La referencia estética del mexicano Día de Muertos se ha vuelto muy popular durante los últimos años en las celebraciones de Halloween de todo el mundo. Es raro salir esa noche y no toparse con una muchacha disfrazada de la Catrina, así que era irremediable que surgiera una película como El Libro de la Vida.
Muchos recordarán la grandiosa aventura gráfica Grim Fandango (LucasArts, 1998) o el cortometraje de animación Hasta los huesos (René Castillo, 2001) al ver este largometraje. Al igual que esas dos producciones, el film de Jorge R. Gutiérrez se desarrolla en ambientes inspirados en esa fascinante festividad mexicana, en la que se funden las creencias católicas con las tradiciones precolombinas. Sin duda, la riqueza visual y simbólica del Día de Muertos es demasiado tentadora en términos creativos.
El Libro de la Vida, en su mayor parte, está protagonizada por muñecos de madera que pedían a gritos una animación stop-motion o por medio de marionetas, pero que aquí se presentan en formato digital. En todo caso, la explosión colorista de diseños y escenarios es un regalo para los ojos.
La historia se hace interesante en sus momentos más osados: esos en los que echa mano de los clichés del melodrama mexicano (un sensible torero-cantante y un soldado muy macho se disputan el amor de una linda dama) o la tradición (dioses del inframundo apostando sobre el destino de los mortales), y se hace algo más pesada en su faceta comercial, con esos pasajes que son habituales en todas las películas de animación actuales (escenas de acción acrobática, mascotitas, chistes que se ven venir a la legua, presencia de inanes canciones al estilo 40 Principales, muy fuera de lugar…).
El film tiene la difícil tarea de hablar a un público infantil de la muerte, y lo hace de manera pulcra, recurriendo constantemente al humor y sin perder el tono amable. Hay algún susto y los malos son feísimos, pero en conjunto, todo resulta menos macabro que en otras cintas de animación post-mortem, como Pesadilla antes de Navidad o La novia cadáver.
Vista en su versión doblada, algunos de sus chistes quedan algo aguados, como ese momento melancólico en el que el héroe se marca en una plaza de toros vacía, guitarra en mano, una versión charra del «Creep» de Radiohead, y uno se pierde el placer de escuchar la prodigiosa voz de Ron Perlman encarnando al malévolo Xibalba, pero qué le vamos a hacer.
El Libro de la Vida es una película llena de altibajos, pero tiene un pequeño toque especial y diferente, que la hace recomendable para los padres hastiados de tanto superhéroe jocoso y vehículo parlante.
Además, transmite un claro mensaje antitaurino. A algunos nos gusta eso.
Sinopsis
El Libro de la Vida, una película de animación que mezcla fantasía y aventuras, cuenta la historia de Manolo, un conflictivo y soñador héroe que emprende una épica aventura a través de mundos mágicos, míticos y llenos de maravillas con el doble objetivo de reunirse con su único y verdadero amor y proteger a su pueblo.
Sin embargo, Manolo y su igualmente valiente mejor amigo Joaquín no son los típicos príncipes azules; el objeto de sus deseos está lejos de ser una princesa normal y corriente; y El Libro de la Vida no es un cuento de hadas al pie de la letra.
La película une el personal estilo visual del director Jorge R. Gutiérrez con una mezcla de aventuras, acción, comedia, romance y música que hará las delicias del público.
Su traslado a la gran pantalla comenzó con una –bastante conveniente– amistad. El productor Brad Booker, ejecutivo de desarrollo de la productora Reel FX, conocía a Gutiérrez desde hacía más de una década y estaba ansioso por colaborar con él. Los dos realizadores sabían que el proyecto necesitaba la ayuda de un perfecto socio creativo que les guiara en el camino.
La primera elección de Gutiérrez: el legendario director, productor y guionista Guillermo del Toro, que, al igual que Gutiérrez, es mexicano. Gutiérrez pensó que la genuina perspectiva y particular sensibilidad estética de Del Toro encajaban a la perfección con la película.
Gutiérrez y Booker aparecieron por la casa de Del Toro portando obsequios y material gráfico del filme. «Jorge llegó con un bonito baúl lleno de calaveras, flores e imágenes increíbles», recuerda Del Toro. Del Toro, que es uno de los realizadores más atareados y solicitados, se mostró inicialmente indeciso en cuanto a asumir otro encargo, pero le atrajo el enfoque y la asombrosa imaginación de Gutiérrez.
En su versión original, la película cuenta con las voces de Diego Luna, Zoe Saldana, Channing Tatum, Ron Perlman, Christina Applegate, Héctor Elizondo, Danny Trejo y el cantante de ópera Plácido Domingo.
El diseñador de producción Simón Vladimir Varela señala que la película «crea todo un festín visual de texturas y diseño». Trabajando estrechamente con Gutiérrez, Varela creó tres mundos: la Tierra de los Vivos (San Ángel), la Tierra de los Recordados y la Tierra de los Olvidados. «Son tres mundos distintos pero perfectamente coordinados», dice el diseñador.
La música es una parte importante de la magia de El Libro de la Vida, y producción tuvo la suerte de poder contar con el formidable talento del compositor, ganador del Oscar en dos ocasiones, Gustavo Santaolalla, padre de la música alternativa latina, en su debut en el cine de animación. Bajo su supervisión, los realizadores lograron los derechos para versionar, con un toque latino, apreciadas canciones de Mumford and Sons («I Will Wait»), Elvis Presley («Can’t Help Falling in Love»), Radiohead («Creep»), Biz Markie («Just a Friend») y Rod Stewart («Do Ya Think I’m Sexy»). También se incluyen bellas canciones originales escritas por Santaolalla y el galardonado compositor Paul Williams (El Fantasma del Paraíso).
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