El efecto positivo de Whitney Houston, y el más duradero, es que logró aunar en su discografía estilos muy diversos, que pusieron de acuerdo a una audiencia global. Su impresionante voz y su talento escénico alcanzaban, literalmente, otro nivel. En un mundo paralelo, esos dones hubiesen ido unidos a una vida feliz, pero como sucede en los viejos melodramas, ella tuvo que pagar un precio altísimo por alcanzar la gloria y convertirse en la novia de América.
En I Wanna Dance With Somebody, una excelente Naomi Ackie revive a la diva del pop, y además lo hace con una gama dramática envidiable. No importa que, por razones lógicas, Ackie deba hacer uso del playback en las canciones. El desempeño de la actriz es excepcional, y hay tramos de la película en los que se transforma en una personalidad galvanizante.
El problema, en todo caso, es que la vida de Whitney discurrió por pasillos demasiado estrechos. Básicamente, estuvo rodeada de personalidades tóxicas, en especial, su padre (interpretado por el gran Clarke Peters), que vampirizó las ganancias de su hija y gestionó pésimamente su patrimonio, y su marido, Bobby Brown (Ashton Sanders), un tipo traicionero, volátil y oportunista. Que la cantante fuera destrozada por la cocaína y acabase muriendo demasiado joven (en la bañera de su habitación, en un hotel Los Ángeles, con solo 48 años) impide que su biografía, en términos cinematográficos, nos lleve a lo que la audiencia desea: el final feliz, la redención o el clímax moral.
La cinta solo presenta dos personajes con un efecto positivo sobre la protagonista: Robyn Crawford, su amiga, amante y asistente, encarnada por Nafessa Williams, y su jefe discográfico, el magnate de Arista Records: un protector y calmado Clive Davis, interpretado con sabiduría por Stanley Tucci.
A los fans de Whitney les encantará revivir escenas imprescindibles en su vida, como su interpretación del himno nacional en la Super Bowl de 1991 o su portentosa actuación en los American Music Awards de 1994. Pero al final, aunque el producto es solvente y está cuidado en todos los órdenes, el guion de Anthony McCarten (Bohemian Rhapsody) carece de un arco realmente poderoso. La dirección de Kasi Lemmons tampoco tiene la bravura o la personalidad suficientes como para que el conjunto sea inolvidable. En este sentido, I Wanna Dance With Somebody acaba siendo una cinta válida, pero no logra emocionar desde un registro elevado.
Sinopsis
En I Wanna Dance With Somebody Naomi Ackie interpreta a Whitney Houston. La película es un retrato de la compleja y multifacética mujer detrás de La Voz. De niña del coro en Nueva Jersey a una de las artistas más superventas y premiadas de todos los tiempos, el público se embarcará en un viaje inspirador, conmovedor y muy emotivo, a través de la vida y la carrera de Houston, con actuaciones sorprendentes y una banda sonora con los éxitos más queridos de este icono universal como nunca antes se habían escuchado. Don’t you wanna dance? ¿No quieres bailar?
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