Bajo el título de un parque temático de terror que realmente existe en España se estrena este slasher sueco titulado originalmente Karusell. Posiblemente haya una interesante historia de marketing detrás de eso, ya que resulta muy extraño que este oscuro y poco llamativo film llegue al mercado español, donde los aficionados nos quedamos con las ganas de disfrutar de títulos más sonados como Pearl o The Last Voyage of the Demeter.
Lo más llamativo en principio, sería el supuesto exotismo de un slasher «a la americana» pero ambientado en la fría Suecia, en un parque de atracciones solitario durante la época de Halloween, si bien el país de Bergman nos ha ofrecido en los últimos tiempos más de un divertimento gore, y no pocas joyas del género de terror a lo largo de los años, comenzando por obras maestras y fundamentales como La carreta fantasma (1921) o Häxan (1922), sin olvidar al mencionado Ingmar Bergman y su tenebrosa La hora del lobo (1968), siguiendo con la explotación violenta de Desenlace mortal (1973) o la reinvención del género vampírico de Déjame entrar (2008).
En el mismo año 2023, Suecia lanza dos slashers al mercado internacional: el malévolo film de Netflix The Conference y este Karusell, ejemplo más timorato y estándar del simpático género de asesinatos en cadena y matarifes enmascarados.
El slasher no es un género que busque el prestigio de la crítica, y ni siquiera busca trascender en la historia del séptimo arte, pero puede resultar satisfactorio y memorable por distintas razones: asesino carismático, muertes creativas, muertes especialmente sanguinolentas, atmósfera lograda, giros de guion sorprendentes, enfoque novedoso, protagonistas de gran atractivo físico o, incluso, tan baja calidad que permita su revisión festiva con amigotes, cervezas o los aderezos oportunos.
Karusell carece de todo eso, así que lo queda es un slasher no especialmente abismal, pero insulso, digerible para los espectadores no iniciados y sin víctimas atractivas, exceptuando al bello Omar Rudberg (apellido real: González), cantante y actor de origen venezolano, al parecer, famoso en Suecia y que en esta película lleva un peinado y unos collares de perlas que remiten al icónico Frank-N-Furter de The Rocky Horror Picture Show.
El entorno del film, un parque de atracciones, no llega a resultar tan inquietante como el de otros slashers precursores como La casa de los horrores (1981) o Haunt (2019), ya que los cineastas no logran «maquillar» del todo la localización de la película: el bonito, limpio, centenario y poco ominoso (salvo para los que tenemos repelús a las montañas rusas) parque de atracciones de Liseberg, en Gotemburgo.
En resumen, este largometraje funciona simplemente como pasatiempo para transitar por lugares comunes y confortables para el aficionado al slasher, pero sin producir el menor de los impactos.
Sinopsis
La encargada de un parque de atracciones, Fiona (Wilma Lidén), debe cuidar de una pareja de antiguos amigos que han ganado un concurso de Halloween con un regalo de lo más exclusivo: una noche entera para ellos solos en el parque vacío. Pero el algodón de azúcar, las atracciones y las risas se convierten en algo completamente distinto cuando se dan cuenta de que no están solos en el parque. Y la noche de ensueño pronto se convierte en una auténtica pesadilla.
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