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Crítica: «Jack Ryan: Operación sombra» (2014)

Una historia de espionaje significa que, por lógica pura, hay zonas concretas del relato que ya conocemos: la información que hay que robar, el método detectivesco que hace falta para desactivar la amenaza, la chispa que ese mecanismo perverso necesita para activarse…

Gracias a los dioses del cine, cuando se ordenan bien esos convencionalismos, el entretenimiento queda garantizado. Y eso es, felizmente, lo que sucede en Jack Ryan: Operación sombra, un thriller entretenido, dinámico y de muy agradable visionado.

Sin querer alardear de cinefilia, usted o yo mismo ya conocemos un buen puñado de películas en las que se nos cuenta casi lo mismo que aquí: un villano de endiablada inteligencia –preferiblemente europeo– urde un plan de dominación mundial, y la esperanza del mundo libre se deposita en un heroico novato que, no obstante, se encarga de demostrarnos que la inteligencia y el valor no los regalan por la calle. De ahí en adelante, la faena posterior –los disparos, las revelaciones, el riesgo– ya es solo suya.

En la cinta que nos ocupa, ese joven no es otro que el analista de la CIA Jack Ryan, estupendamente encarnado por Chris Pine. Ni que decir tiene que este reboot del personaje creado por Tom Clancy en la novela La caza del Octubre Rojo (1984) ya no habita en el mundo de la Guerra Fría, sino en la actualidad. ¿Y qué quiere decir eso? Pues que la invitación a la taquicardia no se debe a las maniobras del servicio secreto soviético, sino a los modernos ciberterroristas, al yihadismo y a esos señores de la guerra que llevan el afán de conquista en su escudo de armas.

En este caso, el malo de la función es Viktor Cheverin, un veterano de la invasión soviética de Afganistán, reconvertido a los negocios tras la perestroika, y empeñado en revivir las tensiones previas a la caída del muro a través de las finanzas. Cheverin, que encarna el lado apocalíptico y conspiranoico de la crisis económica, es encarnado con suma elegancia por Kenneth Branagh, que asimismo ejerce como director del film.

El letal Cheverin es un romántico y también un patriota. Aunque a ratos parece un playboy, el sentimiento trágico de la vida es otro remache para su coraza psicológica.

Como todo boy scout necesita un mentor, el joven Ryan cuenta con uno inmejorable, el agente de la CIA Thomas Harper, a quien da vida un Kevin Costner encantado de robarle las escenas al resto del reparto.

El interés amoroso de la trama es Cathy, la futura señora Ryan. En ese papel, Keira Knightley se muestra encantadora a ratos, pero también hay algún momento en que pierde –o así me lo parece– la química con Chris Pine, al que mira con un gesto sutilmente avinagrado, como si le hubiera descubierto un lunar en la cara. En todo caso, Knightley es la dama de este cuento, y no creo que el director de casting se haya equivocado al elegirla.

Entre los secundarios, es un placer reencontrar al legendario bailarín Mikhail Baryshnikov, otro hito de la Guerra Fría, huido de la Rusia comunista en 1974, consagrado en los escenarios y luego famoso en Hollywood gracias a películas como Noches de sol (1985) o la entrañable Espías sin fronteras (1991).

Gracias a BranaghJack Ryan: Operación sombra gana fuerza como thriller sofisticado, de corte europeo. Es obvio que al realizador le interesa más la faceta analítica de Ryan que su vertiente como héroe de acción. Quizá por ello las secuencias más movidas de la cinta están resueltas sin especial originalidad, cayendo en esa moda de la shaky cam –ya saben, montaje muy picado y planos epilépticos– que sigue haciendo estragos en el cine comercial.

Sinopsis

Jack Ryan, el personaje más emblemático de Tom Clancy, regresa a la gran pantalla en este tenso thriller de suspense. Cuando una red terrorista mundial está a punto de activarse, el brillante analista de la CIA (Chris PineStar Trek) no tiene más remedio que entrar en acción. Sin embargo, cuando todos los que podrían impedir el inminente mega-desastre internacional tiene algo que perder o algo que ocultar, ¿en quién podrá confiar Ryan?

En el corazón invernal de Moscú, un oligarca ruso está a punto de desencadenar un sofisticado pero salvaje acto terrorista basado en las finanzas y que podría hacer caer a los Estados Unidos. Mientras tanto, en Wall Street, el agente secreto de la CIA Jack Ryan está a punto de que le encarguen su primera misión de campo, la cual le hará pasar instantáneamente y sin previo aviso de un trabajo burocrático a meterse tan de lleno en las sombras que ya no volverá a estar seguro de quién es un amigo y quién un mortífero enemigo. Lo único de lo que estará seguro es de que, en ese mundo donde todos los motivos son sospechosos, en donde abundan los secretos y las mentiras, cada peligrosa jugada que haga tendrá consecuencias a nivel mundial.

Jack Ryan: Operación Sombra mete al agente raso de la CIA de Clancy (el espía a regañadientes que entró en los anales de la cultura pop como el erudito que tiene que poner en prática sus teorías antiterroristas) de lleno en el siglo XXI.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes y sinopsis © Paramount Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.