Sólo hay que ver sus primeras secuencias para comprobar cuál es su principal virtud. Y es que, para alegría del espectador veraniego, la tercera entrega de La noche de las bestias mejora todos los ingredientes de esta franquicia distópica y los sirve con agilidad, nervio y buenas intenciones.
Lo que comenzó siendo una historia de terror con subtexto social ‒The Purge (2013)‒ ha ido ganando en enjundia cinematográfica, sobre todo porque James DeMonaco, su creador, ya demostró en el segundo capítulo de la trilogía ‒Anarchy: La noche de las bestias (2014)‒ cuáles son sus tres principales referencias, y sobre todo, lo fielmente que las emula: The Warriors (1979), de Walter Hill, y esas dos obras maestras de John Carpenter que son Asalto en la comisaría del distrito 13 (1976) y 1997: Rescate en Nueva York (1981).
Si el lector es un amante del cine clásico, podemos añadir a esta terna otra película adorada por DeMonaco, El malvado Zaroff (1932), una aventura escalofriante que llevaron a la pantalla Irving Pichel y Ernest B. Schoedsak. No es casual que el relato en que se inspira dicho film, obra de Richard Connell, sea otra de las fuentes directas de inspiración de la saga que nos ocupa.
A decir verdad, Election: La noche de las bestias es una cinta abiertamente carpenteriana, si tras ese adjetivo combinamos el respeto a la épica del western, la nocturnidad, la sólida manufactura de cada secuencia, la honestidad propia de la serie B y la alternancia entre el cinismo y la nobleza en la definición de los protagonistas.
Podemos describir el punto de partida en un par de líneas: una senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell) aspira a la presidencia con la idea de acabar con la Purga ‒esa noche bestial, en la que ningún delito es castigado‒. Atemorizados ante un plan tan reformista, sus adversarios deciden acabar con ella. Por supuesto, hay un inconveniente, y es que el jefe de seguridad de la senadora es Leo Barnes (Frank Grillo), el héroe estoico a quien ya descubrimos en la anterior entrega.
Sin adelantar detalles sobre el argumento, digamos que Election repite lo que ya funcionó en Anarchy ‒la lucha por la supervivencia, la colaboración de personajes heterogéneos, la caza humana en calles oscuras…‒, subrayando en esta ocasión ciertos elementos morales y políticos.
Así, aun tratándose de una distopía, la película de James DeMonaco procura denunciar ciertas tendencias que hoy son reales en la sociedad norteamericana, y que constituyen desafíos que cualquier espectador informado tendrá en cuenta.
En todo caso, esas alusiones sociopolíticas no se sobreponen a la principal intención de una película que, por suerte, no es nada pretenciosa. ¿Y cuál es esa intención? Bien fácil: entretenernos, sobresaltarnos y divertirnos a lo largo de una sucesión ininterrumpida de situaciones violentas y peligrosas.
Sinopsis
The Purge: La noche de las bestias y Anarchy: La noche de las bestias, estrenadas en 2013 y 2014 respectivamente, electrificaron al público y recaudaron 200 millones de dólares en la taquilla mundial.
Election: La noche de las bestias cuenta un nuevo capítulo de las aterradoras doce horas de anarquía anual. El thriller especulativo nos lleva a un futuro distópico en vísperas de unas elecciones presidenciales que han dividido a la nación entre los que defienden la Purga y los que desean abolirla.
Los Nuevos Padres Fundadores de América (NPFA) gobiernan el país y aprueban anualmente la Purga con el fin de asegurar que la criminalidad se mantendrá por debajo del 1% el resto del año. Por otra parte, se gesta una revolución. Algunos están convencidos de que La Purga es un truco ideado por los líderes con el fin de deshacerse de los más pobres e indeseables para que sólo permanezca la élite.
Durante el transcurso de una noche caótica y violenta, seguimos a un grupo de improbables aliados que se unen por casualidad en Washington DC durante la fatídica Purga. A medida que se destapa la terrible conspiración ideada por los NPFA, los líderes que prometieron dar una vida mejor a los ciudadanos, cinco héroes descubrirán de lo que son capaces por proteger sus principios y a sus seres queridos.
Ha llegado la hora de hacerse con las calles de la capital de Estados Unidos; y esta noche, el alma del país está en juego.
Han pasado dos años desde que Leo Barnes (Frank Grillo) se detuvo antes de llevar a cabo una venganza que le habría pesado eternamente, en la apasionante Anarchy: La noche de las bestias. Hoy en día, Leo es el jefe de seguridad de la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), y su único cometido es protegerla durante la peligrosa y controvertida carrera presidencial.
En Anarchy: La noche de las bestias, los espectadores se quedaron sorprendidos ante la sencilla premisa que había escogido el director James DeMonaco, que reconoce haberse inspirado en relatos clásicos como La lotería, de Shirley Jackson, y El juego más peligroso, de Richard Connell.
Las entregas de La noche de las bestias describen el derrumbe de la sociedad cuando un gobierno corrupto alienta a los ciudadanos a dar rienda suelta a sus instintos más bajos y atacar al eslabón social más débil, y la reacción de la gente que participa en el desenfreno.
En el mundo de la producción, un mismo director no suele dirigir las tres entregas de una franquicia, pero James DeMonaco dice: «La idea subyacente en La noche de las bestias siempre fue combinar varios géneros, y esta vez más que nunca. Hay mucha acción, terror, ciencia-ficción, elementos futuristas utópicos y distópicos, además de un mensaje político».
Frank Grillo, el actor que saltó a la fama en Capitán América: El soldado de invierno, vuelve a meterse en la piel del héroe atormentado. «Al contrario de muchos actores con los que he trabajado, Frank es un tío duro en la vida real, y eso se nota en la pantalla», comenta el realizador. «Crecí viendo películas de actores como Charles Bronson y Steve McQueen, que también eran tíos duros. Además, Frank domina las artes marciales y es perfectamente comparable a esos grandes actores de los años setenta. No finge, y me parece que es una de las razones por las que sus papeles gustan tanto al público».
Las numerosas secuencias de lucha de la película también atrajeron al actor, que se empeñó en realizar una gran parte, especialmente las peleas cuerpo a cuerpo. «En esta entrega hay el doble de peleas que en la anterior», dice, y añade riendo: «Puedo demostrarlo por la cantidad de hematomas que tengo».
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