Causa cierta frustración que las nuevas películas de directores a los que admiramos se estrenen directamente en plataformas digitales. Sucede con El apóstol, un film cuyos encuadres y escenarios piden a gritos una pantalla cinematográfica y no una televisión, una tableta o (qué horror) un teléfono móvil. Pero menos es nada, supongo.
Gareth Evans, con una corta carrera y sin haber cumplido todavía los 40, ha sido uno de los causantes de que los amantes del cine de acción hayamos recuperado la esperanza en el género, especialmente gracias a las modestas pero muy espectaculares The Raid (2011) y The Raid 2 (2014). Con esta nueva película deja por un rato las artes marciales indonesias y nos ofrece un extraño relato de género inclasificable, pero que tiene mucho de suspense y toques paranormales, algo que ya abordó con éxito en Safe Haven, su segmento (dirigido junto a Timo Tjahjanto) en la antología V/H/S/2 (2013).
El apóstol sigue un argumento muy sencillo, la clásica historia de “infiltrado”. En este caso, un tipo algo inestable ‒el siempre versátil e inquieto Dan Stevens‒ se introduce en una pequeña comunidad (supuestamente) utópica, situada en una isla de la costa de Gales. En realidad, lo que comenzó con buenas intenciones está degenerando en una secta retrógada, cuyos líderes mantienen a la diosa de la isla cautiva y alimentada de la peor de las maneras, por lo cual las cosechas y el ganado se están echando a perder. También está cautiva la hermana del protagonista, y él hará todo lo posible para sacarla de ese siniestro lugar.
El film maneja varios conceptos de forma, si no caótica, al menos no muy centrada, teniendo en cuenta siempre el estándar narrativo actual. Gareth Evans, también montador del film, ha declarado que en esta película ha querido experimentar con el ritmo, y por ello resulta tan interesante como desconcertante en ocasiones. En todo caso, no estamos ante un film experimental, sino fácilmente digerible por cualquier tipo de espectador, siempre y cuando tenga tolerancia a la violencia explícita.
Sin tratarse un film gore o un torbellino de acción cafre como sus anteriores películas, Evans sí que vuelve a demostrar su pericia con las escenas de impacto, incluyendo alguna que otra secuencia (breve) de tangana, quizá como guiño a sus fans. Pero la atmósfera y el tono están más cerca de películas como The Wicker Man (Robin Hardy, 1973) o Cuando las brujas arden (Michael Reeves, 1968).
El apóstol es un decente film de entretenimiento en el que se pueden ver, si se quiere y sin gran esfuerzo, descripciones de los males del mundo actual. Pese a que la acción transcurra a comienzos del siglo XX, la película habla obviamente acerca del Brexit (y no bien, precisamente), del maltrato al medio ambiente (y de cómo empezamos a recoger sus podridos frutos) o de la respuesta aislacionista y fanática a la globalización, que está afectando a todo el mundo y produciendo el renacimiento de fascismos y regímenes excluyentes. Incluso hay aquí un mensaje feminista nada desdeñable y poca simpatía por las religiones desmadradas.
Un film inusual pero accesible, que intenta explorar otras maneras de hacer cine de entretenimiento sin alejarse demasiado del redil.
Sinopsis
Corre el año 1905 y un hombre, desahuciado por la sociedad, tiene por misión rescatar a su hermana secuestrada por una siniestra secta religiosa en una aterradora isla.
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