Los clichés relativos a las historias de superhéroes siempre han sido buen material para la parodia y la sátira, empezando por los propios tebeos, que han diseccionado a sus héroes de todas las maneras posibles. En los últimos tiempos, el cine de animación se ha unido a esta práctica.
Si Los Increíbles (Brad Bird, 2004) era una suerte de versión satírica y para toda la familia de Watchmen, Megamind toma algunas ideas de la gigantesca saga La muerte de Superman (DC Comics, octubre de 1992-octubre de 1993).
En aquel cómic, el archienemigo del kriptoniano, Lex Luthor, se lamentaba de su desaparición, entre otras cosas porque le habían privado del objetivo que motivaba gran parte de sus acciones: un objetivo que no era otro que combatir contra su adversario.
En Megamind se tiene como claro referente la Metrópolis de Superman, con una versión del Hombre de Acero bastante más vanidosa que el original, y con unos particulares clones de Lois Lane y Jimmy Olsen, con sus nombres cambiados, claro está.
Pero el protagonista principal de la película es el malo, un pobre extraterrestre que debería haber sido un salvador, pero tuvo que conformarse con ser el personaje que siembra caos y cosecha tortas.
Como en la citada Muerte de Superman, el villano se queda sin motivación, y juguetea con los misterios de la clonación para fabricarse un oponente. Todo ello está contado a través de ese sentido del humor irónico, repleto de referencias pop y para todos los públicos que parece ser obligatorio en las películas animadas de la actualidad, así que no hay que esperar un oscuro psicodrama al estilo de los Batman de Christopher Nolan, sino un simpático e inocuo estreno navideño.
Megamind, sin ser un prodigio de ingenio, es indudablemente una película divertida y rápida, con muchas ocurrencias simpáticas y unos «actores» virtuales muy expresivos –más que algunos humanos de los que pululan por las series españolas–. Tanto es así, que al rato de haber empezado la proyección, el espectador olvida la naturaleza digital de estos seres.
Los gestos de orgullo y arrepentimiento del azul Megamind, la voluptuosidad y decisión de la heroína, el rencor del pelirrojo fracasado… todo resulta convincente.
No sólo la creación de los personajes es técnicamente impecable, sino que las escenas de acción son espectaculares, y mejor rodadas que esa montaña de películas actuales que lo único que ofrecen son borrones incomprensibles y mareos sin fundamento.
Es más: Megamind quizá sea una de las películas que mejor han utilizado este nuevo 3D que tantas alegrías y decepciones han provocado a lo largo de 2010.
Se le puede achacar al largometraje de Tom McGrath que no intente ir más allá del actual modelo de película animada norteamericana. Un modelo del que, independientemente de la calidad de unos u otros films, nadie parece querer salir, y cuyo tono humorístico, nada desagradable, ha terminado por perder frescura.
Lo mismo sucede con la selección de excelentes canciones de la banda sonora, utilizadas ya un millón de veces para lograr efectos cómicos similares, demostrando cierta pereza por parte de los responsables de esta producción.
Sinopsis
Del mismo estudio que te ofreció Shrek, Madagascar y Kung Fu Panda, Megamind (Will Ferrell) es el supervillano más brillante que el mundo haya conocido. Y el que menos éxito tiene.
Durante años, ha estado intentando conquistar Metro City de cualquier manera que se pueda imaginar. Cada intento, un fracaso, por culpa del superhéroe con capa llamado “Metro Man” (Brad Pitt), un héroe invencible hasta el día en que Megamind le mata de verdad en el curso de uno de sus malvados y enrevesados planes.
De repente, Megamind se queda sin objetivos. Es un supervillano sin un superhéroe. Se da cuenta de que haber cumplido el sueño de su vida es lo peor que le ha podido pasar.
Megamind decide que la única forma de salir de su estancamiento es crear un nuevo héroe contrincante llamado “Titán”, que promete ser más grande, mejor y más fuerte de lo que Metro Man fue nunca. Rápidamente, Titán empieza a pensar que es mucho más divertido ser uno de los malos que uno de los buenos. Sólo que Titán no quiere conquistar el mundo, quiere destruirlo.
Entonces, Megamind tiene que decidirse: ¿podrá derrotar a su diabólica creación? ¿Podrá el hombre más inteligente del mundo tomar una decisión inteligente de una vez por todas? ¿Podrá el malvado genio convertirse en el insólito héroe de su propia historia?
El destino es una cosa curiosa. Digamos que eres un bebé del planeta Criptón, y antes de que todo el planeta haga catapum, tu padre te deposita en un módulo espacial y te pone en marcha en dirección hacia el planeta azul y verde llamado la Tierra. Encontrado y criado por granjeros de buen corazón, te educan para combatir el mal en todas sus facetas, lo cual es fácil para ti, porque tus poderes criptonitas te hacen súper poderoso entre los humanos. Pero, ¿que pasaría si hubieras aterrizado entre gente de no tan buen corazón? ¿En qué te habrías convertido?
Vale, entonces eres uno de los dos niños que van por el espacio, metidos ambos por vuestros padres en sendas cápsulas, dirigiéndoos ambos hacia la Tierra. Y al igual que en la historia que todos conocemos y a todos nos gusta, todo depende de dónde aterrices: uno en una grandiosa mansión con unos padres cariñosos (¡hurra!), y el otro en una prisión para delincuentes reincidentes (¡oh – oh!). Los poderes educados en un hogar de clase media-alta se concentran generalmente en ‘hacer el bien’. Pero los poderes equivalentes afinados en cautiverio tienen una trayectoria completamente diferente.
Bienvenidos a la historia de dos bebés que crecen para convertirse en adversarios de por vida: Megamind, el genio criminal, y Metro Man, el encantador bienhechor.
En el mundo de los superhéroes, los malos rara vez tienen ocasión de ser los protagonistas: esos papeles están por lo general reservados para los gallardos y atractivos héroes que se les enfrentan. En la épica comedia de aventuras en 3D “Megamind”, se le da la vuelta a la película tradicional de superhéroes, pues el malvado genio finalmente toma el protagonismo.
Megamind es un traicionero, egoísta y completamente inepto criminal que está decidido a conquistar Metro City. A la hora de ejecutar su siempre diferente plan magistral, cada desesperado intento suyo es un colosal fracaso, gracias al archienemigo de Megamind, Metro Man, el muy querido héroe de la ciudad que siempre viste de blanco ceñido.
Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.
Copyright de la sinopsis © DreamWorks Animation SKG, PDI. Cortesía de Paramount Pictures Spain. Reservados todos los derechos.