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Crítica: «Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1» (2011)

Se habla siempre de las adaptaciones, de su estilo, de su fidelidad al texto original… En realidad, pocas han concitado tanto interés por parte de los lectores como ésta que lleva al cine saga de Harry Potter: un exitoso ciclo que ahora alcanza su culminación de la mano de David Yates.

De algún modo, el tiempo de los prodigios y de las alegrías de la niñez ya ha pasado para sus protagonistas, y por eso Harry Potter y las Reliquias de la muerte (Harry Potter and the Deathly Hallows) abandona definitivamente el género del cuento de hadas, y asimila otras fórmulas. Comienza como una película de terror –lo cual es significativo– y luego alterna elementos del thriller de misterio –con ambientación victoriana, por supuesto– y también de las aventuras de espada y brujería.

Cuando lo épico ya no es necesario, la cinta explora la psicología adolescente con una sobriedad y un trasfondo simbólico que dotan de espesor y madurez a la trama.

El legítimo encanto de la película reside en su espléndida puesta en escena. Resulta difícil imaginar un mayor cuidado en los decorados, una selección de actores secundarios más deslumbrante y unos recursos estilísticos mejor elegidos.

Con gran tino, David Yates ha logrado equilibrar sabiamente las diferentes historias engastadas en la narración principal. Así, el relato pasa del peligro a las emociones familiares, del horror a la melancolía, de la extrañeza a un discreto romanticismo.

Los problemas éticos fascinan a J.K Rowling, y Yates también ha sabido remarcarlos en esta fantasía donde, como saben los lectores del libro original, la Muerte es una presencia ominosa y persistente.

Para describir el aliento que vibra en la película basta con fijarse en la persecución inicial: vibrante y espectacular, sin duda, pero con un sesgo inequívoco de fatalidad.

Es evidente que el público en el cual piensa Yates está predispuesto a dejarse llevar por una producción que nunca se libera de su referente literario, y que le rinde homenaje en cada fotograma.

Una cosa está clara: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte se proyectó con la intención de ser, en su versión cinematográfica, bastante fiel a la novela homónima. Y es que, a diferencia de lo sucedido con anteriores entregas de la misma serie, ésta tiene metraje sobrado para albergar la extensa y prolija invención de J.K. Rowling.

Dos largometrajes de generosa duración –el primero, con fecha de estreno el 19 de noviembre de 2010, y el segundo, el 15 de julio de 2011– reproducen en sus bobinas el combate final de Harry y sus aliados contra Lord Voldemort.

Esta vez, la clave del éxito tiene mucho que ver con el secreto de la inmortalidad del Señor Tenebroso: esos Horrocruxes que han de ser destruidos sin falta. El duelo, por lo demás, también depende de otro detalle importante: cuando Harry alcance los diecisiete años, su encantamiento protector se desvanecerá.

Como en oportunidades anteriores, David Heyman y David Barron cuidan la producción bajo la atenta mirada de la propia Rowling, quien ejerce asimismo como productora, con un pulso tan firme como intransigente (lo cual explica el modo en que esta cinta se detiene en pasajes que, de otro modo, hubieran sido descartados en la sala de montaje).

El guionista es Steve Kloves, un escritor que ha ido traduciendo al lenguaje del cine, con una sencillez ejemplar, cada una de las aventuras del niño mago.

Los rumores vienen y van, y en este caso, abundaron los relativos al elenco principal. Para tranquilidad de los aficionados, Daniel Radcliffe regresa como Harry Potter, y sus colegas Rupert Grint y Emma Watson encarnan nuevamente a Ron Weasley y Hermione Granger.

Aunque el rodaje concluyó el 12 de junio de 2010, después de 478 días de trabajo, la espectacularidad del formato elegido para la filmación –IMAX 3D– ha exigido un sobreesfuerzo a la hora de diseñar e integrar los numerosos efectos físicos y digitales que adornan buena parte de la secuencias.

Otro detalle en el que se ha puesto atención es la banda sonora. Un compositor excelente, Alexandre Desplat, firma la partitura de la primera entrega, orquestada por Conrad Pope. En la música de Desplat se van desgranando algunos temas originales de John Williams, a quien han pedido de todas las formas posibles que se haga cargo de la banda sonora de la segunda parte

¿Por qué, esta vez, los acontecimientos narrados en el libro se han distribuido en dos películas? Aunque algún crítico malpensado considere que éste es un modo de apurar la explotación de la franquicia, lo cierto es que fue el guionista Steve Kloves quien insistió en esta fórmula.

Es más: Kloves quiso que Harry Potter y el cáliz de fuego también se adaptase en dos films, pero al final se desechó la idea. Desde el punto de vista creativo, el desenlace es tan importante que casi nadie en el equipo de responsables discutió la oportunidad de rodar dos películas. Y a los productores –David Heyman en especial– no se les oculta que Rowling y sus fans están encantados con la idea de reflejar visualmente todo el contenido del libro.

Si las dos películas son un éxito –eso nadie lo duda– será David Yates quien reciba los mayores elogios. En general, siempre estuvo claro que él sería el realizador, aunque antes tuvo que dejar atrás a dos competidores: Alfonso Cuarón, y sobre todo, Guillermo del Toro, que se olvidó del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería cuando se vio inmerso en los preparativos de rodaje de El Hobbit.

Desde que se filmó la primera secuencia el 26 de enero de 2009 en los Leavesden Studios, el equipo permaneció trabajando en ellos –y asimismo en los Pinewood Studios– con unas rigurosas medidas de seguridad.

Los exteriores elegidos fueron Swinley Forest, Freshwater West, el pueblo de Lavenham en Suffolk y algunos rincones pintorescos de Londres.

¿Y qué decir del reparto definitivo? Lo cierto es que parece una reunión de lo más granado de la escena inglesa. Así, encontramos a Michael Gambon (el difunto Albus Dumbledore), Alan Rickman (Severus Snape), Jim Broadbent (Horace Slughorn), Robbie Coltrane (Rubeus Hagrid), Brendan Gleeson (Alastor Moody), Helena Bonham Carter (Bellatrix Lestrange), Ciarán Hinds (Aberforth Dumbledore), John Hurt (Mr. Ollivander), Rhys Ifans (Xenophilius Lovegood), Jason Isaacs (Lucius Malfoy), Miriam Margolyes (Pomona Sprout), Bill Nighy (Rufus Scrimgeour), Gary Oldman (Sirius Black), Miranda Richardson (Rita Skeeter), Maggie Smith (Minerva McGonagall), Timothy Spall (Peter Pettigrew), David Thewlis (Remus Lupin), Emma Thompson (Sybil Trelawney) y Julie Walters (Molly Weasley).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.