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Crítica: «Sicario: El día del soldado» (Stefano Sollima, 2018)

Casi nadie esperaba que Sicario (Denis Villeneuve, 2015) fuese a tener una secuela. Pese a entusiasmar a público y crítica, parecía un film cerrado y sin necesidad de extensiones de ningún tipo. Sin embargo, viendo el resultado de Sicario: El día del soldado, quien escribe estas líneas no tiene ningún problema en disfrutar de las siguientes entregas que nos depare esta insospechada saga.

Recordemos que el film original le abrió a su director las puertas de las superproducciones hollywoodienses (si bien sus trabajos posteriores no han llegado a alcanzar el nivel de calidad de Sicario).

Aquel largometraje sorprendía al espectador con algo tan escaso en la actualidad como es una película de acción para adultos. La cinta de Villeneuve nos narraba la bajada a los infiernos más oscuros de la “guerra” contra las drogas por parte de una agente del FBI (Emily Blunt), quien descubría lo turbio de un conflicto en el que no hay partes buenas ni intención de ganar, sino de mantener una suerte de caos controlado.

Denis Villeneuve retrataba con acertada frialdad canadiense los parajes de la frontera entre Estados Unidos y México. Su película combinaba el thriller y algo muy cercano al cine bélico, narrando una historia dotada de una ambigüedad moral cercana al nihilismo, a medio camino entre Tom Clancy y James Ellroy.

¿Cómo enfrentarse a la secuela de una obra tan redonda? Villaneuve no parecía estar por la labor, pero el director responsable de Sicario: El día de soldado tampoco es un mindundi. Se trata nada menos que del italiano Stefano Sollima, heredero del mejor poliziesco con películas en su haber como Suburra (2015) o la serie Gomorra (2014-2016). En esta ocasión, Sollima abandona, de momento, a los “policías y ladrones” de su país y se enfrenta a narcos, CIA, terroristas y demás gente desagradable con pulso y efectividad.

Ya sin el báculo para el espectador que suponía la persona más o menos normal interpretada por Emily Blunt, esta secuela de Sicario cuenta con el protagonismo del agente federal Matt Graver (Josh Brolin) y del siniestro “autónomo” Alejandro (Benicio del Toro).

Graver y Alejandro son dos tipos especializados en trabajos sucios que vuelven de nuevo a meterse de lleno en la ciénaga al aceptar una misión que, en principio, parecería el sueño de Trump (combatir una trama en la que se mezclan narcos, inmigrantes ilegales y yihadistas). Sin embargo, dicha misión se va torciendo a medida que se desvelan ciertas verdades.

Si bien la primera mitad de este film viene a ser lo que se espera de ella (una secuela en la onda de la primera entrega, ligeramente más estandarizada), a partir de su meridiano se aleja sensiblemente de las tramas políticas complejas y se transforma en un más que satisfactorio neo-wéstern, donde el director demuestra ser hijo del añorado Sergio Sollima, nombre fundamental en el wéstern europeo con títulos como El halcón y la presa (1966) o Cara a cara (1967).

Benicio del Toro, cuyo personaje se alzó como el más carismático de la anterior película, añade poderío a este Alejandro que va camino de convertirse en todo un icono del género. Como en casi todos los wésterns, su personaje y el de Josh Brolin tratan de ser mejores personas de lo que eran hasta el momento, siempre dentro de sus posibilidades. Al fin y al cabo, uno es un asesino vengativo y el otro poco más que un perro de presa sin escrúpulos.

La secuela de Sicario no es tan sofisticada ni sorprendente como su predecesora, pero es una explosiva película de género, que además se las arregla para hablar de forma muy directa sobre un tema muy candente en estos días en los que las polémicas sobre la inmigración ilegal agitan a Estados Unidos y Europa.

En definitiva, este es un film altamente recomendado (por no decir obligatorio) para los aficionados al cine contundente y sin remilgos.

Sinopsis

En Sicario: El día del soldado, la serie inicia un nuevo capítulo. En la guerra contra la droga, no hay reglas, y cuando el gobierno estadounidense comienza a sospechar que los cárteles han empezado a introducir clandestinamente terroristas por la frontera norteamericana, el agente federal Matt Graver (Josh Brolin) recurre al misterioso Alejandro (Benicio del Toro), cuya familia fue asesinada por un capo de los cárteles, para intensificar la guerra de forma nefaria. Alejandro secuestra a la hija del capo para exacerbar el conflicto pero, cuando la chica pasa a quedar considerada como un daño colateral, su suerte se interpondrá entre estos dos hombres, mientras se cuestionan todo aquello por lo que luchan.

Sicario: El día del soldado es un intenso y relevante thriller de acción movido por dos antihéroes protagonistas que se aventuran en lo más profundo del despiadado mundo fronterizo del tráfico de drogas y la política exterior estadounidense.

«Alejandro se encuentra reviviendo hasta cierto punto lo que le sucedió a su propia hija», comenta del Toro, «y eso empieza a cambiar algo en él».

La suerte de la joven, Isabela, está en el aire, lo que obliga a Alejandro y a Matt a enfrentarse entre sí, afrontando cada uno un dilema moral en mitad de una guerra contra las drogas que ellos mismos se están encargando de avivar. En última instancia, tendrán que acabar escogiendo entre la vida de la joven o ganar la guerra.

«Provocan esa guerra, subestimando las posibles consecuencias», explica el director Stefano SollimaSollima, nacido y criado en Italia, se ha labrado una filmografía en torno a la a menudo delgada línea que existe entre policías y criminales, con proyectos tan populares como las series de televisión Gomorra y Roma Criminal, así como los galardonados filmes A.C.A.B.: All Cops Are Bastards y Suburra.

«Alejandro toma una decisión dictada por su conciencia, que le lleva a desobedecer sus órdenes de modo que, en cierto sentido, le declara la guerra a su socio», prosigue del Toro. «Al hacer eso, Alejandro e Isabela se encuentran solos».

Al principio de la película, Matt Graver ha regresado de trabajar en Oriente Medio y recibe un nuevo encargo de sus jefes de la CIA, que lo lleva de vuelta al mundo de la frontera. «En resumen, necesita provocar el caos a fin de, en última instancia, conseguir justicia. Y control», comenta Brolin.

«Matt cree firmemente que el fin justifica los medios y que la moralidad únicamente es relevante en tanto en cuanto afecte a tu bando. Para él, esto es un juego de suma cero», agrega el guionista Taylor Sheridan.

Para hacer el trabajo, Graver contacta con Alejandro, la única persona que conoce que puede ayudarle a hacerlo bien.ç

«Afrontan una serie de consecuencias que les llevan a cuestionarse su propia integridad y dónde encajan en los intereses políticos generales», explica Brolin.

«Creo que uno de los temas más importantes de la película es la humanidad. Alejandro, que más o menos carecía de ella en la primera entrega, redescubre su humanidad, en cierto modo. Y Matt, en una situación similar, descubre su humanidad en una serie de circunstancias sumamente insólitas», aporta el productor Edward L. McDonnell.

El guion está escrito una vez más por el nominado al Oscar Taylor Sheridan. Los productores estaban encantados de poder contar con Sheridan para crear otra historia apasionante de Sicario. La productora Molly Smith comenta: «Se trata de personajes sumamente emblemáticos y Taylor tenía una idea estupenda para llevarlos al siguiente capítulo de su viaje».

El director Stefano Sollima conecta con el tema del tráfico de personas más allá de la frontera entre México y Estados Unidos. «Creo que se trata de un tema muy real en todo el mundo. No solo en EE. UU. Ocurre lo mismo en Europa. Es como la gente trata de escapar de lugares muy pobres, y el sueño de encontrarse en otro lugar donde esperan tener una vida mejor. Por desgracia, rara vez se da ese caso», comenta.

Tras el éxito de crítica obtenido por su serie para la televisión italiana Gomorra, sobre las luchas de poder internas en un sindicato del crimen, y por el thriller mafioso italiano Suburra, que conectaba la política italiana con el crimen organizado, Sollima estaba deseando debutar en el cine americano. «Me atrae el concepto del antihéroe, y cómo los motivos que conducen a un personaje a hacer algo aparentemente malo no son nunca simples», aporta Sollima. «A menudo, hay una línea muy delgada entre la criminalidad y las fuerzas del orden. Es un tema que he examinado en mis obras anteriores con proyectos como Gomorra y Suburra. Me pareció que Taylor Sheridan y Denis Villeneuve ofrecieron un ejemplo fascinante de ese tema en la primera película, y estaba entusiasmado ante la oportunidad de retomar esos temas aquí con mayor profundidad. Los sólidos personajes de Taylor me daban la ocasión de crear una pieza de entretenimiento que también tratara mi fascinación con las zonas grises de la ley y el orden de una forma inteligente»,

Sicario: El día del soldado empezó a rodarse en una fría mañana de noviembre, en una destartalada casa de adobe, bajo la autopista cercana al centro de Albuquerque, que hacía las veces del barrio obrero en el que vive Miguel en McAllen, Texas.

El rodaje se llevaría a cabo en Nuevo México durante los tres meses siguientes, en Albuquerque, la reserva indígena de Cañoncito, el Pueblo de Laguna, Bernalillo, el Pueblo de Santa Clara, Belén y Algodones. La mayoría de las localizaciones eran exteriores rurales, y el rodaje se realizó a lo largo de muchas noches heladas. Mientras que Sicario se filmó en verano, Sicario: El día del soldado se grabó a finales de 2016, cuando el gélido invierno atenzaba las montañas y mesetas del Suroeste.

El equipo de filmación hizo hincapié en una sensación de duro realismo mientras la producción recorría los áridos paisajes del Suroeste de Estados Unidos por los que la frontera se extiende a lo largo de cientos de kilómetros, con Nuevo México haciendo a menudo las veces de Texas.

Para grabar una de las primeras escenas de la película, en la que el Departamento de Seguridad Nacional vigila a emigrantes que escapan atravesando la frontera de noche, el equipo de rodaje utilizó las mismas cámaras térmográficas FLIR que utiliza el gobierno en la realidad.

Abundaban los pertrechos militares, entre ellos helicópteros Black Hawk, vehículos Humvee, ametralladoras, chalecos antibalas, cámaras de vigilancia y uniformes de combate.

A mediados de enero, el reparto y el equipo acabaron en Nuevo México y al día siguiente se subieron a un vuelo chárter con destino a Ciudad de México, donde continuaron el rodaje hasta finales de enero de 2017.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Black Label Media, Thunder Road Pictures, Rai Cinema. Cortesía de Sony Pictures España. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).