Nadie oculta la enorme deuda de esta secuela de Pacific Rim con esos dos subgéneros japoneses protagonizados, respectivamente, por robots colosales, controlados por humanos o biomorfos ‒los mecha, habituales en el anime y en los videojuegos‒, y por monstruos gigantes ‒los kaiju, herederos de Godzilla‒. Pero más allá de esta obviedad, Pacific Rim: Insurrección se presenta como una cinta juvenil muy eficaz dentro de sus limitadas ambiciones.
No faltará quien analice, una vez más, el repertorio de referencias de las que se nutre esta película, empezando por la teleserie Neon Genesis Evangelion (1995) y la novela El juego de Ender (1985), de Orson Scott Card. En todo caso, ese tipo de comparaciones pierde fuerza en un campo como el de la cultura pop, sometido a una mezcla perpetua de ingredientes ya conocidos.
Lo que importa es si la fórmula funciona. E insisto en que lo hace, precisamente porque esta no es una obra de autor, necesitada de originalidad, sino una producción comercial con un destinatario bien definido: el público adolescente.
La experiencia, por lo demás, resulta agradable, tanto por el tono juvenil de la narración como por los detalles de humor que Emily Carmichael, Kira Snyder, Steven S. DeKnight y T.S. Nowlin han introducido en un guión previsible y vaporoso, pero también oportuno y ágil. En definitiva, si uno sabe en qué consiste la oferta, no cabe exigirle mucho más.
John Boyega se mueve con comodidad en el papel protagonista, muy similar en sus reacciones y evolución al Kirk del reboot de Star Trek. Aquí Boyega está respaldado por Scott Eastwood ‒cada vez más parecido a su padre, Clint‒, la prometedora Cailee Spaeny y actores chinos como Jing Tian ‒una intérprete carismática, a quien descubrimos en La gran muralla (2016) y Kong: Skull Island (2017)‒, Lily Ji, Wesley Wong y Jin Zhang.
Esta generosa presencia china tiene fácil explicación, más allá de la moderna necesidad de un reparto multiétnico. En primer lugar, la primera entrega de Pacific Rim tuvo un notable éxito en ese país, y me imagino que su audiencia se alegrará de encontrar figuras nacionales en el reparto. Por otro lado, facilita las cosas el hecho de que una de las compañías productoras, Legendary Pictures, sea desde 2016 propiedad del Grupo Wanda, fundado por Wang Jianlin. Bajo el control de Wanda hay tres importantísimas cadenas de exhibición cinematográfica (Wanda Cinemas, que opera en China, la australiana Hoyts Group y AMC Theatres, con una abrumadora implantación en Estados Unidos y Europa), así que digamos que Pacific Rim: Insurrección fue producida con unos objetivos y un respaldo muy claros. Es más: su aire ingenuo de serie B encaja con una fórmula que funciona impecablemente en Asia desde hace décadas.
Dejo para el final lo que podríamos llamar «el elefante en la habitación». ¿Hay similitudes entre esta película y las últimas entregas de Transformers? Afortunadamente, no, si exceptuamos, claro, los robots gigantes. Es más, allí donde Michael Bay nos marea con un estilo incoherente y epiléptico, DeKnight se muestra capaz de rodar un combate entre colosos sin agitar innecesariamente la cámara, y sobre todo, sin marear al público con un montaje ametrallado. Y créanme, esto último es algo que los espectadores de cierta edad, acostumbrados a la narrativa clásica, agradecemos bastante en los tiempos que corren.
Sinopsis
El conflicto mundial entre monstruos sobrenaturales y las descomunales máquinas pilotadas por humanos creadas para vencerlos solo era un preludio del ataque a gran escala contra la humanidad de Pacific Rim: Insurrección.
John Boyega (Star Wars: El despertar de la Fuerza) encarna al rebelde Jake Pentecost, en su día un prometedor piloto de Jaeger cuyo padre se convirtió en toda una leyenda dando su vida para asegurar la victoria de los humanos contra los brutales kaiju. Desde entonces, Jake ha abandonado su entrenamiento y se ha visto atrapado en el submundo criminal. Pero cuando se desata una amenaza aún más inimaginable cuyo objetivo es doblegar el mundo entero, su hermana Mako Mori (Rinko Kikuchi), líder de una nueva y valiente generación de pilotos que ha crecido a la sombra de la guerra, le brindará la última oportunidad de honrar el legado de su padre. En busca de justicia por los caídos, su única esperanza será unir fuerzas en un enfrentamiento global contra las fuerzas de la extinción.
El excepcional piloto Nate Lambert (Scott Eastwood, Fast & Furious 8), rival personal de Jake, y Amara, la jovencísima hacker de jaeger (Cailee Spaeny, en su debut en la gran pantalla), se unen al protagonista como los héroes del Ejército de Defensa Pan-Pacífico. Alzándose para convertirse en la unidad defensiva más poderosa que jamás haya existido sobre la Tierra, pondrán rumbo a una nueva aventura.
Retoman sus papeles en Pacific Rim Burn Gorman y Charlie Day como el Dr. Hermann Gottlieb y el Dr. Newt Geiszler, dos de los científicos más brillantes que el mundo haya conocido…, ambos ahora al frente de la defensa antikaiju como parte del equipo original que cerró la Brecha. Otros actores recién incorporados a la saga son Jing Tian (La gran muralla) como Shao Liwen, presidenta de Shao Industries y firme defensora de un ejército de jaegers sin tripulación humana, y la superestrella china Max Zhang (Jin Zhang) como el mariscal Quan, el implacable supervisor del equipo.
Pacific Rim había causado un profundo impacto en Boyega, antes de su ascenso a la fama. «Ver a Idris Elba en la primera película fue muy importante para mí. En esa época, me dedicaba a actuar en clubes teatrales a pequeña escala, y en 2013 vi un cartel yendo en autobús: Idris Elba en el papel de Stacker, en un traje de piloto de Jaeger totalmente negro. La imagen, y lo que representaba, inmediatamente me impactó y me motivó mucho».
DeKnight afirma que no podía estar más emocionado con la elección: «Me entusiasmó descubrir que John estaba interesado. Me reuní con él, y los dos estábamos muy motivados con las posibilidades que brindaba la saga. Él es un héroe clásico, pero puede hacer de héroe y antihéroe a la vez. Jake Pentecost comienza como un ladrón y acaba salvando el mundo. John cuenta con todas las cualidades que uno podría desear para ese tipo de rol; es cautivador, inteligente y divertido. Aporta al personaje ese toque de Harrison Ford en el papel de Indiana Jones».
Sobre su personaje, Boyega nos cuenta: «Jake tiene una personalidad llena de matices y conflictos. Ha crecido a la sombra de su padre, Stacker, y ha intentado estar a la altura de su apellido. Aspiraba a ser piloto de Jaegers, y comenzó a formarse en la Academia del Ejército de Defensa Pan-Pacífico, pero todo acabó tras una confrontación con Stacker que lo llevó a rebelarse y seguir otro camino diferente y peligroso. Lo que sigue es su evolución hasta convertirse en un héroe».
El doble papel de estrella y productor supuso afrontar complejos desafíos para Boyega, que al final fue capaz de aportar un plus a toda la producción. «Ser productor ha sido interesante porque todas las decisiones que ayudaba a tomar, al margen de mi papel, acaban teniendo efecto en él mismo. Por ejemplo, el casting de otros personajes, piezas del set, secuencias de acción, diálogo… Es todo un rompecabezas en el que tenía que decidir y dar mi parecer para apoyar al personaje que sentía que había que crear».
«El aspecto global de esta historia es lo que me atrajo a hacerla», afirma DeKnight. «La costa del Pacífico afecta a muchos países distintos, y queríamos dejar constancia de ello. No queríamos que quedara forzado; es muy natural que el mundo se una para luchar contra una amenaza global. Algo así anima a todos a dejar a un lado diferencias, y eso es un mensaje fabuloso para los tiempos que corren».
La actriz china Jing Tian, que interpreta a Liwen, cree que su personaje es un genio. «Poca gente en el mundo es capaz de igualar su inteligencia y ética laboral. Tras ser víctima de los primeros ataques de kaiju, Liwen ha consagrado su vida a impedir que pueda repetirse la experiencia en el futuro. Aunque tiene mucho éxito profesionalmente, en el ámbito social resulta fría y antipática». La actriz reflexiona: «Liwen es un personaje muy exitoso y de gran poder, pero tiene sus defectos».
En el universo de Pacific Rim, los kaiju son monstruos gigantes que emergieron de las profundidades del océano Pacífico. Entran a nuestro mundo a través de un portal que une dimensiones llamado la Brecha, y son armas vivas de destrucción masiva, biodesarolladas para terraformar planetas. En Pacific Rim: Insurrección, los kaiju han evolucionado para convertirse en una letal e inesperada especie.
En japonés, la palabra «kaiju» significa literalmente «bestia extraña», pero se traduce más comúnmente como «monstruo gigante». DeKnight, que creció viendo películas japonesas de kaiju de los años 50 y 60, recuerda: «Me encantaban de crío, cuando los monstruos no eran más que tipos disfrazados. Lo que me parece fascinante de rodar una película con kaiju ahora es que, con la tecnología a nuestra disposición, tenemos la oportunidad de hacerla mucho más espectacular. Por mucho que recuerde con nostalgia aquellas películas, incluso siendo un niño me daba cuenta de que era un actor disfrazado pisoteando miniaturas. Cuando nuestros kaiju atacan una ciudad, la sensación es totalmente real. La amenaza y el drama se sienten de un modo mucho más inmediato».
De fuerza y ferocidad creciente, cada kaiju es una nueva especie con sus propios poderes y patrones de ataque, perfectamente evolucionada para combatir. Aunque no hay dos Kaiju iguales, comparten un objetivo común: la exterminación de la raza humana. Ante este enemigo letal, los Jaegers son la única defensa de la humanidad.
Tener el control de un jaeger nunca ha sido más emocionante. Pacific Rim: Insurrección acerca como nunca a la acción a sus héroes y al público con tecnología punta y tácticas de combate brutalmente inventivas. La película la protagoniza una nueva generación de guardianes robóticos, con habilidades y sistemas de armas totalmente novedosos, así como cabinas rediseñadas por completo. Estos jaegers son altos como edificios de 25 plantas, y capaces de desarrollar una velocidad y agilidad desconocida hasta ahora, además de ser muy variados.
Boyega fichó a Liang Yang para la película, con quien ya había trabajado en Star Wars: El despertar de la Fuerza, para que ejerciera de consejero en escenas de lucha. Decidió no solo pensar en cómo se mueven los humanos, sino integrar posibilidades de los nuevos jaegers, más acróbatas y ágiles. Boyega cuenta: «Queríamos asegurarnos de mostrar que estas cualidades suponen un desarrollo muy significativo respecto a lo que se hizo en la primera película. Por eso contamos con Liang, que es experto en artes marciales, para que les echara un ojo a las previsualizaciones. Cuando Liang pudo estudiar el material, implementó a partir de ahí ideas fantásticas que Steve había tenido. La colaboración entre Liang y el equipo de efectos visuales resultó fabulosa, y, como resultado, muchas de las secuencias en escenas de confrontación asombrarán al público».
La mayor parte de la producción tuvo lugar en los estudios Fox de Australia, país donde también se rodaron muchos exteriores en torno a Sídney y Brisbane. Además, se grabaron escenas en los platós de Wanda Studios en Qingdao (China) y exteriores en el monte Fuji (Japón), en Seúl y Busan (Corea del Sur), así como en glaciares y cascadas de Islandia. La envergadura del trabajo fue un desafío para los productores, que organizaron equipos de hasta 500 personas en los sets de Wanda Studios.
«Respecto a las diferentes localizaciones, la magnitud de la producción era enorme», explica el productor Cale Boyter. «Nunca había tenido que lidiar con equipos de semejante tamaño; había gente entrando y saliendo cada semana. Contratamos a muchos profesionales chinos, así como talentos de Londres, Estados Unidos y Australia. Fue todo un reto, pero también resultó muy divertido ver que todas las piezas encajaban».
Pacific Rim: Insurrección ha sido la primera película estadounidense en rodarse en las enormes y vanguardistas instalaciones de Wanda Studios. «Fuimos los conejillos de indias, pero todo salió muy bien», afirma Boyter. «El idioma podía suponer una dificultad, pero contratamos a la gente adecuada para ayudarnos a eliminar la brecha cultural. Una vez que empezamos a entendernos, trabajamos sin problemas».
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