desincronizadas con respecto al negocio en el que se encuentran.

El título, The Gentlemen. Los señores de la mafia, hace referencia a sus aspiraciones, aunque, como señala Ritchie, «no aparecen muchos caballeros en esta ecuación».

Reunir a un reparto estelar fue, obviamente, parte decisiva del proceso, y Ritchie quedó muy impresionado, incluso tiempo después de hacer la película. «Cuando terminas de trabajar en una película, normalmente pasas a centrarte en la siguiente, pero cuando vi el tráiler de The Gentlemen. Los señores de la mafia recordé lo increíble que era el reparto y la feliz coincidencia que supuso poder juntar a todos aquellos personajillos», relata.

Un elemento clave del éxito del elenco residió en la habilidad de Ritchie para asignar a muchos de los actores papeles que contrastan notablemente con los tipos de personajes que suelen interpretar. «No hay nadie en este grupo de fenómenos que al verlo pienses, «vale, claramente está haciendo de (el personaje) X»», afirma Block. «Todo ello se suma a la frescura general y los giros inesperados de la película. Los personajes de Guy reflejan sus entornos y, en un mundo dominado por el crimen, uno debe ser hostil, ágil y con capacidad de adaptación».

El protagonista central de esta historia es Mickey, cuyo deseo de llevar una vida cada vez más sibarita lo lleva a querer abandonar el oficio que ha elegido como capo de la marihuana. El papel fue concebido originalmente para un actor británico, pero el equipo finalmente pensó que podían añadir elementos emocionantes e inesperados al personaje de Mickey si dejaban que fuera estadounidense. «Eso la convierte en una singular película de gánsteres británica, pues trata sobre un estadounidense que vive en Londres tratando de vender su negocio a otro estadounidense, Matthew, interpretado por Jeremy Strong«, comenta Atkinson.

Matthew McConaughey se sumó al proyecto en cuanto leyó el guion, e inmediatamente pensó en algunas ideas para su personaje. «Mickey es un estadounidense que vende Inglaterra a los ingleses», resume el oscarizado actor. «Como ya se sabe, a veces necesitamos el punto de vista idealizado de otra persona para apreciar el valor de las cosas que tenemos a nuestro alrededor, y Mickey hace exactamente eso. Se mudó a Londres veinte años antes, estudió en Oxford y fue escalando los peldaños de la aristocracia: el mundo de los toffs. Comenzó a crear granjas de marihuana, aprovechando las miles de fincas existentes en el Reino Unido, alquilándolas por un millón de libras al año e instalando en ellas cultivos de maría. Los compañeros toff de Mickey no tenían que hacer nada; solo necesitaba sus propiedades de tierra y ellos ni siquiera sabrían lo que sucedía en ellas. El negocio de Mickey creció hasta convertirse en un imperio».

«En efecto, a veces los matices de la cultura británica pueden pasar desapercibidos para los propios británicos», señala Atkinson. «Por eso, cuando un estadounidense llega a ese mundo con su mirada innovadora, tiene una gran ventaja».

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.