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Crítica: ‘Strangers: Capítulo 1’ (2024)

Un bosque umbrío, música tensa, un hombre huye desesperado de algo misterioso que… Ah, no, son tres encapuchados con hachas y machetes que le dan alcance y acaban con su vida. No es un spoiler, es la propia película mostrando sus cartas desde el minuto uno. Todas sus cartas, no hay más, trío de leñadores.

Renny Harlin dirige este capítulo inicial de The strangers, a modo de remake de la cinta de 2008 con igual título, donde todo resulta tan previsible y anodino como el juego de la selección inglesa de futbol. Pocas o ninguna sorpresa, nada que no esté cantado. Este slasher se va cocinando solo a fuego fuerte, vuelta y vuelta, y es un menú con menos sorpresas al paladar que el que ofrece la cafetería de pueblo a la que llegan nuestros extraviados protagonistas.

Maya y Ryan (Madelaine Petsch y Froy Gutierrez), componen la clásica parejita en viaje de novios, víctimas propiciatorias, que llegan por error a “Paletolandia”, en Oregón (donde viven cuatro gatos, todos ellos hijos de primos), un pueblucho de malencarados endogámicos que les recibe con la consabida ranciedad y hostilidad antropológica habitual del género. Los chicos de ciudad no son bienvenidos -o sí, depende del uso que se les dé-, y no vamos a tardar en descubrirlo.

Los aldeanos se les arraciman lúgubres y ávidos como pájaros en una película de Hitchcock, momento que todos sabemos es el de huir sin mirar atrás. Pero una “inesperada” avería en su auto -que sólo sorprende a nuestra pareja protagonista-, les obliga a pasar la noche en una casucha de madera en medio del bosque, una cabaña con decoración rural “Oregón style”: un piano de pared, un carillón con péndulo, una lámpara de cuernos de ciervo, y un tocadiscos más viejo que vintage.

“Ryan, las gallinas están inquietas, sal a mirar”; “Dejé el Ventolín en el coche, iré a buscarlo en esa moto que no es mía”; “Ve a comprar unas cangreburguers al Crustáceo Crujiente”; “Sálvate, Maya, no me esperes”… Sí, pasan estas cosas, la exposición al peligro en la oscuridad y la tendencia de nuestra pareja protagonista a separarse es obsesiva, casi patológica. No se lo tengan en cuenta, el guionista es un devoto del género y no está dispuesto a reescribir las sagradas escrituras.

“Casa con dos puertas, mala es de guardar”, que diría Calderón de la Barca, y eso también lo saben los psicópatas que no tardan en asediar a los foráneos. El repertorio de tópicos va a ser interminable: asesinos ubicuos que aparecen y desaparecen mágicamente, una noche interminable, un juego del ratón y el gato que no cesa, y no pocas trampas al espectador.

En The strangers los protagonistas pasan buena parte del metraje en un primerísimo plano, que le permite al director jugar a mostrar y ocultar a los malos en un giro de cámara o en un truco de montaje. “Norman Bates” aparece en el baño mientras Maya se ducha, una hamburguesa chorrea kétchup metafórico, alguien le da siempre la espalda a algo, se va la luz en la noche… Todo va sucediendo según “lo imprevisto”, ¿qué podría salir mal?

Película de escalofrío y repeluco, de “susto o muerte” continuo, esta pequeña matanza de Texas se desangra sola en el abuso del sobresalto, y del mero mantener la tensión tan arriba y de continuo que acaba por no dar respiro, asfixiando al espectador como quien se ve obligado a leer en voz alta una redacción sin puntos ni comas.

“¿Por qué subo montañas? Porque están ahí”, dijo el bueno de Edmund Hillary; y estos psicópatas, a falta de montañas, tienen cuchillos de carnicero, y como están ahí…

Los catetos del maíz o El pueblo de los rudos malditos son títulos alternativos que añadirían tirón al filme, y mal no le vendría, pues si bien la película transcurre sin defectos graves, tampoco lo hace con grandes hallazgos ni rasgos notables de originalidad.

Sinopsis

Esta primera parte dirigida por Renny Harlin (Máximo riesgo, Deep Blue Sea) está protagonizada por la actriz Madelaine Petsch (Riverdale) como la joven llamada Maya que comienza una nueva vida con su prometido Ryan, interpretado por Froy Gutiérrez (Teen Wolf, El retorno de las brujas 2), quienes se convertirán en la futura presa de la misteriosa banda de tres extraños enmascarados.

Tras sufrir una avería en su coche en un pequeño e inquietante pueblecito, esta joven pareja se ve obligada a pasar la noche en una aislada cabaña en medio del bosque. El pánico se apodera de ellos cuando son aterrorizados por tres extraños enmascarados que les atacan sin piedad ni motivo alguno.

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Fifth Element Productions, Frame Film,  Lionsgate International, Diamond Films. Reservados todos los derechos.

Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).